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Asignados



Se llama asignado (en francés assignat) al papel moneda creado el 1 de abril de 1790 por la Asamblea Nacional francesa para remediar el desorden de la hacienda de dicho país durante el periodo de la Revolución Francesa. Estuvieron vigentes hasta 1796 cuando fueron abolidos por el Directorio.

Cuando en 1789 se reunieron los Estados Generales del reino de Francia, la situación económica del país se hallaba complicada por una elevada deuda pública pues el sistema del absolutismo generaba que el erario francés se confundiera con la riqueza personal del rey. Por eso, al hallarse la Corte de Luis XVI fuertemente endeudada con acreedores nacionales y extranjeros, tal situación influía negativamente sobre la economía de Francia y sobre la disponibilidad de dinero por parte de las autoridades.

Pese a que Francia contaba en esos años con poderosas industrias locales (que comprendían desde armamento hasta vinos, pasando por textiles y barcos), notables adelantos tecnológicos para su época, y una fuerte actividad comercial interna y externa (solamente comparable a la de Gran Bretaña y muy superior a la de España o Prusia), los crecidos gastos de la Corona consumían casi todos los ingresos obtenidos mediante los tributos y por ello el riesgo de bancarrota pública era grande.

Ya el ministro Jacques Necker había alertado de este serio peligro al rey Luis XVI en 1788 y al año siguiente repitió su alerta ante la Asamblea Nacional. Esta determinó entonces el 2 de noviembre de 1789 la expropiación de los bienes del clero tras una propuesta del diputado Charles Maurice de Talleyrand, por lo cual los bienes clericales pasaron a ser "bienes nacionales" (en francés, biens nationaux).

Tras esta expropiación (sin compensación), las autoridades francesas obtienen una gran cantidad de riqueza, expresada en tierras, edificios, fincas, etc. pero que no se traducía en dinero líquido. Para solucionar este problema, se idearon los "asignados": estos documentos actuarían como bonos, sustentados en los bienes confiscados por el gobierno revolucionario a personajes hostiles al nuevo régimen, como aristócratas emigrados y clérigos católicos, tales propiedades serían vendidas por orden de la Asamblea Nacional y con ello se obtendría dinero en oro y plata que a su vez sostendría el valor de los "asignados", que empiezan a emitirse en diciembre de 1790.

Los "asignados" estaban previstos para generar interés de la misma manera que un bono y servían en principio solamente para el pago de obligaciones públicas hacia particulares, debiendo ser quemados cuando entraran otra vez en el Tesoro francés después que el titular del "asignado" lo intercambiara por dinero en metálico (obtenido por el Estado con la venta de los bienes nacionales).

Pese a estos planes, los elevados gastos estatales de Francia generaron un déficit público importante, además que el financiamiento de las guerras de la Revolución impuso una fuerte carga sobre la economía francesa, agravada además por la dificultad de mantener el comercio internacional de modo constante debido a la situación bélica con casi todo el resto de Europa.

Todo esto causó pronto una grave reducción en los tributos percibidos por el erario francés, además de una auténtica escasez de moneda en Francia; el panorama se tornaba más sombrío porque la dislocación económica hizo muy difícil vender los "bienes nacionales" y obtener efectivo por esta vía. Los problemas financieros obligaron que a mediados de 1791 la Asamblea Nacional aceptara darle a los "asignados" la calidad de papel moneda de curso legal lo cual disminuyó mucho su valor en poco tiempo.

El elevado volumen de emisión de "asignados" no guardaba relación con el valor real de los "bienes nacionales", más aun cuando muchos de éstos no habían sido vendidos siquiera, ocurriendo una seria hiperinflación desde 1792 cuando los "asignados" empezaron a ser utilizados como moneda por el Estado y por ciudadanos particulares de todo tipo, más aun cuando ese mismo año se decretó su curso forzoso. La acuñación de metal precioso (como oro o plata) había sido suspendida por la Asamblea Nacional para financiar el esfuerzo bélico, mientras que la economía doméstica de Francia se basaba en los "asignados" y luego en el trueque al desaparecer la moneda metálica y perder los asignados casi todo su valor, a lo cual se sumó el control de precios (mostrado en la Ley del máximum general impulsada por los jacobinos) que alentaba la inflación extrema (y con ello la veloz depreciación de los "asignados").

Aunque la emisión inicial de "asignados" estaba prevista en 500 millones de libras francesas de plata en 1790, existían circulando en Francia 2.000 millones de libras en asignados en 1792, cerca de 3.000 millones de libras en 1793, y hasta 6.000 millones de libras cerca del 9 de termidor del año III (julio de 1794), para cuando su valor real era apenas el 8% de su valor nominal, llegando a ser 34.000 millones de libras expresadas en "asignados" a inicios de 1796.

Los asignados fueron anulados por el Directorio el 30 de pluvioso del año IV, o sea, el 19 de febrero de 1796. Para entonces habían llegado a emitirse 45.000 millones de asignados y su valor había bajado hasta 1/200 de su valor nominal.



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