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Alberto Casares



¿Qué día cumple años Alberto Casares?

Alberto Casares cumple los años el 23 de enero.


¿Qué día nació Alberto Casares?

Alberto Casares nació el día 23 de enero de 1855.


¿Cuántos años tiene Alberto Casares?

La edad actual es 169 años. Alberto Casares cumplió 169 años el 23 de enero de este año.


¿De qué signo es Alberto Casares?

Alberto Casares es del signo de Acuario.


¿Dónde nació Alberto Casares?

Alberto Casares nació en Buenos Aires.


Alberto Idelfonso Casares y Urioste Molina (Buenos Aires, Argentina; 23 de enero de 1855 - Buenos Aires, Argentina, 9 de noviembre de 1906) fue un político argentino que se desempeñó en varios cargos, entre ellos el de Intendente de la Ciudad de Buenos Aires en dos oportunidades (1902-1904 y durante 1906).

Nació en Buenos Aires en 1855, hijo de Sebastián Casares y Dolores Urioste Molina, ambos de familias de la clase alta porteña. Fue bautizado en la Iglesia de San Ignacio ese 21 de febrero.

Se casó con Isabel Lumb, con quien tuvo 4 hijos, y formó parte del Jockey Club. Fue Intendente de la ciudad de Arrecifes, localidad en la cual su familia materna poseía una estancia y campos. Luego fue director del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1886, Ministro de Economía de la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Julio A. Costa, Legislador en la Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires entre 1890 y 1892, Director de la Caja de Conversión e Intendente General de la Marina.

Sucedió a Adolfo Bullrich en su cargo de Intendente de Buenos Aires a fines de 1902, cargo que conservó a lo largo de la última parte de la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, hasta fines de 1904, cuando el cargo fue asignado a Carlos Roseti.

Durante su primera intendencia, se destacan la inauguración del Monumento a Garibaldi en la Plaza Italia, el 19 de junio de 1904, con un gran acto público encabezado por el presidente Roca, con presencia del expresidente Bartolomé Mitre, entre otros; y la realización del Segundo Censo Municipal, entre el 11 y el 18 de septiembre de 1904. Por otra parte, reorganizó financieramente la ciudad, y también lo hizo en el terreno de la recolección de residuos. Ese mismo año, una ordenanza municipal decretó que las calles Caseros, Garay, San Juan, Independencia, Belgrano, Corrientes, Córdoba y Santa Fe deberían prepararse para un ensanche que las transformaría en avenidas, en el tramo desde Entre Ríos - Callao hasta el Puerto (a partir de Entre Ríos-Callao ya eran anchas). Sin embargo ésta medida no se ejecutó inmediatamente sino que se estableció que los nuevos edificios ya se construyeran retirados, facilitando la obra. La primera parte de estos ensanches (Belgrano, Corrientes, Córdoba y Santa Fe) se realizará en los años ´20 y ´30, mientras que la segunda parte de los ensaches (Caseros, Garay, San Juan e Independencia) recién se ejecutará en los años ´70.

Fue designado Intendente por segunda vez por el presidente Manuel Quintana, en 1906. Durante este breve segundo período se destaca que en mayo de 1906 se realizó una importante obra: fue comprada a la financiera Baring Brothers la antigua Quinta Hale, que había pertenecido a la familia inglesa Hale Pearson, y que sumaba 82.173.067 de terrenos. El proyecto del Intendente Casares fue el de proyectar sobre la quinta un barrio de residencias palaciegas de la aristocracia, aprovechando la vista privilegiada que daba al lugar la barranca del Río de la Plata. Hoy el barrio se conoce en el nombre de La Isla.

Fue contratado para ello el arquitecto francés Joseph Bouvard, Director de Parques de París, quien diseñó el trazado de calles y un pequeño belvedere que es hoy la Plaza Mitre. Se realizó el loteo y la posterior subasta con gran éxito, y comenzó la construcción de los palacios, de los cuales ya casi no sobrevive ninguno.

Falleció el 9 de noviembre de 1906, a los 51 años, cuando aún ejercía el cargo. Fue designado de manera interina Manuel Obarrio.

En 1895 se formó una comisión municipal para que realizara el primer plano público para todo el nuevo territorio de la Capital Federal, presidida por el ingeniero Carlos María Morales, secretario de Obras Públicas. El plano se realizó bajo los principios guías de la tradición ingenieril: regularidad, continuidad y homogeneidad, formando una grilla pública de manzanas que cuadriculó el territorio, al estilo de los “planos de extensión” que se realizaban en muchas ciudades europeas. El mismo se finalizó en 1898 (aunque se publicó seis años después) definiendo una nueva visión sobre el rol del Estado en la formación de la ciudad que se materializaría en las siguientes cuatro décadas, ya que toda operación inmobiliaria debió supeditarse a este plano público de calles. El objetivo final del mismo era garantizar que todas las nuevas urbanizaciones llevadas a cabo en el vasto territorio incorporado pudiesen formar parte de una ciudad integrada y equitativa.

Simultáneamente a la confección de este plano y en consonancia con las ideas de los reformadores de fin del siglo, las preocupaciones por la higiene y salubridad, se fueron desplazando a los nuevos problemas sociales y espaciales planteados por los loteos periféricos. Si bien en un primer momento los «arrabales», o «barrios suburbanos», fueron considerados como una opción positiva, sana y natural ante los insalubres conventillos del centro, al poco tiempo comenzaron a aflorar connotaciones negativas asociadas a sus pésimas condiciones higiénicas y estéticas generándose barrios insalubres y con edificaciones miserables. Esas cualidades condensaban los desequilibrios de la ciudad moderna y a la vez concibirieron al suburbio como un territorio susceptible de intervención para la administración pública.

Los urbanizadores de aquel entonces realizaron o propusieron algunos parques públicos, con la idea de formar una cintura verde que rodeara la ciudad. Con el correr de los años este anillo verde se fue conformando partiendo desde Palermo en el norte, pasando por Parque Rancagua (Los Andes), Parque Centenario, Parque Lezica (Rivadavia), Parque Chacabuco, Parque del Sur (Almirante Brown) y Parque Patricios. Esa fue la mayor parte de los parques que finalmente se realizaron en la Capital y su planteo muestra que el poder público no imaginaba todavía a la ciudad ocupando la totalidad del nuevo trazado: como ya se dijo, el objetivo explícito de la anhelada cintura verde era rodear higiénicamente a la ciudad consolidada conteniendo su proceso de expansión. Los nuevos parques se convirtieron en espacios públicos cualificadores de la cuadrícula en el proceso de su expansión, no solo por su papel político-ideológico o higiénico, sino porque se constituyeron en los principales ámbitos de intervención pública ante la cuadrícula regular. En efecto, funcionaron como organizadores institucionales del suburbio concentrando y atrayendo iniciativas públicas estatales o de la sociedad civil: en ellos se instalaron viveros, comedores infantiles, centros deportivos, auditorios, los primeros conjuntos de vivienda pública, hospitales, escuelas, etc. Así, la cuadrícula y los parques constituyeron el soporte para la transformación urbana de Buenos Aires.

A estos éxitos se sumó la acción de los profesionales locales que tomaron a su cargo las obras públicas y de saneamiento elaborando instrumentos de control como el Reglamento de Construcciones (aprobado en una primera versión de 1887), los planos de alineación y los planes de mejoras (1898-1904). Bajo esas directivas, el antiguo municipio y los partidos anexados se fueron homogeneizando exitosamente de manera «extendida» y de baja densidad sobre un territorio sin obstáculos geográficos. Sin embargo, a pesar de la intervención y el control oficial, persistieron durante largo tiempo los desequilibrios entre las zonas consolidadas y las nuevas.

Recién en 1904 comenzaría un proceso masivo de suburbanización, gracias a la acción combinada de la electrificación de los tranvías (con la consiguiente baja de los boletos) y de los loteos en cuotas de los terrenos en los nuevos suburbios.

En líneas generales, el desarrollo de la suburbanización en Buenos Aires adquirió un carácter radial. A partir del centro histórico se extendieron líneas de alta densidad hacia el norte, el oeste y el sur, correspondientes a los ejes de transporte, que se generaron alrededor de los principales caminos y vías férreas.

Contraponiéndose a estos ejes densos, aparecieron también cuñas hacia el suroeste y hacia el noroeste, de muy baja densidad y con claros espacios vacíos, casi siempre relacionados con terrenos inundables que correspondían a los valles fluviales (río Matanzas-Riachuelo, Maldonado, etc).

En 1903 el intendente Casares impulsó un proyecto de estatización del servicio eléctrico impulsado por el ingeniero Jorge Newbery, tomando el modelo de explotación que había adoptado Montevideo. Newbery, quién fue un pionero de la aviación argentina y el primer ídolo del deporte nacional, había sido alumno de Edison en Estados Unidos y había elaborado un trabajo de ochenta páginas titulado Consideraciones generales sobre la municipalización de los servicios de alumbrado, que sería incluido en los Anales de la Sociedad Científica Argentina.[1]

La Municipalidad de Buenos Aires poseía desde principios de siglo la Usina Eléctrica Municipal, ubicada en las calles Buchardo y Cuyo (actual Sarmiento).[2]​ Casares presentó dos proyectos, que fueron sucesivamente rechazados por el Consejo Deliberante, que fue objeto de presiones y actos de corrupción por parte de la empresa CATE.[3]

En la gestión anterior el intendente Bullrich había designado a un funcionario de la CATE al frente de la Dirección de Alumbrado. Durante su gestión no se realizaron inversiones, a la vez que la usina fue saboteada.[4]​ Las presiones y obstáculos provenientes del sector privado quedaron reflejadas en el mensaje que Casares envió al Concejo Deliberante al presentar el segundo proyecto:

Cuatro años después el intendente Carlos T. de Alvear le concedió el servicio eléctrico de la ciudad de la CATE, en una sesión que causó escándalo en los periódicos de la época.[6]




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