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Bélgica



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Bélgica (en neerlandés, België, Acerca de este sonido [ˈbɛl.ɣi.jə] ; en francés, Belgique, Acerca de este sonido [bɛlʒik] ; en alemán, Belgien, Acerca de este sonido [ˈbɛlɡiən] ), oficialmente Reino de Bélgica (en neerlandés: Koninkrijk België, en francés: Royaume de Belgique y en alemán: Königreich Belgien), es uno de los veintisiete estados soberanos que forman la Unión Europea. Está situado en el noroeste europeo. El país cubre una superficie de 30 528 kilómetros cuadrados[1]​ y posee una población de 11 409 077 habitantes según la estimación de 2016.[2]​ Su capital y la conurbación más poblada es Bruselas mientras su ciudad (municipio) más poblada es Amberes.[6]

Es un Estado multilingüístico con tres lenguas oficiales: el 57 % de su población, en la región de Flandes principalmente, habla neerlandés, mientras que cerca del 42 % habla francés (en la región de Valonia, al sur, y en la Región de Bruselas-Capital, una región oficialmente bilingüe que acoge una mayoría de hablantes de francés). Menos de un 1 % de los belgas vive en la Comunidad germanófona, donde hablan alemán, junto a la frontera al este del país. A menudo, esta diversidad lingüística lleva a severos conflictos políticos y culturales, muy parecidos a los de otros países bilingües, reflejándose en el complejo sistema de gobierno de Bélgica y en su historia política.

Bélgica recibe su nombre de la denominación latina de la parte más septentrional de la Galia, Gallia Belgica, el cual, a su vez, procede de un grupo de tribus celtas, los belgas. Históricamente, Bélgica ha sido parte de los Países Bajos de los Habsburgo, los cuales incluían los actuales Países Bajos y el Gran Ducado de Luxemburgo, ocupando una región algo mayor que el moderno Benelux.

Desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVII, fue un floreciente centro de comercio y cultura. Desde el siglo XVIII hasta la Revolución belga de 1830, Bélgica, en aquella época llamada los Países Bajos del Sur, fue el lugar de muchas batallas entre las potencias europeas y es por ello que se ha ganado el apodo de "el campo de batalla de Europa"[7]​ o "la cabina de Europa".[8]

Es uno de los miembros fundadores de la Unión Europea, cuyas instituciones principales están ubicadas en el país, así como un número importante de otras organizaciones internacionales, como la OTAN.

El más antiguo uso de las voces Belga y Bélgica que nos ha llegado está en el De Bello Gallico de Julio César. En dicho libro, el conquistador romano dividía toda la Galia en tres partes: los galos propiamente tales, los aquitanos y los belgas. Estos últimos estaban separados de los galos por los ríos Sena y Marne. Durante el principado de Augusto, Marco Agripa dividió la Galia en tres provincias y asignándoles a una de ellas el nombre de Gallia Bélgica. Esta última se reorganizaría durante el imperio de Domiciano, quien la dividió a su vez en tres nuevas provincias, a saber: la Gallia Belgica y las dos Germanias. La Gallia Belgica, más tarde se volvió a repartir en dos provincias: la Belgica Prima y la Belgica Secunda. La actual Bélgica tiene poco que ver con estas antiguas provincias romanas, ya que la mayor parte de su territorio se ubica en parte de la histórica Germania Inferior (más tarde, Germania Secunda) y otra parte en la Bélgica Secunda.

Estos términos casi desaparecieron por completo después de las invasiones bárbaras, y subsistieron solo en la pluma de algunos eruditos, mayormente clérigos. Volvieron a usarse en la segunda mitad del siglo IX, después de la escisión del imperio de Carlomagno, con la creación de la Lotaringia. Los clérigos de entonces, siguiendo una práctica común que consistía en utilizar los antiguos nombres latinos, usados por el Imperio, recuperaron la palabra Bélgica para designar al reino de Lotario II, en lugar del término Lotaringia, para designar al territorio situado entre la Gallia de Carlos el Calvo y la Germania de Luis el Germánico. Las denominaciones Belgae, Bélgica, Gallia Bélgica desaparecieron de nuevo en el siglo XII, después de la desaparición de la Lotaringia.[9]

El área ocupada por Bélgica ha experimentado significativos cambios demográficos, políticos y culturales. El primero bien documentado fue la conquista de la región por la República Romana en el siglo I a. C., seguida en el siglo V por los francos germánicos. Estos establecieron el Reino Merovingio, que pasó a ser el Imperio carolingio en el siglo VIII. Durante la Edad Media, los Países Bajos estaban fragmentados en pequeños Estados feudales. La mayor parte de ellos se unió durante los siglos XIV y XV con la casa de Borgoña, formando los Países Bajos borgoñones. Estos Estados ganaron el estatuto de autonomía en el siglo XV y fueron conocidos desde entonces como las Diecisiete Provincias.

La historia de Bélgica se puede distinguir de la de los Países Bajos desde el siglo XVI. La Guerra de los Ochenta Años (1568-1648) provocó la división de las Diecisiete Provincias en las Provincias Unidas al norte y los Países Bajos del Sur al sur, siendo éstas gobernadas sucesivamente por los Habsburgo españoles y austriacos.

Hasta la independencia de Bélgica en 1830, los Países Bajos del Sur eran un territorio muy codiciado por los conquistadores, siendo el telón de fondo de la mayor parte de las guerras franco-españolas y franco-austriacas durante los siglos XVII y XVIII. Tras las campañas de 1794 de las Guerras Revolucionarias Francesas, los Países Bajos —que incluían territorios que nunca habían estado bajo dominio de los Habsburgo, como el Obispado de Lieja— fueron invadidos por Francia, terminando con el mando español y austriaco en aquella zona. En efecto, la reunificación de los Países Bajos como Reino Unido de los Países Bajos tuvo lugar a finales del Imperio francés, en 1815, tras las campañas de Napoleón.

El triunfo de la Revolución belga de 1830 para independizarse de los Países Bajos se decidió en la capital, Bruselas, en las llamadas Cuatro Jornadas de Bruselas, bajo un Gobierno Provisional cuyo miembro más influyente era Charles Rogier y, con la dirección militar como comandante en jefe del exiliado español Juan Van Halen. La breve contienda llevó al establecimiento de una Bélgica independiente, católica y neutral, bajo un gobierno provisional.

Desde la instauración de Leopoldo I como rey en 1831, Bélgica ha sido una monarquía constitucional y una democracia parlamentaria. Entre la independencia y la II Guerra Mundial, el sistema democrático evolucionó de una oligarquía caracterizada por dos partidos principales, los católicos y los liberales, a un sistema de sufragio universal que ha incluido un tercero, el Partido Socialista, y un papel fuerte para los sindicatos. En sus orígenes, el francés, que era la lengua de la nobleza y la burguesía, era la lengua oficial. Desde entonces, el país ha desarrollado un sistema bilingüe en neerlandés y francés.

En la Conferencia de Berlín de 1885 se acordó entregar el Congo al rey Leopoldo II como posesión privada, llamada Estado Libre del Congo. En 1908, se cedió a Bélgica como colonia, pasándose a llamar Congo Belga. La neutralidad de Bélgica se quebrantó en 1914, cuando Alemania invadió Bélgica como parte del Plan Schlieffen. Las antiguas colonias alemanas de Ruanda-Urundi —que ahora son Ruanda y Burundi— fueron ocupadas por el Congo Belga en 1916. La Sociedad de Naciones las transfirió a Bélgica en 1924. Bélgica fue invadida de nuevo por Alemania en 1940, durante la Blitzkrieg. Estuvo ocupada hasta el invierno de 1944-45, en que fue liberada por las tropas Aliadas. El Congo Belga accedió a la independencia en 1960, durante la crisis del Congo, mientras que Ruanda-Urundi se independizó en 1962.

La batalla de Lieja fue el inicio de la invasión alemana de Bélgica y la primera batalla de la Primera Guerra Mundial. Ello supuso un nuevo estímulo a la identidad flamenca que comenzó a gestarse durante el siglo XIX y que recibió un impulso político por parte del Gobierno de ocupación alemán; durante la Segunda Guerra, toda la región del Benelux (Bélgica, los Países Bajos, el Luxemburgo) fue ocupada por la Alemania nazi.

Durante el siglo XX, y especialmente desde la II Guerra Mundial, la historia de Bélgica ha estado dominada cada vez más por la autonomía de sus dos comunidades principales. Este periodo ha visto un aumento en las tensiones intercomunales y la unión del Estado belga se ha puesto en cuestión.[10]​ Mediante reformas constitucionales en los años 1970 y 1980, la regionalización del Estado unitario condujo al establecimiento de un sistema federal estructurado en tres niveles, a la creación de comunidades lingüísticas y de gobiernos regionales y a la ratificación de un acuerdo concebido para minimizar las tensiones lingüísticas. Hoy en día, estas entidades federadas sostienen más poder legislativo que el parlamento bicameral nacional, mientras que el gobierno nacional aún controla casi toda la recaudación de impuestos, cerca del 80 % de las finanzas de los gobiernos comunitarios y regionales, y el 100 % de la seguridad social.

En 1830, Bélgica se separa de Países Bajos, con la que había formado el Reino Unido de los Países Bajos durante quince años. La misma razón por la que Bélgica se independiza tiene unas bases lingüísticas. Es decir, la zona que constituye la Bélgica actual había sido dominada durante mucho tiempo por los franceses, por lo que toda la burguesía administrativa flamenca se había afrancesado. Sin embargo, cuando se une esta zona a los Países Bajos, la élite administrativa flamenca, de mayoría francófona, es destituida y reemplazada por personas neerlandófonas, generalmente venidas de Países Bajos. Por ello, ya a partir de los primeros años del Reino Unido, la élite administrativa va perdiendo la confianza en el rey y la Unión. Cuando, además, el rey empieza a promulgar medidas proteccionistas contra las industrias meridionales para fomentar el desarrollo industrial de la zona septentrional, también pierde el apoyo de la élite industrial, en su mayor parte valones, y se produce la Revolución Brabanzona.

Por aquel entonces, según estima D’Haveloose (2000), Bélgica contaba con 4 millones de habitantes, de los que más o menos 2 200 000 hablaban neerlandés y más o menos 1 700 000 hablaban francés. Sin embargo, el nuevo Estado se define a partir de sus inicios como unitario y francófono, aunque la mayoría de la población hablaba neerlandés y el país constaba de dos partes económica y culturalmente diferentes. Entonces, la política lingüística de la época no tiene que verse tanto en términos de quién constituía la mayoría de la población, sino en términos de que la élite burguesa, que controlaba la política por el sufragio tributario, se expresaba en francés.

Sin embargo, gradualmente los flamencos se van oponiendo a la injusticia lingüística, por lo que, en 1889, se adopta la Ley de la Igualdad que estipulaba que el neerlandés y el francés fueran las lenguas oficiales del país. Durante la Primera Guerra Mundial, surge el Movimiento del Frente que quería acabar con el predominio del francés y hacer de Flandes un territorio monolingüe neerlandófono, un proceso que se va llevando a cabo entre 1932 y 1968.

El año 1963 es otro momento clave, porque entonces se adoptan unas leyes que dividían el país en zonas lingüísticas. Antes, el censo contaba cuántas personas hablaban francés, neerlandés o alemán en un municipio y el municipio se organizaba o bien en la lengua de la mayoría o en ambas, lo que originaba un aumento de los pueblos francófonos y bilingües.

La división del país en unas zonas neerlandófona, germanófona y francófona era un asunto muy delicado. Surgen muchas protestas, puesto que en la frontera lingüística convivían los dos grupos lingüísticos y además en el sistema anterior los habitantes tenían el derecho a ser atendidos en las dos lenguas. Para encontrar una solución de estos problemas, en 27 municipios que están en una de las fronteras lingüísticas se sigue no aplicando el principio de territorialidad. Asimismo, como en seis pueblos flamencos alrededor de Bruselas vivían muchos francófonos, por lo que, antes, la administración era bilingüe, se les dan facilidades lingüísticas. Por tanto, en muchos aspectos, el año 1963 no representa tanto muchos cambios, sino que más bien significa la consolidación de una vez por todas del statu quo.

Según Peiren (1993), la instauración de esas zonas se va experimentando gradualmente, en contradicción con la estructura unitaria del país, por lo que una federalización era necesaria. Además habían surgido partidos políticos flamencos nacionalistas que insistían en la cuestión lingüística, como el Volksunie. Asimismo, en el seno de los partidos políticos nacionales surgían visiones fundamentalmente diferentes, lo que lleva a la organización regional de los mismos. Al mismo tiempo, muchas personas de ambas partes del país estaban convencidas de que sería mejor para todos si ciertos aspectos de la organización estatal fueran regionalizados. Según Willemyns (2002) ese sentimiento se origina por dos factores: uno es que durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX es Valonia la que poseía el mayor desarrollo industrial, pero a partir de los años 50-60, Flandes también empieza a desarrollarse industrialmente. Al mismo tiempo, la infraestructura de Valonia, que databa del siglo XIX, necesitaba ser actualizada, lo que genera una recesión de la cual hasta la fecha de hoy la zona no se ha recuperado. También existían diferencias ideológicas entre ambas partes del país, es decir, mientras que Valonia era claramente socialista (Parti Socialiste), Flandes era la base del poder del partido popular católico democrático (Christelijke VolksPartij). A raíz de esas diferencias, empieza en 1970 la federalización de Bélgica, un proceso que se va llevando a cabo principalmente entre dicho año y 1993.

En 1970, la demanda principal de los flamencos era la autonomía cultural, mientras que los valones insistían en una autonomía económica para fomentar su industria y garantías de que en la Bélgica federal, su situación demográfica y económica no sería marginada. El resultado de esas negociaciones fue la creación, por una parte, de tres comunidades culturales (la de habla neerlandesa, la francófona y la de habla germana) y, por otra, de tres Regiones (Flandes, Valonia y la Región capital de Bruselas). Además, se incorporaron en la Constitución garantías para proteger a la minoría francófona. Las reformas del Estado siguientes (1980, 1988 y 1993) extiendieron las competencias de las regiones y comunidades hasta obtener la organización del Estado actual.

A partir de los años 1970, la región flamenca se convirtió en la más productiva del país, en contraste con la declinación de la Valonia, producto de la desinversión relativa de las empresas cartelizadas. La tendencia comenzó a revertise en la década de 1990, con una mayor igualdad entre ambas regiones.

Bélgica jugó un papel de primer orden en la creación de la Unión Europea a partir de la conformación del Benelux en 1944, cuya puesta en práctica comenzó en 1948, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951 y los Tratados de Roma en 1957.

Desde 1949, además, es parte integrante de la OTAN; como tal tuvo gran importancia durante la Guerra Fría.

Tropas belgas participaron de las operaciones militares en la antigua Yugoslavia, así como en Libia y en Afganistán.

El país sufrió los atentados de Bruselas de 2016, donde fueron atacados con bombas el aeropuerto y el metro, dejando 35 muertos y 340 heridos.

El barrio bruselense de Molenbeek-Saint-Jean fue residencia de Hassan El Haski, uno de los autores de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Gobierno de Alexander De Croo

Bélgica es una monarquía federal constitucional y parlamentaria,[11][12][13][14]​ que tras la II Guerra Mundial evolucionó de un Estado unitario a una federación. El parlamento bicameral está formado por un Senado y una Cámara de Representantes. El primero es una mezcla de políticos mayores elegidos directamente y de representantes de las comunidades y las regiones, mientras que la última representa a todos los belgas mayores de dieciocho años en un sistema de representación proporcional. Bélgica es uno de los pocos países en donde votar es obligatorio, y por ello tiene una de las tasas más altas de participación electoral del mundo.[15]

El gobierno federal, nombrado formalmente por el rey, debe tener la confianza de la Cámara de Representantes. Está encabezado por el primer ministro. Los números de ministros hablantes de francés y de neerlandés debe ser iguales, tal como lo prescribe la Constitución.[16]​ El rey o reina es el jefe de Estado, aunque tiene prerrogativas limitadas. El poder verdadero se les confiere al primer ministro y a los diferentes gobiernos del país. El sistema judicial está basado en el derecho civil y proviene del Código Napoleónico. El Tribunal de Apelaciones está un nivel por debajo de la Corte de Casación, una institución basada en la Corte de Casación francesa.

Las instituciones políticas de Bélgica son complejas; la mayoría de los poderes políticos están organizados alrededor de la necesidad de representar a las principales comunidades lingüísticas. (Véase más abajo) Los partidos más importantes de cada comunidad pertenecen a tres familias políticas principales: los liberales, los democristianos y los socialdemócratas. Otros partidos importantes, aunque más jóvenes, son los dos partidos Verdes (Ecolo y Groen!) y, particularmente en Flandes, los partidos nacionalistas de ultraderecha. Influyen en la política varios grupos de presión, como los sindicatos y la Federación de Empresas de Bélgica.

El rey actual, Felipe, sucedió a su padre Alberto II por la abdicación de este en 2013. Las arcas públicas son las que mantienen a la familia real, se anunció que para 2014 un total de 38.742.000 euros del erario público serían empleados para financiar la jefatura real del Estado,[17]​ en dotaciones personales o remuneraciones que cada miembro de la familia real reciba, y las partidas que diferentes ministerios dedican a la misma. Desde 1999, el primer ministro Guy Verhofstadt, del VLD, ha encabezado una coalición de seis partidos, Liberal-Socialdemócrata-Verde, que es llamada con frecuencia "el gobierno arco iris". Este ha sido el primer gobierno sin democristianos desde 1958.[18]​ Los resultados de las elecciones de 2003 permitieron a Verhofstadt realizar un segundo mandato, liderando una coalición liberal-socialdemócrata cuatripartita.[19]​ En los últimos años, también se ha registrado un constante ascenso del partido flamenco separatista de ultraderecha Vlaams Blok, actual Vlaams Belang.

Un logro significativo de las dos legislaturas consecutivas de Verhofstadt ha sido el hecho de conseguir unos presupuestos equilibrados. Bélgica es uno de los pocos Estados miembros de la UE que lo ha conseguido. Durante la década de 1990, esta política se fue aplicando por los sucesivos gobiernos, bajo presión del Consejo Europeo. La caída del gobierno anterior a Verhofstadt se debió principalmente a la crisis de las dioxinas,[20]​ un importante escándalo de intoxicación alimentaria en 1999, que condujo al establecimiento de la Agencia Federal para la Seguridad de la Cadena Alimentaria.[21]

Este acontecimiento resultó en una representación inusualmente grande de los Verdes en el parlamento, y en un mayor énfasis en la política medioambiental durante el primer mandato de Verhofstadt. Una política Verde, por ejemplo, dio lugar a la legislación sobre el abandono de la energía nuclear, que ha sido modificada por el gobierno actual. La ausencia de democristianos en las filas del gobierno ha permitido a Verhofstadt abordar los asuntos sociales desde un punto de vista más liberal y desarrollar nuevas leyes sobre el uso de drogas suaves, el matrimonio del mismo sexo y la eutanasia. Durante las dos últimas legislaturas de Verhostadt, el gobierno ha promovido una diplomacia activa en África,[22]​ se ha opuesto a intervenir militarmente durante la guerra de Irak, y ha aprobado una ley sobre crímenes de guerra. Ambos mandatos de Guy Verhofstadt estuvieron marcados por disputas entre las comunidades belgas. Los puntos más controvertidos fueron las rutas nocturnas del tráfico aéreo del Aeropuerto Internacional de Bruselas y la situación legal del distrito electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde.

La defensa del país recae en las Fuerzas Armadas de Bélgica, que tienen como misión mantener la integridad territorial del país, conservar la independencia y hacer cuidar y respetar la Constitución y las leyes. Su comandante en jefe es el ministro de Defensa, y en caso de guerra el primer ministro asume el mando. Está dividida en tres ramas, cada una con un comandante en jefe, quienes responden ante el Ministerio de Defensa. Estas son el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Cuenta además con un cuerpo médico de sanidad integrado al ejército pero no dependiente de él, sumando un total de 39.400 efectivos.

Las Fuerzas Armadas de Bélgica responden ante la OTAN y forman parte de los Cascos Azules de las Naciones Unidas.

En materia de derechos humanos, respecto a la pertenencia a los siete organismos de la Carta Internacional de Derechos Humanos, que incluyen al Comité de Derechos Humanos (HRC), Bélgica ha firmado o ratificado:

La ley del 15 de julio de 1993 se creó para establecer un único estado federal, basado en tres niveles:

Los conflictos entre los diferentes órganos se resuelven por el Tribunal de arbitraje. Esta disposición permite un acuerdo entre las diferentes culturas para que puedan convivir en paz.

La Comunidad Flamenca absorbió la Región flamenca en 1980 para formar el gobierno de Flandes.[33]​ La superposición de los límites de las Regiones y las Comunidades ha creado dos peculiaridades notables: el territorio de la Región de Bruselas-Capital está incluido tanto en la Comunidad francesa como en la flamenca, mientras que el territorio de la Comunidad germanófona está totalmente dentro de la Región Valona. Las regiones flamenca y valona están subdivididas a su vez en entidades administrativas menores, las provincias.

El nivel más alto de esta organización de tres niveles es el gobierno federal, que dirige los asuntos exteriores, las ayudas al desarrollo, la defensa, la policía, la gestión de la economía, el bienestar social, los transportes, la energía, las telecomunicaciones y la investigación científica, además de competencias limitadas en la educación y la cultura, y la supervisión de los impuestos de las autoridades regionales. El gobierno federal controla más del 90 % de todos los impuestos. Los gobiernos de las comunidades son responsables de la promoción de la lengua, la cultura y la educación en la mayoría de las escuelas, bibliotecas y teatros.

El tercer nivel lo constituyen los gobiernos regionales, que gestionan principalmente asuntos relacionados con las tierras y las propiedades, como la vivienda, el transporte, etc. Por ejemplo, el permiso para construir el edificio de una escuela en Bruselas que perteneciese al sistema de educación pública sería regulado por el gobierno regional de Bruselas. No obstante, la escuela como institución quedaría bajo regulación del gobierno flamenco si la lengua principal de enseñanza es la neerlandesa, y bajo el gobierno de la Comunidad francesa si la lengua principal es la francesa.

El territorio de Bélgica tiene una extensión de 30 528 km²[1]​ y se divide geográficamente en tres regiones: la planicie costera al noroeste, la meseta central y las altiplanicies de las Ardenas al sureste. Siguiendo el ejemplo de los Países Bajos, la planicie costera ha ganado algunos espacios del mar del Norte por medio de diques y canales. La meseta central, en el interior, es un área lisa y de poca altitud, que tiene muchos valles fértiles y es irrigada por numerosas vías navegables. Aquí también hay estructuras de un relieve más áspero, como cuevas y pequeñas gargantas.

La región de las Ardenas es más accidentada que las otras dos. Es una meseta densamente boscosa, muy rocosa y no muy apta para el cultivo, que se extiende hasta el norte de Francia. Aquí es donde se concentra la mayoría de la fauna salvaje de Bélgica. En esta región se localiza el punto más alto de Bélgica, la Signal de Botrange, con solo 694 metros de altitud.

El clima es marítimo templado, con precipitaciones significativas durante todo el año (Clasificación climática de Köppen: Cfb; la temperatura media es de 3 °C en enero y de 18 °C en julio, y la precipitación media es 65 milímetros en enero y 78 milímetros en julio).[34]

A causa de su elevada densidad de población y a su posición en el corazón de Europa Occidental, Bélgica se enfrenta a serios problemas medioambientales. Un informe de 2003[35]​ indicó que el agua de los ríos de Bélgica tenía la peor calidad de Europa, y que se situaba a la cola de los 122 países estudiados.

Bélgica es un país densamente poblado y se localiza en el corazón de una de las regiones más industrializadas del mundo. Actualmente, la economía belga está orientada hacia los servicios y muestra una naturaleza dual, con una dinámica parte flamenca, siendo Bruselas su principal centro multilingüe y multiétnico con una renta per cápita de las más altas de la Unión Europea, y una economía valona más ruralizada y menos dinámica. Bélgica fue el primer país de Europa continental en el que se desarrolló la Revolución industrial, a comienzos del siglo XIX. Lieja y Charleroi desarrollaron rápidamente una industria minera y acerera, que floreció hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, por la década de 1840 la industria textil de Flandes estaba pasando por una aguda crisis y había hambruna (1846-50). Después de la II Guerra Mundial, Gante y Amberes experimentaron una rápida expansión del sector químico y petrolífero. Las crisis del petróleo de 1973 y 1979 causaron una prolongada recesión económica. La industria siderúrgica belga ha sufrido desde entonces por un grave retroceso, y este ha sido el responsable de inhibir el desarrollo económico de Valonia.[37]​ En los años 1980 y 90, el centro económico del país continuó desplazándose hacia el norte, a Flandes. La industria está concentrada en la poblada área flamenca del norte del país.

A finales de los años 1980, la política macroeconómica belga había dado lugar a una deuda gubernamental acumulada de aproximadamente el 120 % del PIB. Actualmente, los presupuestos están equilibrados y la deuda pública equivale al 94,3 % del PIB (finales de 2005).[38]​ En 2004, se estimó la tasa de crecimiento real del PIB en un 2,7 %[39]​ pero se espera que descienda a un 1,3 % en 2005.[40]

Bélgica tiene una economía abierta. Ha desarrollado una excelente infraestructura de transportes (puertos, canales, ferrocarriles y autopistas) para integrar su industria con las de los países vecinos. Amberes es el segundo mayor puerto de Europa, por detrás del de Róterdam. Miembro fundador de la Unión Europea, Bélgica apoya la extensión de los poderes de las instituciones de las UE para integrar las economías de los estados miembros. En 1999, Bélgica adoptó el euro, la moneda única europea, que reemplazó definitivamente al franco belga en 2002. La economía belga está estrechamente orientada hacia el comercio exterior, especialmente productos de alto valor añadido. Las principales importaciones son productos alimenticios, maquinaria, diamantes, petróleo y derivados, sustancias químicas, vestimenta y accesorios y tejidos. Las exportaciones principales son automóviles, comida y productos alimenticios, hierro y acero, diamantes procesados, tejidos, plásticos, productos petrolíferos y metales no ferrosos. Desde 1922, Bélgica y Luxemburgo han constituido un único mercado comercial, con una unión aduanera y monetaria, Unión Económica Belgo-Luxemburguesa. Sus principales socios comerciales son Alemania, los Países Bajos, Francia, el Reino Unido, Italia, los Estados Unidos y España.

En años recientes, y ante el debate surgido por su posible escisión en dos entes estatales separados, obviamente con sus consabidas y temidas consecuencias políticas y económicas;[41]​ se cambió muy profundamente su sistema de beneficencia social y de protección social, así como se hicieron profundos recortes a estos, para luego redireccionarlos y adecuarlos a un escenario en donde la pérdida de competitividad de la parte valona, con un aporte al PIB del 35 %;[42]​ sobre la parte flamenca; que es la más poderosa actualmente en cuanto a sus niveles económicos, aparte de un cambio de gabinete, hicieron que la situación mejorase sustancialmente, pero sin atenuar las fuertes discusiones sobre el asunto del equilibrio de poderes entre las comunidades belgas más influyentes, así como se inicia el proceso de cambio de enfoque industrial, de donde Valonia, antes destacado centro industrial siderúrgico del país belga; pasa ahora a convertirse en un centro de estudio y de investigación en tecnologías de la información y de mejoras industriales.[43]

En cambio, la parte Flamenca, antes adormecida ante el gran potencial económico de Valonia, del que mucho tiempo dependió; ahora es el principal sustento de la nación belga actual, de donde proviene más del 60 % del PIB nacional. Con los resultados de las consultas hechas en el año 2010, se deja ver el ansia de disolución del país, pero los líderes de la parte francófona y flamenca se han puesto de acuerdo para " dar fin" a las especulaciones y al periodo turbio y sombrío por el que ha tenido que pasar una economía considerada ejemplar en Europa.[44]

Más recientemente, y ante las secuelas dejadas por la crisis financiera y económica de varios países de la zona del euro, la calificación de la deuda soberana de Bélgica se ha visto amenazada por parte de las agencias de calificación de riesgos, como Moody's; que la rebajaron de Aa2 a Aa3, ante las sustanciales dudas dentro del mercado de inversores sobre sus planes para una sostenida y sostenible reactivacción económica de la zona euro, de la que Bélgica hace parte fundamental.[45]

Bélgica tiene una población de 11 409 077 habitantes según la estimación de julio de 2016[2]​ y una densidad de población de 368,5 hab./km², siendo una de las más elevadas de Europa, después de los Países Bajos y de algunos microestados como Mónaco y Ciudad del Vaticano. Las áreas con mayor densidad de población son las que están alrededor de las aglomeraciones de Bruselas-Amberes-Gante-Lovaina —región conocida como el Diamante Flamenco— así como en otros centros urbanos importantes (principalmente Lieja, Charleroi, Brujas, Namur, Mons, Courtrai y Hasselt). La región de las Ardenas es la que tiene menor densidad de población del país. En 2005, la Región Flamenca tenía una población de aproximadamente 6 043 161 habitantes. La seguían Valonia con 3 395 942 y Bruselas con 1 006 749.[46]​ Casi toda la población es urbana (97,3 % en 1999).[47]​ Las ciudades principales (con su población entre paréntesis) son Bruselas (1 006 749 en la ciudad s.s. y unos 2 millones en su aglomeración), Amberes (457 749 en la comuna y 900 000 con su área metropolitana), Gante (230 951), Charleroi (201 373), Lieja (185 574 en el municipio y 600 000 en su aglomeración) y Brujas (117 253).[46]

Desde la independencia, el catolicismo, aún contrarrestado por el librepensamiento y los movimientos francmasónicos, ha tenido un papel importante en la política belga. La Constitución laica permite la libertad de culto, y el Gobierno, por lo general, respeta este derecho en la práctica. En una encuesta realizada en 2001, el 47 % de la población del país se identificó católico, el 3,5 % musulmán, entre el 1,2 % y el 1,4 % protestante, el 0,7 % ortodoxo, entre el 0,4 % y el 0,5 % judío y el 0,1 % anglicano. Además, el 15 % declaró no identificarse con religión algunas y el 7,4 % se describió como laico.[49]​ Una investigación llevada a cabo en 2006 en la región de Flandes —considerada más religiosa que Valonia— mostró que el 55 % de las personas se identifican como religiosos, y otro 36 % cree que algún dios es el creador del mundo.[50]

Se estima que el 98% de la población adulta está alfabetizada.[51]​ La educación es obligatoria entre los seis y los dieciocho años, pero muchos belgas continúan estudiando hasta los 23 años aproximadamente. En 1999, Bélgica tenía la tercera mayor proporción de jóvenes de 18 a 21 años matriculados en la educación superior de entre todos los países de la OCDE, con un 42 por ciento.[52]​ Sin embargo, en los últimos años, el principal tema de preocupación es el analfabetismo funcional. En el periodo 1994-1998, el 18,4 por ciento de la población belga carecía de hábitos de lectura.[47]​ Como reflejo de los conflictos políticos históricos entre el librepensamiento y los sectores católicos de la población, el sistema de enseñanza en cada comunidad se divide en una rama laica controlada por las comunidades, las provincias, o los municipios, y una rama religiosa —en su mayoría católica— subvencionada y controlada tanto por las comunidades como por las autoridades religiosas (en su mayoría diócesis). No obstante, cabe destacar que —al menos en el caso de las escuelas católicas— las autoridades religiosas tienen un poder muy limitado.

Las universidades y otras instituciones superiores son muy importantes, tanto por los estudiantes locales como internacionales. Entre ellas se cuentan la KU Leuven o Universidad Católica de Lovaina La Vieja fundada en 1425 —con un estudio de postgrado en castellano—, la Universidad Católica de Lovaina La Nueva (francófona), la Universidad de Amberes, la Universidad de Gante, la Universidad de Lieja y la Universidad de Namur.

Los idiomas oficiales de Bélgica son el neerlandés, el francés y el alemán.[36]​ Cerca del 57 por ciento de la población de Bélgica tiene como lengua materna el neerlandés (lo conoce hasta el 70 % de la población, entre ellos un 20 % de valones), el 42 por ciento es francófona (el 70 % de la población total conoce la lengua francesa, incluido el 60 % de los flamencos), y menos del 1 por ciento es germanófona. Bruselas, con el 9 % de la población del país, es oficialmente bilingüe (francés y neerlandés).

El neerlandés y el francés que se hablan en Bélgica presentan pequeñas diferencias de vocabulario y de significado con respecto a las variedades de los Países Bajos y Francia. Si bien hoy mucha gente actualmente habla dialectos del neerlandés, la lengua valona, que antaño fuera la lengua principal de Valonia, solamente cuenta con pocos hablantes que suelen ser personas mayores. Estos dialectos, junto con otros como el picardo o el limburgués,[51]​ no se usan en la vida pública. Sin embargo, el flamenco es mucho más utilizado en toda la región neerlandesa. El flamenco es hablado diariamente por la población, aunque la escuela, libros y demás se encuentran un neerlandés más estandarizado.

Según estimaciones de 2015, la esperanza de vida es de 80,88 años.[36]​ Desde 1960, la esperanza de vida ha crecido un promedio de dos meses cada año, a la par con el promedio europeo. Las principales causas de muerte en Bélgica son las enfermedades cardiovasculares, neoplasias, enfermedades del aparato respiratorio y las causas no naturales de muerte (accidentes y suicidios). Las causas no naturales y el cáncer son la mayor causa de muerte en las mujeres mayores de 24 años y en los varones mayores de 44.[53]

El sistema de salud es financiado por un sistema de seguridad social y los impuestos. El seguro de salud es obligatorio. El cuidado sanitario se realiza con un sistema en su mayor parte privatizado con médicos y hospitales independientes. La mayoría de las veces el paciente paga directamente por los servicios obtenidos y posteriormente se le rembolsa por las compañías de seguros.[53]​ El sistema de salud belga es supervisado y financiado por el gobierno federal, las tres comunidades y las tres regiones, es decir, por seis ministerios distintos (la comunidad y la región de Flandes se fusionaron).[53]

En Bélgica ha habido contribuciones al desarrollo de las ciencias y la tecnología de importancia internacional. Durante el florecimiento del siglo XVI de Europa Occidental, se puede citar entre los más influyentes científicos al cartógrafo Gerardus Mercator, al anatomista Andreas Vesalius, al botánico Rembert Dodoens[54][55][56][57]​ y el matemático Simon Stevin.[58]

El químico Ernest Solvay[59]​ y el ingeniero Zenobe Gramme (École Industrielle de Liège)[60]​ dieron sus nombres al proceso Solvay y a la dinamo de Gramme, respectivamente, en la década de 1860. La bakelita fue desarrollada en 1907–1909 por Leo Baekeland. Ernest Solvay fue también un gran filántropo y dio su nombre al Instituto Solvay de Sociología, a la Escuela Solvay de Bruselas de Economía y Gestión y a los Institutos Internacionales Solvay de Física y Química que forman parte actualmente de la Universidad Libre de Bruselas. In 1911 Ernest Solvay comenzó una serie de conferencias, las Conferencias Solvay sobre Física y Química, que tuvieron un impacto profundo en la evolución de la física de los cuantos y en la química.[61]​ Se debe también una contribución mayor a la ciencia fundamental al belga Georges Lemaître (Universidad Católica de Lovaina), al que se le atribuye la propuesta de la teoría del Big Bang sobre el origen del Universo en 1927.[62]

Tres belgas han recibido premios Nobel en Fisiología o Medicina: Jules Bordet (Universidad Libre de Bruselas, en 1919), Corneille Heymans (Universidad de Gante, en 1938) y Albert Claude (Universidad Libre de Bruselas) junto con Christian De Duve (Universidad Católica de Lovaina), en 1974. François Englert (Universidad Libre de Bruselas) recibió el Premio Nobel de Física en 2013. Ilya Prigogine (Universidad Libre de Bruselas) recibió el Premio Nobel de Química in 1977.[63]​ Dos matemáticos belgas han recibido la medalla Fields: Pierre Deligne en 1978 y Jean Bourgain en 1994.[64][65]

Marc van Montagu (Universidad de Gante) descubrió el mecanismo de transferencia genética entre la bacteria Agrobacterium y ciertas plantas, que resultó en el desarrollo de métodos para convertir Agrobacterium en un sistema eficaz para crear plantas transgénicas. Van Montagu recibió el World Food Price, similar al Premio Nobel en el ámbito de la agricultura, en 2013.[66][67]

Entre los escritores belgas se puede destacar a Maurice Maeterlinck (Premio Nobel de Literatura en 1911), que escribió en francés, así como Émile Verhaeren, Jean Ray, Georges Simenon, Marguerite Yourcenar y Amélie Nothomb. Entre los escritores en neerlandés el propio Jean Ray, Louis Paul Boon, o Hugo Claus.

Bélgica también ha dado pintores famosos en diversas épocas como René Magritte, Rubens, Brueghel, Van Dijck, Paul Delvaux, James Ensor, Félicien Rops o Léon Spilliaert.

A partir de 1797, Étienne Robertson, un científico y artista, presentó la linterna mágica, llamada "Fantascope". Con este aparato que permite a las sombras proyectadas cambiar de forma gracias a embriones de movimiento, presenta fantasmagorías que hacen sensación.

Los hermanos Dardenne son un ejemplo de los muchos cineastas belgas actuales.

Bélgica y su capital Bruselas es el centro de producción más importantes de Europa en cuanto a la producción de historietas se refiere. Comanche, Lucky Luke, Los Pitufos, Tintín (Kuifje en neerlandés), Spirou y Fantasio, Aquiles Talón o Casacas Azules son algunas de las series más conocidas del cómic belga.

Una de las más famosas fiestas tradicionales es el Carnaval de Binche, cerca de Mons, celebrado antes de la Cuaresma. Durante el carnaval, la diversión y el baile son conducidos por "gilles", hombres vestidos con sombreros altos,emplumados y brillantes trajes.

Otra manifestación tradicional es el Ommegang de Bruselas, que es el recuerdo de la recepción a Carlos I a su llegada (Joyeuse Entrée) a Bruselas desde España como emperador en 1549, que se conmemora cada año.

Otro espectáculo famoso es la procesión de la Sagrada Sangre, celebrada en Brujas en mayo.

El 6 de diciembre se celebra el día de San Nicolás, una tradición orientada a los niños, en donde se acostumbra que San Nicolás traiga dulces y algunas veces regalos a los niños que se hayan portado bien durante el año. Es parecido a lo que en otros países es Santa Claus o la llegada de los Reyes Magos (Epifanía).

Tomorrowland es un festival de música electrónica celebrado anualmente en la pequeña ciudad de Boom. Está organizado por ID&T y Entertainment and Media Enterprise.[68]​ La primera edición del festival se celebró el 14 de agosto de 2005.[69]​ Se calcula que anualmente asisten 210.000 personas de 75 nacionalidades distintas. El festival tiene lugar en la ciudad de Boom, a 16 kilómetros al sur de Amberes, 32 kilómetros al norte de Bruselas.

Tomorrowland se ha convertido en el festival de música electrónica más importante del mundo.[70]

Existen cientos de diferentes tipos de cerveza, siendo su producción considerada por muchos como un arte. Las más conocidas son las trapenses (hay seis oficiales: Achel, Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle y Westvleteren), cervezas lambic (Kriek) y reconocidas cervezas artesanales por su alta calidad como "La Chouffe", "La Binchoise" o "Dolle Brouwers". Lo mismo ocurre con los chocolates, los más conocidos son: Godiva, Neuhaus, Cornet, Côte d'Or, Leonidas...

La gastronomía belga está muy influenciada por la cocina francesa. La cocina belga está entre las mejores de Europa: ha reinterpretado las tradiciones gastronómicas de la vecina Francia de una manera original, adaptándolas a los productos típicos de su propio territorio. La cocina belga posee características regionales que le dan una gran variedad de recetas e ingredientes. Muestras de la cocina belga son el chocolate, la cerveza, las patatas fritas, los gofres, las carnes (con razas desarrolladas en el país como la bleu blanc belge en bovino, o la Pietrain en porcino) o las coles de Bruselas.

También se dice a menudo de los belgas que es una nación de Gourmands en vez de Gourmets que se puede traducir que prefieren la «gran cocina» en vez de la fine cuisine. En realidad esto se traduce en que es una cocina de «grandes porciones» y de gran calidad. La palabra en francés Gourmandise proviene originariamente de ‘glotón’, pero ha sido interpretada con otro significado en Francia (el término todavía es usado hoy en día, aunque con tintes un poco arcaicos). Es un dicho que en Bélgica se sirve la cantidad de comida de Alemania y la calidad de Francia.

Los deportes más populares en Bélgica son el ciclismo, el fútbol, el tenis y el automovilismo.

El ciclismo

El ciclismo en este país goza (junto con otros países de la zona) de una gran popularidad, siendo el ciclo-cross (una modalidad de este) el deporte más visto y practicado por los belgas. La mayoría de carreras de ciclismo en ruta profesional están celebradas en este país, sobre todo en las regiones de Flandes y Ardenas. La primera, cuenta con una gran red de pavé, un tipo de firme adoquinado muy característico, que además suele deparar mucho espectáculo. La falta de este país de montaña se compensa con los "muros" o cotas, unos tramos de carretera o adoquín bastante cortos, pero con altos porcentajes que hacen difícil su paso y también son muy habituales en las clásicas de estas zonas. En Bélgica se celebran dos de los cinco "monumentos" ciclistas de la temporada:

Además de estas importantes carreras, Bélgica cuenta con gran cantidad de carreras (la mayoría clásicas, como la Omloop Het Nieuwsblad o la Flecha Valona. En algunas ocasiones también ha sido salida del Tour de Francia, o transitada por ella, como en 2015, en la que una etapa finalizaba, en el Muro de Huy. Bélgica es también una cuna de buenos ciclistas, la mayoría especializados carreras de pavés, como el allí

Otros deportes populares

En el fútbol, el R.S.C. Anderlecht y el Club Brujas son considerados los dos clubes con más popularidad dentro del país. El R.S.C. Anderlecht, junto al RKV Malinas, son los únicos clubes nacionales con títulos internacionales (dos Recopas Europeas, dos Supercopas Europeas y una Copa UEFA por parte del R.S.C. Anderlecht; y una Recopa y Supercopa Europea del RKV Malinas); mientras que el Club Brujas es el único club que logró llegar a una final de la Copa de Europa, aunque no llegó a ganarla.

La selección de fútbol es una de las más importantes a nivel continental, logrando un tercer lugar de la Eurocopa en 1972 y un subcampeonato en 1980, además de ocupar el tercer lugar en el Mundial en 2018, siendo su mejor participación en la historia de la cita orbital. En los Juegos Olímpicos, ganó el bronce en París (año 1896) y el oro en su propio país, en 1920.

Por el lado del tenis, Kim Clijsters y Justine Henin son las dos tenistas que han alcanzado el número 1 de la clasificación mundial. Henin ganó siete torneos de Grand Slam y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, en tanto que Clijsters fue campeona de tres ediciones del Abierto de los Estados Unidos y una del Abierto de Australia. Ellas también lideraron el equipo de Fed Cup de Bélgica que ganó en 2001.

El circuito de Spa-Francorchamps es uno de los más prestigiosos del automovilismo mundial. Allí se han disputado el Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1, el Gran Premio de Bélgica del Campeonato Mundial de Motociclismo, los 1000 km de Spa-Francorchamps del Campeonato Mundial de Resistencia, y las 24 Horas de Spa del Campeonato Europeo de Turismos, Campeonato Mundial de Turismos y Campeonato FIA GT. En circuitos se han destacado los pilotos Olivier Gendebien, Paul Frère, Jacky Ickx, Thierry Boutsen y Eric van de Poele, y en rally Bruno Thiry, Freddy Loix y François Duval.

Oficiales

Semioficiales



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