Mezclénse sin concierto, a la ventura,
el lago, la neurosis, el delirio,
Titania, el sueño, Satanás, el lirio,
la libélula, el ponche y la escultura;
disuévanse en helénica cintura
palidez auroral y luz de cirio,
dése a Musset y a Baudelaire martirio,
y lengua y rima pónganse en tortura.
Pasa después la mescolanza espesa
por alambique a la sesera vana
de un bardo azul de la última remesa.
y tendréis esa jerga soberana
que es Góngora vestido a la francesa
y pringado en compota americana.
El antimodernismo fue un movimiento surgido en reacción al modernismo.
El antimodernismo literario, entre cuyos lugares comunes estuvo achacar afrancesamiento y frivolidad a la literatura modernista,
se defendió desde posiciones afines al purismo lingüístico. Entre los críticos del modernismo en España se contaron nombres como los de Clarín, Ramiro de Maeztu, José Deleito y Piñuela, Juan García Goyena, Federico Urales, Emilio Ferrari, Antonio de Valbuena, Ramón Franquelo y Romero y Pablo Parellada. Además de artículos en prensa, se llegaron a publicar libros como Los voceros del modernismo (1908) del agustino Martín Blanco García.
Fueron vehículo de expresión de la sátira antimodernista revistas madrileñas como Gente Vieja, Madrid Cómico, La Gran Vía, Gedeón y Blanco y Negro. Otra publicación considerada antimodernista es ¡Alegría!.
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