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Apnea del sueño



El síndrome de apnea-hipopnea durante el sueño es el más frecuente de los trastornos respiratorios que se producen durante el sueño, ya que afecta a alrededor del 4% de los adultos. Se ha llamado también síndrome de hipersomnia y respiración periódica (SHRP), y síndrome de Pickwick asociado con obesidad.[1]

Actualmente se denomina síndrome de apnea obstructiva del sueño (Obstructive Sleep Apnea Syndrome, OSAS, en literatura anglosajona), síndrome de apneas obstructivas del sueño (SAOS) o, simplemente, síndrome de apnea del sueño (SAS), que incluía a todas las otras enfermedades. No obstante, se recomienda usar el término síndrome de apnea-hipopnea durante el sueño (SAHS), debido a que incluye una referencia específica a las hipopneas, las cuales se consideran de importancia creciente tanto en adultos como en niños; evita el término obstructiva, lo que permite incluir no solamente éstas, sino también las mixtas y las centrales (muchas de las cuales son realmente obstructivas en origen y por eso desaparecen con CPAP) y, finalmente, estas siglas coinciden tanto para la traducción española síndrome de apneas-hipopneas durante el sueño como para la anglosajona sleep apnea-hipopnea syndrome, lo que facilita su uso.

Este trastorno del sueño se debe a episodios repetidos de obstrucción o colapso de la vía aérea superior que tiene lugar mientras la persona afectada duerme, debido a que la vía respiratoria se estrecha, se bloquea o se vuelve flexible. La apnea se define como una interrupción temporal de la respiración de más de diez segundos de duración provocando un colapso, bien mediante la reducción (hipopnea) o bien mediante la detención completa (apnea) del flujo de aire hacia los pulmones, y puede producir, entre otros efectos, una disminución de los niveles de oxígeno y un aumento del nivel de anhídrido carbónico (CO2) en la sangre, así como un pequeño despertar a menudo subconsciente (arousal), que permite recuperar la respiración normal hasta que se produce el siguiente episodio. Por lo general, la respiración vuelve a la normalidad, a veces con un ronquido fuerte o con un sonido parecido al que una persona hace cuando se atraganta (el ronquido en personas con apnea obstructiva del sueño es causado por el aire que trata de escurrirse a través de la vía respiratoria estrecha o bloqueada). La duración de las pausas puede variar entre unos pocos segundos a varios minutos, y normalmente se producen entre 5 y 30 veces por hora, aunque es cierto que la mayoría de las personas sufren breves episodios de apnea mientras duermen. Según la frecuencia de las pausas respiratorias el SAHS se clasifica en:

Durante el sueño se suceden cinco etapas, la primera y la segunda son de sueño ligero y representan una transición entre la vigilia y el sueño. Aquí suceden la mayoría de las apneas. Durante la tercera y la cuarta se produce el sueño durante el cual la persona descansa. En la quinta etapa, se producen los sueños y los músculos están totalmente relajados y atónicos, por lo que ocurren las apneas más largas.

Existen, fundamentalmente, tres tipos de apnea:

Además hay factores que pueden incrementar el riesgo de sufrir apnea durante el sueño:

Puede ser una manifestación de la enfermedad de Wernicke.

Este trastorno se presenta con mayor frecuencia en hombres que en mujeres, en una relación de tres a uno. Se debe a un factor hormonal protector en las mujeres, pero tras la menopausia se equipara la incidencia. Las personas con sobrepeso y obesidad son mucho más propensas a sufrirlo. La edad es otro factor predisponente al perder tono la musculatura orofaríngea .

Como consecuencia, los principales síntomas de este trastorno son:

Sin embargo, en muchas ocasiones el paciente no es consciente de los episodios de apnea durante la noche, y son los familiares quienes perciben todos los síntomas.

Pacientes que pasan más de un 12% de la noche con una saturación de oxígeno por debajo de 90% tienen dos veces más riesgo de padecer cáncer según un reciente estudio.[2]

En la detección de la apnea obstructiva del sueño juega un papel fundamental la pareja del paciente, ya que el enfermo no siempre es consciente de la importancia del problema. Es el acompañante el que observa la existencia de un ronquido estrepitoso, movimientos corporales frecuentes y la observación de frecuentes paradas en la respiración que terminan con un ronquido mayor de lo habitual.

Debido a que existen otros trastornos del sueño y otras enfermedades que pueden producir somnolencia diurna y mal dormir, hay que asegurarse de que el paciente tiene apnea del sueño. También hay personas que roncan, sin deberse esto a una apnea del sueño.

Para hacer un diagnóstico correcto, se lleva a cabo un estudio de sueño, también llamado polisomnografía o poligrafía cardiorrespiratoria. En ella se realizan registros de: flujo del aire, esfuerzo ventilatorio, la oxigenación sanguínea, la frecuencia cardíaca y si es posible, también las fases del sueño por las que pasa el paciente. Además de diagnosticar el trastorno, este estudio permite clasificar la severidad de la apnea según el número de pausas respiratorias, la duración de éstas, la desoxigenación que producen y su asociación con la frecuencia cardíaca.

De esta manera para diagnosticar la enfermedad es necesario:

Depende del historial del paciente y de la gravedad que revista su caso. Primero se comienza con modificaciones del estilo de vida, si este induce a un agravamiento de la apnea. Esto conlleva:

También puede recomendarse el uso de almohadas especiales, mecanismos que impidan que el paciente duerma en decúbito supino (boca arriba), o dispositivos que propician la posición decúbito lateral (acostado de lado) durante el sueño. En cuanto a dispositivos que mantengan la vía aérea abierta, podemos encontrar aparatos orales o aparatos de presión positiva continua sobre la vía aérea. Además, también se pueden realizar procedimientos quirúrgicos que restauran la vía aérea y la amplían.

Entre las técnicas e instrumentos de los que se disponen destacan:

La cirugía se realiza sobre el paladar o sobre el maxilar, y puede ser una alternativa para aquellas personas que no son capaces de adaptarse al tratamiento con CPAP o que tienen una mala adherencia a él. También es útil en pacientes que presentan claras alteraciones anatómicas. Se pueden realizar dos procedimientos, según las necesidades del paciente:

Los accidentes son una de las causas más frecuentes de muerte en Europa y Estados Unidos después de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Y dentro de los accidentes de tráfico, se supone que el 15-30% están relacionados con la pérdida de atención provocada por hipersomnolencia, debido a la falta de sueño, consumo de drogas o por padecer apnea del sueño. Hay estudios que demuestran que un conductor con apnea del sueño tiene una probabilidad de 5 a 7 veces superior de sufrir un accidente de tráfico, similar a la de una tasa de alcoholemia no permitida. Otra característica de los accidentes donde el conductor se quedó dormido y perdió la consciencia es la gravedad del incidente, pues el 85% fueron muertes, debido a que la colisión fue frontal contra un objeto inmóvil o móvil a gran velocidad.




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