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Absceso cerebral



Absceso cerebral es la infección supurativa y focal dentro del parénquima cerebral, rodeado típicamente de una cápsula vascularizada. Los sitios de afectación más frecuentes son: Fronto-temporal, fronto-parietal, cerebelar y occipital[1]

A partir de las áreas necróticas de la osteomielitis en la pared posterior del seno frontal, los senos esfenoidales y etmoidales, sinusitis paranasales infecciones dentales, mastoiditis y otitis media.

Los abscesos otogenos predominan en el lóbulo temporal y el cerebelo, los microorganismos implicados con mayor frecuencia son estreptococos, especies de Bacteroides, Pseudomonas, Haemophilus y Enterobacteriaceae. Los abscesos producto de la propagación desde los senos frontales, etmoidales o esfenoidales y los debidos a infecciones dentales se localizan más frecuentemente en el lóbulo frontal y los patógenos detectados con más frecuencia son estreptococos (en particular S.milleri), especies de Haemophilus, Bacteorides, Pseudomonas, y S.aureus.

Son aproximadamente un 25% de los casos, son comúnmente múltiples y tienen predilección por la arteria cerebral media en los lóbulos frontal o parietal en su zona posterior.

Los aspectos microbiológicos de estos abscesos dependen de la infección primaria y en sitio en el que se encuentre. Por ejemplo: los abscesos asociados a infecciones pulmonares piógenos como absceso pulmonar o bronquiectasias son ocasionados a menudo por Estreptococos, Estafilococos, especies de Bacteroides, especies de Fusobacterium o Enterobacterias, los que ocurren como complicación de endocarditis infecciosa son causados comúnmente por Estreptococos viridans o S. aureus.

Frecuentemente a causa de S. aureus resistentes a meticilina, enterobacterias, S. epidermidis, especies de Clostridium, especies de Pseudomonas.[1][2][3]

Una vez que las bacterias establecieron la infección el absceso evoluciona a lo largo de diversas etapas, que se ven influenciadas por la naturaleza del microorganismo infectante y por la respuesta inmunitaria del hospedador, las 4 etapas de formación del absceso son las siguientes:

En el absceso cerebral la clínica es variable, depende de la localización (supratentorial o infratentorial), evolución, agente patógeno, tamaño del absceso, número de abscesos, estado inmunológico del paciente, entre otros factores.

La tríada patognomónica del absceso está constituida por cefalea, fiebre y déficit focal, pero solo aparece en 50% de los casos. En algunos casos el paciente puede estar asintomático, presentarse como coma o como herniación cerebral.

La cefalea está presente en 75% de los pacientes, es constante, de la mitad del cráneo o generalizada, progresiva, y sin mejoría con analgésicos. La fiebre aparece en 50% de los pacientes, normalmente de bajo grado e intermitente. Más de un 60% de los pacientes presentan un déficit neurológico focal que incluye afasia y hemiparesia.En un 35 a 40% de los casos se presentan crisis convulsivas de tipo focal o generalizadas. En caso de focos sinusales que afectan el lóbulo frontal pueden producir hemiparesia. Los abscesos óticos afectan al lóbulo temporal en 65% de los casos y producen disfasia o y cuadrantanopsia homónima superior.

El nistagmo y ataxia son signos de afección cerebelar. Los signos meníngeos (Kernig y Brudzinsky) hacen sospechar la ruptura del absceso al sistema ventricular. Pueden generar hipertensión intracraneal, manifestado por náuseas, vómito, somnolencia y papiledema. También puede presentarse como crisis convulsivas, principalmente del tipo generalizadas, que pueden progresar a un estado epiléptico. Por último, el cuadro clínico en el anciano puede presentarse en forma de delirium, psicosis, demencia, y sin presencia de fiebre.[2][4][5]

Tinción de gram y cultivo del material del absceso obtenido por aspiración con aguja estereotáctica guiada por tomografía computarizada.[2][4][5][6]

Consiste en la utilización de tratamiento médico y el drenaje neuroquirúrgico.

El tratamiento médico por sí solo no se considera adecuado para el tratamiento de absceso cerebral y se debe reservar para pacientes cuyos abscesos no puedan aspirarse ni drenarse quirúrgicamente, pacientes seleccionados con abscesos pequeños menores de 2 cm o no encapsulados y para enfermos cuyo estado general no permita una intervención neuroquirúrgica. Se basa en el uso de antibióticos por vía intravenosa por un mínimo de seis a ocho semanas y se elegirá dependiendo del sitio primario de infección.

En caso de una mala penetración al SNC, la administración local de antibióticos es una alternativa terapéutica, a través de craniectomía abierta con debridación y lavado del sistema ventricular.

Además, se puede dar terapia anticonvulsiva profiláctica y dexametasona intravenosa en pacientes con un edema considerable alrededor del absceso.[1][2][4][6]



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