Las baterías de costa consistían en complejos militares de artillería pesada que se situaban cerca de la orilla del mar y su objetivo principal era defender una plaza, un arsenal o un paso importante, frente a los ataques de las escuadras enemigas.
Según el armamento que recibían se clasificaron en baterías de perforación, baterías ordinarias, baterías de tiro rápido, baterías de obuses, baterías de morteros y baterías auxiliares.
Cuando la palabra “batería” empezó a aplicarse más que a la obra constructiva en sí, a la agrupación de las piezas que en ella se incluían, empezaron a utilizarse diferentes denominaciones para indicar distintas clases y calibres (baterías de cañones del doce, batería de obuses del quince o de morteros de ochenta y uno).
Las baterías fortificadas fueron desapareciendo conforme la guerra cambiaba desde los modelos de frente de fuego perfectamente definidos hasta los modelos de alta movilidad y envolvimiento mecanizado y aerotransportado, tanto por los flancos como en la tercera dimensión, la aérea, lo que hacía inútil la existencia de grandes obras de fortificación tanto ofensivas como, principalmente, defensiva. Igualmente la existencia de piezas de artillería autopropulsadas de gran calibre y protección blindada, cuya movilidad le permitía el cambio rápido de posición según lo aconsejaban las condiciones del combate, dieron definitivamente la puntilla a las baterías fortificadas, de las que sólo se conservaron algunos ejemplos de batería de costa en un corto número, cada vez menor, de países.
La estructura artillera de aquel sistema además contaba con amplias galerías subterráneas y túneles donde se almacenaban los polvorines que aseguraban el suministro de los proyectiles a las piezas artilladas. Estas poseían una capacidad rotatória con un notable grado de elevación a la hora de orientar el disparo, una vez establecido el ángulo de tiro con la ayuda del telémetro y la triangulación.
Hacia el año 1999, en Europa contaban con baterías de costa las fuerzas armadas de Bulgaria, con cañones y misiles; Chipre, sólo con misiles; Croacia, también con cañones y misiles; Dinamarca, igualmente con cañones y misiles; Finlandia, con cañones y misiles; Letonia, con cañones; Noruega, con cañones, misiles y torpedos; Polonia, cañones y misiles; Rumanía, con cañones; Rusia, con cañones y misiles; Suecia con cañones y misiles y Turquía, sólo con cañones.
En España, debido a sus condiciones costeras y a la escasa mentalidad naval que existió, se dio gran importancia a la fortificación de la costa y por ello a la existencia de baterías de costa, que aún existían a principios del siglo XXI. Antecedentes de las mismas fueron los diversos proyectos que en el último tercio del siglo XVIII se realizaron para la defensa de la costa, tanto en territorio peninsular como en el colonial de la época.
Así, se levantaron una serie de construcciones, especialmente en la costa de Granada, que recibieron la denominación de “batería” y que constaban de diferentes tipos de piezas artilleras de calibre grande y mediano. En el siglo XIX se fortificaron igualmente los principales puertos españoles y así se levantaron defensas de baterías de costas en Galicia, La Coruña, El Ferrol, Vigo, o en Cataluña, con el puerto de Barcelona como principal referente y en el que aún a principios del siglo XXI es posible ver las piezas que componían las baterías de costas del castillo de Montjuich durante finales del siglo XIX y principios del XX.
Igualmente en los alrededores de la mediterránea Base naval de Cartagena se podían apreciar las construcciones de las baterías de costas que habían sido usadas hasta la década de 1980, época en la que igualmente dejaron de existir las baterías de costa de la Base Naval de El Ferrol.
Así, a finales del siglo XX quedaban en España baterías de costas en el estrecho de Gibraltar, tanto en Cádiz como en Ceuta, en Mallorca y en Menorca, baterías que estaban compuestas por piezas de grueso calibre.
Son especialmente destacables las baterías de costa que defendían prácticamente la totalidad de la isla de Mallorca y especialmente la bahía de Palma. Llegaron a contarse una veintena de baterías con una dotación que oscilaba entre dos y cuatro cañones cuyos calibres oscilaban entre los 14 y 24 centímetros.La etapa de mayor expansión de aquel sistema defensivo coincidió con el desarrollo de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Durante aquella época la isla corrió el riesgo de ser utilizada por alguno de los países contendientes por su papel geoestratégico en el Mediterráneo Occidental.
Con la falta de utilidad para la defensa en la guerra moderna, algunas se conservan cómo áreas de maniobras militares, pero en su gran mayoría han comenzado a ser desclasificadas de interés para la defensa ("desafectadas") y puestas a la venta (se ubican en las mejores conservadas áreas naturales costeras) para generar recursos para los presupuestos del Ministerio de Defensa.
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