La administración de la demanda de transporte o gestión de la demanda de transporte (en inglés, Transportation Demand Management, abreviado TDM) es el conjunto de políticas, estrategias y planes orientados a producir la disminución de la demanda de viajes en automóvil, con el fin de promover una movilidad sostenible.
La gestión de la demanda de transporte busca suplir las necesidades de movilidad de todas las personas de una manera eficiente, inteligente y sostenible. Esta idea surge de la imposibilidad de proveer la infraestructura que el transporte demanda (del inglés Predict & Provide).
La gestión de la demanda de transporte tiene varias dimensiones:
El concepto original de TDM se remonta a los años setenta e inicio de los ochenta, como respuesta a los impactos económicos a nivel mundial provocados por la acelerada alza de los precios del petróleo durante la crisis del petróleo de 1973 y la segunda crisis de 1979. Los objetivos originales de TDM buscaban reducir el consumo de energía producida con petróleo, mejorar la calidad del aire y reducir la congestión vehicular durante los períodos pico. Inicialmente las estrategias fueron orientadas hacia proveer alternativas atractivas para los viajes de hora pico con un solo ocupante en el vehículo. Hoy, el concepto de TDM se ha ampliado para buscar soluciones sostenibles para optimizar la operación del sistema de transporte urbano, tanto para viajes dentro como fuera de la hora pico, y para eventos recurrentes u ocasionales. Además, los avances tecnológicos han permitido implantar soluciones novedosas que el pasado no eran factibles, tales como el uso de sistemas de información geográfica (SIG o GIS, en su acrónimo inglés) a bordo de los vehículos, cobro electrónico de peajes, semáforos inteligentes, y en general todo el conjunto de soluciones que se conoce como Sistemas Inteligentes de Transporte (ITS, en su acrónimo inglés para Intelligent Transportation Systems).
Ejemplos típicos de aplicaciones prácticas de TDM incluyen los esquemas de tarifas de congestión implementados exitosamente en las ciudades de Singapur, Londres, Estocolmo y Milán; programas de racionamiento o restricción vehicular según el número de la matrícula de los vehículos, como han sido utilizado en Atenas, Ciudad de México, São Paulo, Santiago de Chile, Bogotá y otros países de América Latina; el uso de carriles reversibles según la dirección de tránsito con mayor flujo; la promoción de los viajes en coches compartidos y los carriles exclusivos para vehículos de alta ocupación (VAO) implantados en muchas ciudades de Estados Unidos, Europa y otros países del mundo; los sistemas de estacionamiento denominados "Park and Ride" para facilitar la transferencia al sistema de transporte público en lugares periféricos de la ciudad; la implantación generalizada a nivel mundial de los carriles exclusivos para autobuses y de sistemas rápidos de autobuses (BRT por sus siglas en inglés: Bus Rapid Transit); la facilitación del uso de bicletas para los viajes al trabajo; los sistema de horarios flexibles y trabajo a distancia; y el uso de sistemas inteligentes de transporte.
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