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Acetazolamida



La acetazolamida es un inhibidor de la enzima anhidrasa carbónica y se usa en Medicina como un diurético y en el tratamiento del glaucoma, epilepsia, hipertensión intracraneal benigna, mal de montaña, cistinuria y ectasia ductal. La acetazolamida está disponible en forma genérica.


El Acetab o acetazolamida es un potente inhibidor enzimático de la anhidrasa carbónica, que es la enzima que cataliza la reacción reversible de hidratación en ácido carbónico.

La acetazolamida es un derivado de la sulfamida.[1][2]

Los efectos diuréticos de la acetazolamida se deben a su acción sobre la reacción de deshidratación reversible del dióxido de carbono y la deshidratación del ácido carbónico en el riñón, lo que resulta en una pérdida del anión bicarbonato (HCO3), eliminando agua, sodio y potasio. De este modo se produce una alcalinización de la orina y un aumento de la diuresis. Como resultado de esta alcalinización de la orina, se produce un incremento de la reabsorción del ion amoníaco NH3+, en los túbulos renales. También aumenta la eliminación de iones fosfato; el Calcio y el magnesio no se alteran. Como resultado se produce una acidosis metabólica con retención de iones cloruro.[2][3][4]

La anhidrasa carbónica se encuentra en varios tejidos extrarrenales, entre ellos los ojos (disminuye la formación de humor acuoso), mucosa gástrica, páncreas, SNC y eritrocitos (aumenta el CO2 en los tejidos periféricos y disminuye en el gas espirado).[2][3]

La acetazolamida bloquea la formación de CO2 y agua a partir de H+ y HCO 3. El resultado final es que el bicarbonato se excreta en la orina. Indirectamente, bloquea el transportador de sodio e hidrógeno en el túbulo proximal del riñón al disminuir la conversión intracelular de CO2 y agua en bicarbonato e hidrógeno, un ion empleado por el transportador del sodio y el hidrógeno para reabsorber sodio y agua a la luz tubular. Por tanto, tiene acciones natriuréticas y diuréticas además de eliminar bicarbonato en la orina. El exceso de agua y sodio en la luz del túbulo lleva a un exceso flujo que puede causar disfunción en otros transportadores en el túbulo.

Es un polvo cristalino blanco o de un blanco ligeramente amarillento, diurético del tipo inhibidor de la anhidrasa carbónica, útil en el tratamiento de la retención de dióxido de carbono producida en las neumopatías crónicas, para disminuir la presión intraocular en el glaucoma, y, antiguamente, en el tratamiento del edema concomitante con cardiopatía. La acetazolamida sódica estéril (C4H5-N4NaO3S2) es una sustancia adecuada para uso parenteral, preparada a partir de la acetazolamida con ayuda de hidróxido sódico, que contiene entre un 95 y 110% de la cantidad indicada de acetazolamida.[5]

El Acetab o acetazolamida está indicada para el tratamiento de:

En el ojo, la acción inhibitoria de la acetazolamida dismnuye la secreción de humor acuoso y ocasiona una reducción de la presión intraocular. También es efectiva en el control de la secreción de fluidos y en el tratamiento de algunos desórdenes convulsivos. Puede tener utilidad como adyuvante en algunas disfunciones del sistema nervioso central como la epilepsia y en la provocación de la diuresis en casos de retención anormal de fluidos (como en el edema cardíaco).[6][2]

Consisten en parestesias, acúfenos y otros trastornos de la audición, fiebre, dolor de garganta, anorexia, alteraciones del gusto y trastornos gastrointestinales como náusea, vómitos, diarrea, fatiga, somnolencia (sueño), confusión transitoria, depresión y ansiedad, que revierten al cesar el tratamiento. La acetazolamida también puede producir una acidosis metabólica, una alteración del balance electrolítico (por lo que se debe monitorizar los niveles de pH sanguíneo y el potasio para evitar la hipopotasemia), así como mareos, miopía transitoria, heces en melena, hematuria (sangre en la orina), dolor al orinar, coloración amarillenta de la piel u ojos, glucosuria, sarpullido (erupciones en la piel), insuficiencia hepática, parálisis flácida o convulsiones. En raros casos, pueden darse efectos secundarios típicos de sulfamidas como fiebre, discrasias sanguíneas, erupciones cutáneas, cristaluria o lesiones renales, así como reacciones severas a sulfamidas, como el síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica tóxica, necrosis hepática fulminante, agranulocitosis, anemia aplástica y otras discrasias sanguíneas.[2][8][9][10][3][6]

En el embarazo no se han realizado estudios en humanos, pero sí en otros animales, los cuales han demostrado que pueden producir daño en el feto.[9][3]



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