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Batalla de Waterloo



Victoria decisiva de la Séptima Coalición.

La batalla de Waterloo fue un combate que tuvo lugar el 18 de junio de 1815 en las proximidades de Waterloo, una población de la actual Bélgica situada a unos veinte kilómetros al sur de Bruselas, entre el ejército francés, comandado por el emperador Napoleón Bonaparte, contra las tropas británicas, Neerlandesas y alemanas, dirigidas por el duque de Wellington, y el ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard von Blücher.[1]

Tras la vuelta del emperador de su exilio en la isla de Elba, dando inicio al periodo conocido como los «Cien Días», al reunirse la Séptima Coalición contra él, Napoleón decidió invadir los Países Bajos, lugar de reunión de las tropas de la nueva alianza. La batalla significó el final definitivo de las guerras napoleónicas.

Además de la batalla, forman parte de la campaña de Waterloo todos los combates entablados desde los primeros encuentros entre las tropas francesas con los destacamentos prusianos el 15 de junio hasta la retirada final del ejército francés el día 18, como las batallas de Ligny, Quatre Bras y Wavre.

El 26 de febrero de 1815, Napoleón huye de la isla de Elba donde estaba exiliado. El 13 de marzo, al enterarse de la noticia, se reúne de nuevo el Congreso de Viena, donde se le declara proscrito y se decide formar nuevamente una alianza para capturarle, la Séptima Coalición.

Una semana después Napoleón llega a París, donde recibe de nuevo el apoyo del pueblo y acuden a él todos los oficiales y soldados de la Grande Armée. Ante la situación Luis XVIII se marcha y Napoleón se proclama por segunda vez emperador.

La nueva coalición formada por Austria, Rusia, Gran Bretaña y Prusia empieza a desplegarse en los Países Bajos, que es cuando Napoleón decide atacar, consciente de la necesidad de detenerles antes de que volvieran a unirse todos los ejércitos. El 12 de junio se dispone a destrozar la coalición y tomar Bruselas.

La principal causa por la que Napoleón optó por una estrategia ofensiva, fue por los posibles efectos que un éxito repentino podría producir. Por un lado, una victoria aplastante podría atraer de golpe la opinión pública francesa a la causa de Napoleón y hacer que se viniese abajo la determinación de la coalición. Por otra parte, la derrota de los aliados atraería con toda seguridad una revolución a su favor en Bélgica, donde tenía muchos partidarios, que sería a su vez una nueva fuente de reclutas. Además del declive militar de Wellington que podría atraer el gobierno tory de lord Liverpool en un gobierno que tal vez sería más proclive a firmar la paz. Y por último, podría aprovechar para concentrar un ejército para hacer frente a los austriacos y los rusos.

Pero lo que inclinó la balanza definitivamente era la sabida existencia de discrepancias políticas entre Inglaterra y Prusia. De hecho, debido a estas diferencias, cada uno de los ejércitos tenía sus propias rutas de suministros en lugar de una compartida. La ruta de los ingleses partía de Bruselas, pasando por Ninove y Alost, hasta llegar a Ostende y la Mancha. La de los prusianos salía de Lieja y se adentraba en la Alemania central. Un ataque repentino podía obligar a uno de los bandos a retirarse siguiendo su propia línea de comunicación. Si Napoleón aprovechaba la brecha que los separaba, que en un principio era ya de 75 kilómetros (distancia entre ambos cuarteles generales), podría aislar a cualquiera de los dos y atacarlos por separado, pues era claro que ninguno de los dos ejércitos por separado sería capaz de valerse contra la poderosa Armée du Nord: un ejército rápido, poderoso, con unas tropas experimentadas y con sed de venganza, y dirigidas por el que ha sido uno de los mejores estrategas de la Historia.

Las tropas francesas empezaron a movilizarse el 6 de junio y prácticamente ya habían tomado posiciones el 14 de junio.

A las 15 horas del día 15 el Tercer Cuerpo llega a Charleroi, donde se encuentran las tropas de Ziethen. Debido a un error en el despliegue del Tercer Cuerpo, la caballería de Pajol carece de apoyo en esta localidad, por lo que el emperador se ve obligado a acudir él mismo con un destacamento de la Guardia para expulsar a los prusianos de la ciudad y garantizar el control de los puentes del Sambre.

Mientras, el cuarto cuerpo que había sido desviado hacia los puentes de Châtelet, sufre un imprevisto: el general que iba en cabeza, Bourmont, deserta, sembrando la duda y la confusión en el batallón.

Por otra parte, esa misma mañana la columna de Reille, la única que alcanzó su posición sin retrasos en el cruce de Marchienne (a las nueve de la mañana), se topó con los destacamentos de Ziethen, que opusieron tal resistencia que no fueron desalojados hasta el mediodía.

De tal modo, a pesar de los retrasos y algunos inconvenientes, durante la tarde del 15 de junio prácticamente todas las tropas francesas ocupaban ya sus posiciones prefijadas.

A Wellington le sorprendieron estos hechos cuando estaba en un baile junto con otros oficiales en Bruselas. Un mensajero le dio la noticia de la invasión de Napoleón y rápidamente tuvo que reunir a sus oficiales y marchar al campo de batalla.

En la aldea de Quatre Bras se producen las primeras refriegas entre las tropas de Wellington y las del mariscal Ney. Esta localidad estaba comunicada por una carretera con la aldea de Ligny a la que acudieron los prusianos, con Blücher a la cabeza. El resultado de ambos combates se saldó con una retirada de los ingleses en Quatre Bras y una retirada prusiana de Ligny.

Asimismo, las órdenes ambiguas de Napoleón el 17 de junio a su subordinado el mariscal Grouchy de perseguir a los prusianos con 30 000 hombres contribuyeron finalmente a la derrota de Napoleón. Grouchy, no siendo un madrugador, empezó la persecución tarde el 17 y el 18. El 18, con el ala derecha del Ejército del Norte reforzada con un cuerpo de caballería, ignoró el consejo de Gérard de «marchar hacia donde se oía el cañoneo» en Waterloo y se enfrentó a la retaguardia prusiana bajo el mando del teniente general barón von Thielmann en la batalla de Wavre.

En la noche del 17 al 18, el ejército prusiano fue reforzado con la llegada del IV Cuerpo al mando del teniente general Bülow von Dennewitz, que no había estado presente en Ligny.

Después de la derrota prusiana en Ligny, la posición de Wellington en Quatre Bras se había vuelto insostenible. En un lluvioso día 17, Wellington retiró su ejército a la posición previamente reconocida de Waterloo, seguido por el ala izquierda del Ejército Francés del Norte bajo el mando del mariscal Ney. Napoleón se unió a Ney con la mayoría del Ejército de Reserva que (con el ala derecha del Ejército del Norte) había derrotado a los prusianos en Ligny.

La última fase de la batalla se inicia a las 11:30 del día 18, cerca de Waterloo, donde Wellington responde al ataque frontal de Napoleón, mientras espera a los prusianos, que avanzan lentos a causa de la lluvia. Durante esa decisiva mañana los dos comandantes principales dieron arengas a los suyos y repartieron ginebra, galletas y carne, caso de Wellington, y coñac, caso de Napoleón, el cual estaba en mal estado por una cistitis. Por otra parte, a las 16:00, en Wavre, Grouchy persigue a los prusianos que habían huido y no puede socorrer a las diezmadas fuerzas de Napoleón.

En Waterloo, Wellington tenía la granja fortificada de Hougoumont anclando su flanco derecho, y varias otras granjas a su izquierda. Napoleón notó este gran problema antes incluso de que la batalla comenzase. Sin estar seguro de la situación del ejército prusiano desde la lucha en Ligny dos días antes, Napoleón estaba totalmente convencido de la necesidad de empezar el asalto a las posiciones de Wellington con el arma más temida de la época, la artillería de campo francesa. Su entrada en fuego fue retrasada por unas horas hasta que el suelo empapado por la tormenta de la noche anterior se hubiese secado lo suficiente para soportar el peso de las armas. El barro también estorbó a la infantería y la caballería mientras se colocaban en posición. Cuando finalmente la artillería francesa abrió fuego sobre las posiciones de Wellington a las 11:35, el esperado impacto en las tropas aliadas fue minimizado por el terreno embarrado y blando que absorbía el impacto de muchas de las dañinas balas de cañón. Además, Wellington había desplegado a la mayoría del ejército aliado detrás de la cima, para proteger a sus tropas de la esperada cortina de fuego.

Un elemento crucial del plan de batalla francés era atraer a la reserva de Wellington al flanco derecho en defensa de Hougoumont, pero los ataques a la granja no tuvieron éxito, aunque en un punto rompieron la defensa exterior de ésta antes de ser rechazados. Hougoumont se convirtió en una batalla dentro de otra, y a lo largo del día su defensa continuó atrayendo miles de valiosas tropas francesas a un ataque sin frutos, mientras casi todas las reservas de Wellington continuaban en su centro.

A las 13:30, Napoleón ordenó al mariscal Ney enviar a la infantería de d'Erlon adelante contra el centro izquierda de Wellington, pasando al este de la granja de La Haye Sainte. El ataque se centró en la 1.ª brigada belga-neerlandesa, comandada por el mayor general Willem Frederik van Bylandt, que era una de las pocas unidades posicionadas en la parte delantera de las colinas. Jerome Bonaparte, hermano de Napoleón, también estuvo presente en el ataque. Después de sufrir un intenso bombardeo de artillería e intercambiar descargas con los elementos avanzados de d'Erlon durante nueve minutos, los soldados de van Bylandt -en inferioridad numérica- fueron forzados a retirarse al otro lado de la colina, entre las líneas de la división del teniente general Thomas Picton. La división de Picton incluía unidades veteranas de la campaña en la península ibérica, entre las que se encontraban los regimientos Highland, algunos de los pocos que eran curtidos en combate y que permanecían con el contingente británico de Wellington en Waterloo. La división de Picton avanzó sobre la cima de la colina para enfrentarse a d'Erlon. Los británicos fueron destrozados por descargas y contraataques, pero los soldados de Picton permanecieron firmes, deshaciendo el ataque. El asalto francés fue finalmente rechazado por la caballería pesada británica comandada por lord Uxbridge y la famosa carga de los Scots Greys. Tan espectacular evento tuvo un coste tan alto para la caballería pesada que, colectivamente y algo desperdigados, jugaron un pequeño papel durante el resto de la batalla. Picton no llevaba el equipaje militar puesto al haberse extraviado y luchó con ropa de civil y usó como espada un paraguas; murió en este enfrentamiento. Colin Hackett, después de recibir varios balazos, siguió agarrando la bandera de su regimiento hasta que murió.

Cuando Napoleón dejó inesperadamente el campo de batalla a las primeras horas de la tarde, Ney, el lugarteniente de los franceses, confundió una maniobra aliada para reposicionar sus tropas más atrás de las colinas con una retirada general. Sin consultar, ordenó avanzar a un regimiento, luego a otro, luego a otro, hasta que un masivo asalto de unos 5000 efectivos de caballería atronaba subiendo la pendiente. Los ataques fueron repelidos doce veces por los sólidos cuadros de infantería aliados (cuatro filas de profundidad con la bayoneta calada, vulnerables a la artillería o a la infantería, pero mortales para la caballería), el rápido fuego de la artillería británica obligó a la caballería francesa a retroceder para reagruparse y los decisivos contraataques de los regimientos de la Caballería Ligera británica y la Brigada de Caballería pesada neerlandesa acabaron por desbaratar la desordenada ofensiva imperial.

Después de numerosos ataques a la colina, la caballería francesa fue efectivamente destrozada. Los prusianos estaban enfrentándose ya al flanco derecho del Ejército Imperial cuando La Haye Sainte cayó ante los franceses al principio de la tarde. Con el centro de Wellington expuesto, Napoleón empeñó su última reserva, la invencible Guardia Imperial. Después de marchar a través de una niebla de balas y metralla, parecían confiados en machacar a Wellington. Pero sin saberlo, 1500 Guardias británicos, bajo el mando del mayor general Peregrine Maitland, estaban cuerpo a tierra para protegerse de la artillería francesa. Levantándose todos a una, devastaron a la sorprendida Guardia Imperial con descargas de fuego a quemarropa y después cargaron. La Guardia Imperial, por primera vez en su historia, retrocedió en desorden y caos. Wellington, juzgando que la retirada de la Guardia Imperial había desanimado a todos los soldados franceses que la habían visto, espoleó a su caballo Copenhagen y ondeó su sombrero al aire como señal para un avance general.

Después del fracasado ataque de la Guardia al centro británico, la Guardia Imperial francesa corrió por sus reservas de tres regimientos (algunas fuentes mencionan cuatro) al sur de La Haye Sainte para una última resistencia frente a los hanoveranos (King's German Legion). Una carga de la brigada del mayor general Frederick Adam y una segunda división anglo-aliada, al mando del teniente general sir Henry Clinton, llevó a la confusión: aquellos que permanecían en unidades semicoherentes lucharon y se retiraron hacia La Belle Alliance. Fue en este momento cuando el coronel Hugh Halkett aceptó la rendición del general Pierre Cambronne.

Casi al mismo tiempo, los prusianos, después de una batalla que había durado una hora, finalmente arrojaron a los franceses fuera del pueblo de Plancenoit, que estaba en el extremo (británico) izquierdo del campo de batalla. La última unidad en retroceder fue la Vieja Guardia de la Guardia Imperial, estacionada en la iglesia y el cementerio de Plancenoit.

Todo el frente francés empezó entonces a desintegrarse bajo el avance general del ejército anglo-aliado y el ejército prusiano que siguió a la captura de Plancenoit. La última fuerza francesa coherente fueron regimientos de la Guardia Imperial estacionados alrededor de La Belle Alliance. Eran una reserva final y una guardia personal de Napoleón. Durante un momento Napoleón confió en que si se mantenían firmes, el ejército francés les seguiría. Pero cuando la retirada se convirtió en una fuga, se vieron forzados a formar cuadros como protección frente a los elementos avanzados de la caballería aliada. Formaron en dos cuadros, uno a cada lado de La Belle Alliance. Hasta que fue persuadido de que la batalla se había perdido y que debería partir, Napoleón comandó el cuadro que se formó en el terreno elevado a la derecha (británica) de la La Belle Alliance. Los prusianos se enfrentaron al cuadro de la izquierda y la brigada del general Adams cargó contra el cuadro de la derecha forzando la retirada. Según caía la oscuridad, ambos cuadros se retiraron de la batalla hacia Francia en relativo buen orden, pero la artillería francesa y todo lo demás cayeron en las manos de los británicos y los prusianos y se vieron rodeados por miles de franceses que no formaban parte de ninguna unidad coherente. La caballería británica y aliada persiguieron a los franceses hasta las 23:00, los prusianos, relativamente frescos tras una corta batalla, persiguieron a los restos del ejército francés durante toda la noche.

Aproximadamente a las 21:00, Wellington y Blücher se encontraron en el que anteriormente había sido cuartel de Napoleón La Belle Alliance, habiendo capturado al mariscal Guillermo conde de la Colonialé, significando el fin de la batalla. A las 21:30, Wellington empieza a redactar su informe sobre la batalla. Las bajas fueron graves en los dos bandos, lo que hizo pronunciar a Wellington al final de la lucha, al ver el campo de batalla plagado de cuerpos inertes: "Al margen de una batalla perdida, no hay nada más deprimente que una batalla ganada".

Tras la victoria en Waterloo las tropas aliadas se adentran en Francia en busca de Napoleón. El 1 de julio, Von Blücher ocupa Versalles, el 8 de julio se restaura la corona de Luis XVIII y dos días más tarde, el 10 de julio, Napoleón se rinde. Será exiliado el 26 de julio en la isla de Santa Elena, situada en la mitad del Atlántico, donde morirá seis años después.

El sueño de Napoleón moría definitivamente, las fronteras se restauraron volviendo al estado anterior. Pero el paso de la Grande Armée por el continente dejó una doble huella, que en algunos casos, como el de España, tardaría pocos años en explotar (con la Revolución de 1820 y las Guerras de Independencia de Hispanoamérica), y fueron las ideas del liberalismo político y, a su vez, de un sentimiento nacionalista surgido como reacción a la ocupación francesa en diversas zonas del continente.

Durante los combates de Ligny a lo largo de un frente de once kilómetros, participaron en el bando francés 80 000 soldados y 210 cañones; las bajas estimadas fueron de 11 500 (14 %). Los prusianos desplegaron 84 000 soldados y 224 cañones, estimándose las bajas en cerca de 25 000 (30 %).[2]

En Quatre Bras, un frente de unos cinco kilómetros, el bando francés contaba con 24 000 soldados y entre 60 y 92 cañones y, las bajas estimadas fueron de 4000 (17 %). Las tropas aliadas que participaron en los combates fueron 36 000 soldados y 42 cañones, de los cuales se calcula un total de 4800 bajas (13,3 %).

Durante la jornada de Mt. Saint Jean (Waterloo), en un frente de unos ocho kilómetros, los franceses contaban con 72 000 hombres y 246 cañones y se estima un total de 41 000 bajas (57 %). En el bando aliado participaron hasta 140 000 (inicialmente 68 000) soldados y 200 cañones (inicialmente 156) y, las bajas estimadas fueron 22 000 (16 %). En Wavre, un frente de unos cinco kilómetros, las tropas francesas se componían de 33 000 soldados y 80 cañones y las bajas estimadas fueron de 2500 (7,5 %). Las fuerzas prusianas disponían de 17 000 soldados y 48 cañones y las bajas fueron unas 2500 (14,5 %).

El total de tropas que participaron fue de 122 721 y 366 cañones por parte de los franceses; 117 000 prusianos y 296 cañones, más 110 000 aliados y 222 cañones. Las bajas totales (incluyendo desertores, prisioneros y heridos graves) fueron para los franceses de unas 60 000 y para los aliados unas 55 000.

La organización inicial (según David Chandler) del Armée du Nord durante la campaña de Waterloo (total 122 721 hombres: infantería 89 000; caballería 22 100; 9090 artilleros con 366 cañones; ingenieros, etc. 1978 y 553 en el Estado Mayor) fue la siguiente:

El ejército prusiano se organizó de la siguiente forma:

Fuerzas en el Reino Unido de los Países Bajos:

El ejército de Wellington, una fuerza multinacional de 68 000 hombres (25 000 británicos, 17 000 belgas y neerlandeses, 10 000 hanoverianos, 7000 hombres de Brunswick, 6000 hombres de la King's German Legion –Legión Real Alemana– y 3000 hombres de Nassau. La distribución por armas era: más de 50 000 infantes, 11 000 jinetes y 6000 artilleros con 150 cañones), y estaba organizado del siguiente modo:

Napoleón I Bonaparte (1769-1821). El propio Wellington decía que la presencia de Napoleón en el campo de batalla equivalía a 40 000 soldados. Este genio militar y su enorme capacidad para actuar contundentemente e intuir lo que el enemigo iba a hacer, que ya había derrotado a ejércitos más numerosos, no pudo ese 18 de junio en la aldea belga de Mont-Saint-Jean, cerca de Waterloo, volver a realizar la misma hazaña. Se cuenta que se mantuvo alejado de la línea de batalla por estar enfermo. A pesar de todo, el ejército francés estuvo a punto de alzarse con la victoria. Sólo en los momentos finales de la batalla, cuando Blücher alcanzó las posiciones de Napoleón, se decidió la suerte de Waterloo.

Arthur Wellesley, primer duque de Wellington (1760-1852), tenía en común con Napoleón esa mezcla de militar y político, se ganó sus méritos luchando contra las tropas napoleónicas en España, pero también consiguió recelos en la península, pues le consideraban demasiado defensivo. No es casualidad que la mayoría de sus victorias las consiguió gracias a tácticas defensivas. Acostumbrado, o poco atrevido como dirían sus detractores, a no lanzarse al ataque sin estar seguro de no perder, en Waterloo volvió a mostrarse defensivo, motivo por el cual tardó en tomar la decisión de atacar poniendo en peligro a los prusianos y a toda la batalla. Aun así supo esperar su momento para lograr la victoria.

Gebhard Leberecht von Blücher (1742-1819), general prusiano, veterano de 72 años, admirado "soldado entre soldados", que no temía estar en la línea de fuego. Resultó herido y casi capturado por los franceses tras la última carga en Ligny, pero no cejó en su empeño hasta ver entrar a sus tropas en París.

Rebecque

El neerlandés Jean Victor de Constant Rebecque (1773-1850), era jefe del Estado Mayor del Ejército Real de los Países Bajos y exoficial de Napoleón. En un momento crítico del 16 de junio, antes de los enfrentamientos de la batalla de Quatre Bras, decidió desobedecer las órdenes de Wellington de retirarse del cruce estratégico de Quatre Bras que comunicaba a ambos ejércitos. De haber obedecido, la ocupación de este cruce por parte de las tropas francesas tal vez se hubiese podido realizar y probablemente hubiera permitido el refuerzo por parte de Ney a Napoleón en Ligny llevando a la derrota total de Blücher como pretendía Napoleón.

Gneisenau

August Wilhem Anton Graf Neidhasrdt Gneisenau (1760-1832), teniente general del ejército prusiano, tomó la crucial decisión de mantener a sus tropas en contacto con las tropas anglo-aliadas a pesar del fracaso de Ligny. A pesar de que nunca se fio de las intenciones de Wellington, continuó siendo fiel a la idea de mantenerse unidos.

Zieten

Wieprecht Hans Karl Friedrich Ernst Heinrich Graf von Zieten (1770-1848), general prusiano, comandó el primer cuerpo del Ejército prusiano, se destacó durante las jornadas clave del 15 y del 18 de junio. Este último, contradiciendo las órdenes de Blücher decidió apoyar el desmoronado flanco izquierdo de Wellington.

Bülow

General Fiedrich Wilhelm Graf von Bülow (1755-1816), junto con sus hombres fueron los primeros prusianos, a pesar de contar con escasas fuerzas, en ayudar a las tropas de Wellington durante el combate del 18 en Waterloo. A pesar de su carencia de efectivos, por orden de Von Blücher quien le prometió refuerzos, se movilizó rápidamente.

Grouchy

Emmanuel de Grouchy, mariscal de campo que comandaba el ala derecha del Ejército, recibió la orden de perseguir a los prusianos tras el combate en Ligny. Aunque les alcanzó el 18 de junio y les venció, privó a Napoleón de 30 000 soldados. A pesar de ello no pudo evitar la unión del ejército prusiano a las tropas de Wellington.

Ney

El mariscal Michel Ney (1769-1815) lideró a las fuerzas francesas en Quatre Bras y comandó el ala izquierda del Ejército. Durante el combate en Waterloo pidió más tropas a Napoleón, pero este le replicó diciéndole que a no ser que las fabricase, de dónde esperaba que las sacase. Ney fue fusilado en París, tras el regreso de Luis XVIII.

La batalla fue bautizada por el duque de Wellington. Tras la victoria, al encontrarse con el mariscal Gebhard Leberecht von Blücher en lo que había sido el cuartel general de Napoleón, Blücher sugirió darle el nombre de dicho campamento, la Belle Alliance, pero el duque insistió en mantener su propia tradición: las batallas debían llevar el nombre del lugar donde él había pasado la vigilia, y este lugar era Waterloo. Los franceses utilizaron en un principio el apelativo de Mont Saint Jean para referirse a la batalla. Finalmente, el hecho de que Waterloo fuese más pronunciable para los anglosajones y la hegemonía política británica posterior determinaron que ese fuera el nombre con el que ha pasado a la posteridad.




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