El bienestar social se indica observando los factores que participan en la calidad de vida de las personas en una sociedad y que hacen que su existencia posea todos aquellos elementos que dan lugar a la satisfacción humana o social. Se trata de una condición no observable directamente, que se comprende a partir de formulaciones y se compara de un tiempo o espacio a otro. Aun así, el bienestar, como concepto abstracto, posee una importante carga de subjetividad propia del individuo, aunque también aparece correlacionado con algunos factores económicos objetivos. El bien social no implica necesariamente un colectivismo. El concepto de bienestar social a menudo se confunde con el de la calidad de vida y, sin embargo, son diferentes. Los dos conceptos se derivaron de las diversas teorías del bienestar, pero al paso del tiempo se fueron diferenciando; así, en tanto que la calidad de vida se orientó a los componentes psicosociales, el bienestar social lo hizo más bien hacia los aspectos materiales.
La medida del bienestar económico ha sido objeto de intenso debate debido a la dificultad de definir qué debe entenderse por bienestar. Convencionalmente se ha optado por tomar, como medida del bienestar, la cantidad de bienes materiales y servicios útiles producidos por un país, dividido entre el número de sus habitantes (lo que se conoce con el nombre de renta per cápita) o alguna medida directamente relacionada con ésta. Aun así, existen otras medidas alternativas que consideran factores no englobados en el PIB y en la renta per cápita.
Para rentas nacionales bajas, la renta per cápita es mucho mejor indicador del bienestar social. Una de las razones es que la esperanza de vida está positivamente correlacionada con el PIB per cápita cuando este se sitúa entre 0 y 4.000 dólares, pero a partir de 10 000 dólares apenas existe correlación entre ambos, por ejemplo. Otros factores que contribuyen al nivel de vida material de una población son:
La renta per cápita se mide a partir del Producto Interno Bruto (PIB) o valor de los bienes y servicios que produce un país, dividido entre el número de habitantes. Al calcular el valor de la producción de un país a precios de mercado, se sabe cuál es el ingreso de ese país. Por acuerdo internacional, se expresa siempre en dólares.
Si se divide el valor del PIB entre el número de habitantes, se obtiene un promedio, un indicador de cuánto tendría de ingreso cada quien. Se hace así porque si dos países tienen el mismo PIB, digamos de 1000, pero uno tiene 20 habitantes y otro 50, al dividir el 1000/20 vemos que el ingreso per cápita es de 50 mientras que en el otro, al dividir 1000/50 el ingreso per cápita es de 20, "o sea" es un país más pobre que el primero.
Se trata de un cálculo estadístico, de un promedio, no de que en realidad los habitantes de un país produzcan eso y por tanto tengan ese ingreso. Hay muchas personas que, como los bebés, no producen nada económicamente hablando y otras que producen muchísimo más que la cifra promedio.
Los tres factores que más contribuyen al incremento del PIB per cápita son:
El PIB per cápita recibe fuertes críticas como índicador del bienestar social. Como ejemplo, algunos economistas han objetado que el PIB mide sólo un aspecto parcial del bienestar económico objetivo.
En cambio, el IPH intenta medir el nivel de pobreza existente en un país. Este índice fue elaborado por Naciones Unidas y en el caso de las economías en desarrollo (puesto que existe otro índice para los países de la OCDE) comprende:
Así pues, este último índice es más elevado en los países de mayor pobreza.
Como se ha indicado para medir aproximadamente la distribución uniforme de la renta entre todos los individuos de un país determinado existen algunos indicadores económicos alternativos como son:
Algunos de los indicadores más idóneos para medir el bienestar social de un país son:
Además del índice de desarrollo humano directo (IDH), que entre sus parámetros cuenta con la Renta per cápita, existen otros, indirectos, que son aquellos que indican el grado de pobreza, subdesarrollo o privación.
El bienestar subjetivo es cualquier medida de la cantidad de bienestar que dicen tener las personas de un país. Una medida de esto por ejemplo es índice de bienestar subjetivo, que se elabora a partir de encuestas, se calcula a partir del porcentaje de personas que se consideran "felices" o "muy felices" menos el porcentaje de personas que se consideran "no muy felices" o "infelices".
La Encuesta Mundial de Valores de 1990 mostró que este índice variaba desde -2% para Bulgaria hasta el 90% para Islandia. Se observó al igual que sucede con la esperanza de vida, que para niveles de renta baja existe una correlación más alta entre bienestar subjetivo y PIB per cápita. Para rentas más altas sigue existiendo correlación aunque más moderada. El coeficiente de correlación r entre las dos variables considerando todos los tramos de renta fue alto (r = 0,74).
El PIB per capita real de una economía suele utilizarse como indicador del nivel de vida medio de los particulares de un país, y el crecimiento económico suele verse por lo tanto como un indicador del aumento en el nivel de vida medio.
No obstante, se presentan algunos problemas al calcular el crecimiento mediante PIB per capita con la finalidad de medir el crecimiento del bienestar, por ejemplo:
Otras medidas de rentas nacionales, como el Índice de bienestar económico sostenible o el Indicador de progreso real, han sido desarrolladas como intento de ofrecer una visión más completa del nivel de bienestar, aunque no se ha llegado a un consenso en cuanto a qué medida, si existe, es mejor que el PIB. Este indicador sigue siendo con diferencia la medida más utilizada, especialmente si tenemos en cuenta que, independientemente de todo lo demás, un aumento del PIB real conlleva un aumento de la disponibilidad de empleo, necesaria para la supervivencia de la mayoría de los particulares.
Los propios creadores del sistema de contabilidad nacional que dio lugar a la medida del PIB advirtieron de las limitaciones de esta medida como medida del bienestar social. John Maynard Keynes, John Hicks y Simon Kuznets desarrollaron el sistema de contabilidad nacional porque sus gobiernos necesitaban mejores medios para gestionar sus economías frente a las espectaculares fluctuaciones del Ciclo económico en el período de entreguerras. Kuznets creador del sistema norteamericano unificado de contabilidad nacional, advirtió en 1934 al Congreso de que:
Sin embargo consideró que sus advertencias eran ignoradas y que tanto economistas como políticos acostumbraban a equiparar prosperidad y crecimiento del PIB per cápita. Años más tarde amplió su criticismo en el mismo sentido cuando declaró:
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