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Artes marciales de Europa y Oriente Medio



En Europa y Oriente Medio ya existían las artes marciales denominados artes de la guerra de origen occidental. Los métodos de defensa personal era creada por lo nativos de las antiguas civilizaciones durante los famosos imperios. Los romanos y los griegos, quienes eran amantes de los deportes ellos mismos desarrollaron sus propios estilo de defensa conocido actalmente como la lucha grecorromana, otras tribus como los vikingos y los germanos también valientes guerreros, desarrollaron sus propios sistemas de lucha con espadas y escudos. Tras la llegada de los árabes y otros grupos semitas originarios de Oriente Próximo a la península ibérica, también dejaron parte su legado de sistema de defensa como el esgrima árabe o lucha de la espada árabe por esos lugares, antes de ser expulsados por los Reyes Católicos de España en el Siglo XV. Más adelante con la llegada de películas de acción y artes marciales chinas y japonesas y visitas de reconocidos maestros del Lejano Oriente a Europa, allí surgieron maestros que crearon sus propio estilo de defensa personal en cada país del continente. Esto basado en la filosofía de las artes marciales chinas y japonesas principalmente.

Dado que la historia europea ha estado plagada de conflictos armados, se puede inferir que los pueblos sobrevivientes han desarrollado métodos de lucha particularmente efectivos. Sin embargo, la incorporación en la guerra de tecnología moderna a partir de la introducción de la pólvora ha hecho que en la instrucción militar se haga énfasis en la utilización de armas modernas, lo que excede la definición de un arte marcial.

El material original más antiguo escrito e ilustrado sobre las artes marciales europeas que se ha conservado data de los siglos XV y XVI, escrito por maestros de renombre como Hans Talhoffer, Fiore dei Liberi y George Silver. También hay transcripciones de textos más antiguos, como el manuscrito llamado I.33, de fines del siglo XIII.

Ciertas artes marciales han sobrevivido, aunque con muchas transformaciones. Por ejemplo, la esgrima se ha convertido en un deporte. Algunos grupos intentan reconstruir el arte de la esgrima histórica a partir de los manuales de combate conservados, reviviendo estilos de lucha con espada y escudo, con mandoble, justas y otros tipos de combate en refriegas. También se ha intentado recuperar el Pankration griego. Desafortunadamente se presenta la dificultad inherente a registrar por escrito los hechos esenciales de un arte marcial, por lo cual se tratan de cubrir las ambigüedades a partir de técnicas practicadas en la actualidad.

Se siguen practicando activamente otras disciplinas que no utilizan armas como el boxeo inglés, la lucha libre y el savate francés. También se ha mantenido la práctica de artes marciales tradicionales propias de las culturas regionales europeas, como el palo canario. En ciertas circunstancias los deportes modernos presentan características que proceden de artes marciales, aunque sea difícil reconocerlas a simple vista. Por ejemplo, la gimnasia en el potro o caballete procede de la habilidad de un caballero de cambiar de posición y luchar eficientemente al ir montado a caballo. Lo mismo sucede con el lanzamiento de jabalina o de bala.

Debe señalarse también la aparición de artes marciales modernas desarrolladas para el uso de las fuerzas armadas y de seguridad, como el krav magá israelí o el sambo del ejército soviético.

Con la difusión en Occidente de las artes marciales de Asia -que no se discuten no aquí- se han desarrollado en ciertos casos variantes nacionales de las disciplinas orientales.



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