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Acuerdos de Artemisa



Los Acuerdos de Artemisa son un tratado internacional, basado a su vez en el Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967 pactado entre los gobiernos de las naciones que deseen participar en el programa Artemisa, con el objetivo de establecer los principios de cooperación para futuras misiones de exploración y explotación civil con fines pacíficos en la Luna, en Marte y en cualquier cometa o asteroide del sistema solar.

La firma de los Acuerdos tuvo lugar durante la segunda mitad de 2020 por el director de cada una de las ocho agencias espaciales originalmente participantes, mientras que Ucrania se uniría al proyecto pocas semanas más tarde.

Mientras la mayor parte los Acuerdos han sido generalmente bien recibidos, sus potenciales repercusiones de cara a futuras misiones comerciales e internacionales han sido objeto de crítica internacional.

El día 5 de mayo de 2020, Reuters publicaba que la Administración Trump estaba preparando, a partir de los objetivos pacíficos establecidos en el Tratado sobre el espacio ultraterrestre de 1967, un nuevo acuerdo internacional con el objetivo de regular la actividad minera en la Luna.[1][2]

Jim Bridenstine, administrador de la NASA durante el mismo periodo, anunció oficialmente el día 15 de mayo de 2020 que los Acuerdos de Artemisa estarían formados por una serie de pactos multilaterales firmados por el Gobierno de cada Estado nación participante en el programa Artemisa.[3][1]

Los Acuerdos fueron finalmente firmados el día 13 de octubre de 2020 por el director de cada una de las ocho agencias espaciales nacionales de Estados Unidos, Australia, Canadá, Italia, Japón, Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido.[4]Ucrania se uniría a la lista un mes más tarde, el día 12 de noviembre del mismo año.[5]Brasil confirmó telemáticamente su intención de convertirse en el décimo signatario el día 14 de diciembre de 2020, eventualmente firmando los acuerdos el 15 de junio de 2021, convirtiéndose en el undécimo país en firmar los acuerdos.[6][7]

En 2021:

En 2022:

El objetivo declarado de los Acuerdos de Artemisa es "prever el cumplimiento operacional de las importantes obligaciones contenidas en el Tratado sobre el espacio ultraterrestre y otros instrumentos similares". Su entrada en vigor se establece mediante una serie de acuerdos multilaterales entre las partes signatarias.

Las provisiones establecidas en los Acuerdos son las siguientes:[16]

Rusia ha condenado los Acuerdos de Artemisa al considerar que son un intento flagrante de legislar el espacio internacional en beneficio de Estados Unidos.[17]​ Dos investigadores, a través de la sección "Policy Forum" de la revista Science, han exhortado a otros países a que hagan públicas sus objeciones, opinando que Estados Unidos debería respetar el proceso reflejado en los tratados de Naciones Unidas a la hora de negociar asuntos de minería espacial. Su preocupación es que estos acuerdos bilaterales propuestos por la NASA, en caso de ser aceptados por número significativo de naciones, facilitaría la reinterpretación del Tratado sobre el espacio ultraterrestre, convirtiendo a los Estados Unidos -como nación emisora de licencias para una mayoría de compañías espaciales- en el guardián de facto hacia la Luna y otros cuerpos del sistema solar.[17]​ Estados Unidos considera la aceptación de los Acuerdos de Artemisa un requisito previo para la participación en el programa Artemisa de la NASA.[17]

"El Tratado sobre el Espacio Ultraterreste prohíbe a las naciones reclamar otros cuerpos planetarios, pero las políticas de Estados Unidos permiten que cualquier país o corporación pueda poseer en propiedad los materiales extraídos de otros mundos."[18]​ Frans von der Dunk, de la Universidad de Nebraska-Lincoln, afirma que los Acuerdos favorecen "la interpretación de Estados Unidos del Tratado sobre el Espacio Ultraterreste". Esta interpretación reconoce "el derecho básico de sus Estados individuales a permitir que el sector privado participe" en actividades comerciales. Una interpretación alternativa más débil es que "la aprobación unilateral de explotación comercial no está en conformidad con el Tratado sobre el Espacio Ultraterreste; sólo un régimen global, susceptible de incluir un sistema de licencias internacionales, podría legitimar este tipo de explotación comercial."[19][20]

Dmitri Rogozin, el director de la Roscosmos, ha criticado que el programa está demasiado "centrado en los Estados Unidos", en lugar de fundamentarse en los actuales acuerdos de cooperación que gobiernan la Estación Espacial Internacional.[21]



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