Un antídoto es una sustancia química cuya función es contrarrestar los efectos de un veneno, toxina o químico. Estos ejercen su acción de modo directo sobre la estructura química del tóxico, y nunca sobre el receptor, son capaces de inactivar al tóxico, o al menos impedir los efectos indeseables de los compuestos tóxicos.
Los antídotos más comunes son los creados por el hombre, mediante la síntesis de otras sustancias químicas. En ocasiones, el mismo veneno o toxina (especialmente en el caso del veneno de vipéridos) sirve como base para la síntesis y elaboración de estos antídotos.
Hay también antídotos naturales, como el antisuero, anticuerpos producidos por el propio organismo para detener el veneno. No obstante, podemos aprovecharnos de este obtención natural para aplicaciones artificiales; a saber, inmunizar a un animal inyectándole una pequeña dosis del veneno para que fabrique anticuerpos, extraer su suero y emplear dichos anticuerpos para tratar a otros individuos.
También existen antídotos contra la intoxicación por químicos y pesticidas, generalmente en el caso de los insecticidas caseros, se describe el antídoto para la sustancia química que contiene, para facilitar el trabajo de los médicos en caso de una intoxicación accidental.
Los antídotos tienen diferente forma de actuar porque reaccionan químicamente con los sistemas biológicos y aumentan la capacidad del paciente para bioinactivar el tóxico:
Hay diversos mecanismos de acción, por ejemplo la atropina (anticolinérgico y antimuscarínico) se utiliza para antagonizar farmacológicamente en el receptor los insecticidas organofosforados que producen efectos colinérgicos y muscarínicos letales.
Como no se disponen de antagonistas y antídotos que puedan tener carácter universal, es decir, que sirvan para todos los casos, conviene que en su defecto se aplique la metodología y el agente químico más apropiado para cada caso particular.
El mejor antídoto conocido es el carbón activo, que se presenta en forma de polvo constituido por pequeñísimas esferas que ofrecen una gran superficie con cargas eléctricas capaces de retener por adsorción a la mayor diversidad de sustancias químicas, pero es poco efectivo con los ácidos y las bases fuertes, sales metálicas, alcoholes, disolventes, cianuros y sustancias de absorción rápida; su capacidad de unión es muy superior al de las resinas. Se administra por vía oral, y después conviene extraerlo, mediante vómito o lavado gástrico.
La indicación para el uso de antídotos se hará de acuerdo con algunos principios: especificidad de acción frente a un tóxico, estado clínico y/o analítico toxicológico y valoración del riesgo/beneficio, ya que algunos poseen toxicidad intrínseca. La precocidad en su utilización continúa siendo un factor condicionante de eficacia y de ahí el interés de su empleo en asistencia pre-hospitalaria:
Es frecuente la consulta acerca de cuáles deben ser los antídotos indispensables o mínimos que debería haber en un botiquín de emergencias. Por lo que se han diseñado unos principios generales para la inclusión de un antídoto en un determinado nivel asistencial:
Según estos principios ya podemos clasificar cada antibiótico en los diferentes botiquines:
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