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Ahogado (ajedrez)



En ajedrez, el ahogado es una situación que se produce cuando el jugador de quien es el turno no tiene jugadas legales para realizar y el rey no se encuentra en estado de jaque, es decir, el rey no puede moverse a otras casillas porque quedaría en posición de jaque o porque están ocupadas por piezas propias o piezas ajenas que están defendidas, y además el jugador no tiene otras piezas que puedan moverse o capturar a piezas adversarias. A esto también se le conoce como tablas por rey ahogado.

Durante los finales, el ahogado es un recurso que puede permitir empatar en una posición inferior. En posiciones más complejas donde hay muchas piezas, apenas hay situaciones donde el ahogado pueda darse.

Asimismo es un tema común en la composición de estudios de finales y otros problemas de ajedrez.

Las reglas para el ahogado han sido bastante polémicas a través de la historia. Aunque un ahogado es aceptado universalmente como un empate, este no ha sido el caso en gran parte de la historia del ajedrez. En los inicios del ajedrez moderno, el ahogado era una victoria para el jugador al que le tocase mover. Esta práctica persistió en el ajedrez hasta los principios del siglo XV. Sin embargo, el ahogado fue considerado como una victoria inferior, por lo que, cuando se jugaba por dinero, solo se recibía la mitad de lo apostado, y así continuó en España hasta finales del siglo XVI. Las reglas en Inglaterra desde el siglo XVII hasta el siglo XIX consideraban al ahogado como partida perdida para el jugador que le tocaba iniciar el juego, regla de juego que eminentes historiadores de ajedrez atribuyen al ajedrez ruso. Esta norma desaparece en Inglaterra antes de 1820, siendo reemplazada por el reglamento francés e italiano, en donde el ahogado se considera un empate.

Asumiendo que el negro sea ahogado, a lo largo de la historia ha sido considerado:



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