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Arte comunitario



El arte comunitario o arte basado en la comunidad se refiere a prácticas artísticas que privilegian las experiencias en un entorno comunitario.[1][2]​ Las obras de este género son promovidas por artistas individuales o instituciones para generar la interacción y el diálogo en la comunidad, involucrando actores sociales que no tienen relación con el entorno de las artes. El arte comunitario es de carácter participativo, inclusivo y experimental. Privilegia la realización de proyectos que promueven cambios sociales de interés a la comunidad al individuo y a su territorio de arraigo.[3]​ El término se definió a finales de la década de 1960 y generó un movimiento que creció en los Estados Unidos, Canadá, los Países Bajos, el Reino Unido, Irlanda y Australia.[4]

El concepto de arte público “evoluciona” desde mediados del Siglo XX a raíz de los cambios que esfera artística sufre con las revoluciones de las vanguardias y sus cosmovisiones: cuando el arte comienza a salir de los circuitos comerciales y los museos, expande sus posibilidades hacia otros formatos más conceptuales y experimentales, produciéndose un punto de inflexión que genera una necesidad de re-pensar las categorías.[5]​  Con el surgimiento de diferentes corrientes artísticas desde los años 60, y de la influencia de los activismos, el arte en los espacios públicos amplía su tradicional función conmemorativa (Ver: arte público). Sumada al proceso de desmaterialización de la obra de arte producido por influjo de las corrientes conceptualistas (Ver arte conceptual), los artistas apuestan por nuevos métodos de performance e intervención en la esfera pública.[6]​  Estos trabajos recibirán diferentes denominaciones: arte de paisaje (land art), earthworks, arte site-specific, arte contextual, arte con un interés público,[7]​ y entre ellos, arte comunitario. Estas denominaciones surgen en el seno del debate por conceptualizar nuevos géneros de arte público. Este último caracterizado por incluir prácticas artísticas que promovían la atención hacia luchas políticas y sociales.[8]​  

Estas prácticas comparten características con otras modalidades bajo las que se conciben los nuevos géneros de arte público:

“En ellos confluyen el activismo social, la redefinición de audiencias, la relevancia de los colectivos marginados y una metodología de colaboración. El arte se defiende como poder político, que potencia diferentes formas de asociación. Son trabajos menos concretos y menos simples, generalmente de naturaleza efímera, y con una inestabilidad interpretativa característica del arte conceptual. A estas propuestas se les denomina cada vez más "arte basado en la comunidad", es decir, proyectos que son realizados por artistas que crean grupos con otros artistas o individuos no relacionados con arte en comunidades concretas”.[9]

El artista que trabaja en estos proyectos, se compromete con la comunidad o colectivos fomentando mediante el diálogo, procesos de empoderamiento.  Se transforma así en un organizador – cooperador con múltiples roles, propicia redes de trabajo y vínculos con las comunidades y agentes involucrados.  El valor de estas actividades reside en su facultad de despertar un proceso continuo de crítica social y la creación de nuevas narrativas locales.[10]

Las propuestas de arte comunitario muchas veces tienen que ver con una re-valorización de los entornos empobrecidos, como en el caso del gran mural diseñado y promovido por la artista chicana Judy Baca, conocido como Great Wall of Los Angeles.  Otros modelos de arte comunitario se relacionan con proyectos de solución de conflictos, activismo medioambiental, empoderamiento de colectivos y grupos subalternos o minorías, o incluso propuestas terapéuticas y no se desarrollan con fines exhibitivos.



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