Blas Emilio Atehortúa Amaya (Corregimiento Santa Elena de Medellín, Antioquia; 22 de octubre de 1943-Bucaramanga, Santander; 5 de enero de 2020) fue un compositor, director de orquesta y docente colombiano considerado como uno de los más prolíficos de su generación y uno de los más sobresalientes en el espectro musical internacional.
Sus primeros estudios musicales los realizó en el Instituto de Bellas Artes de Medellín. En 1959 ingresó al Conservatorio Nacional en Bogotá, donde cursó materias de teoría y composición con Olav Roots, F. González Zuleta, José Rozo Contreras y Andrés Pardo Tovar. De este periodo se destacan algunas obras menores arraigadas en la tradición, para grupos instrumentales de cámara y tres obras orquestales que denotan inquietudes primarias de un talento en bruto.
Posteriormente ganó una beca para estudiar en el Centro de Altos Estudios Musicales del Instituto Torcuato Di Tella , en Buenos Aires, de 1963 a 1964. Esta institución le brindó la posibilidad de entrar en contacto con compositores jóvenes latinoamericanos y tomar clases con grandes compositores europeos y estadounidenses como Iannis Xenakis, Olivier Messiaen, Riccardo Malipiero, Luigi Dallapiccola, Alberto Ginastera, Bruno Maderna, entre otros de igual importancia.
Según el compositor, la primera etapa como creador comprometido con su arte empezó después de su experiencia en el Torcuato di Tella. De esta etapa en Buenos Aires son sus trabajos orquestales Concerto Grosso Op. 18 y Tripartita Op. 25 y obras menores para piano y agrupaciones de cámara. En ellos, el deseo de incorporar las técnicas aprendidas se hace notorio y marca un nuevo rumbo en su carrera, alejado de la tonalidad pero siempre con ese elemento rítmico incisivo que marca toda su obra.
En 1965 ganó una beca de intercambio cultural con algunas universidades norteamericanas, allí en Estados Unidos escribió Cantico delle creature, su primera obra vocal de gran escala. En 1966 volvió al Centro de Altos Estudios Musicales en Buenos Aires, donde permaneció hasta el 1968. A partir de esta fecha su labor como compositor se vio reconocida gracias al primer premio del Concurso Nacional de Composición en 1971, por su obra Apu Inka Atawalpaman Op. 50. El Concurso lo ganaría dos veces más, en 1979 con Tiempo- Americandina Op. 69 y en 1981 con Kadish Op. 107. Además, recibió un premio compartido en el Primer Concurso Internacional de Composición para Cuarteto de Cuerdas, de la agrupación Beethoven de Santiago de Chile en 1979. Durante este periodo también trabajó como docente y director de varios conservatorios musicales colombianos, entre ellos el de la Universidad Nacional de Colombia y compuso obras por encargo para distintas orquestas colombianas, latinoamericanas y estadounidenses.
Paralelamente a su trabajo de compositor, colaboró en diversas ocasiones como director de orquesta. La Orquesta Sinfónica de Colombia, la Orquesta Filarmónica de Bogotá y muchas otras orquestas latinoamericanas y estadounidenses figuran en su carrera, en algunas como director invitado, en otras como director asistente.
Murió en la ciudad de Bucaramanga, Santander, Colombia, el 5 de enero de 2020 en el Hospital Universitario de Santander, luego de estar padeciendo una infección intestinal. Sin embargo, y según testimonios, habría sido operado el 24 de diciembre de 2019 y ya estaba realizando el proceso de recuperación en la Unidad de Cuidados Intensivos. Días anteriores, y según exámenes médicos, parecía estar recuperándose y alcanzó a trasladarse a los cuartos del Hospital Universitario, donde a los 2 días, falleció de un paro cardiaco.
Musicalmente sus intereses han girado en torno al ritmo, la experimentación orquestal, la adaptación de modelos barrocos y un libre pensamiento tonal, moldeado entre melodías reconocibles y contrapuntos elaborados. Aunque dentro de su búsqueda se pueden oír momentos aleatorios, dodecafónicos y ciertamente atonales. Es esta deliberada intención por no adoptar una escuela ni un estilo lo que hace de su obra una interesante mezcla de elementos.
Algunos procedimientos barrocos de composición se encuentran presentes a menudo en la música de Blas Emilio Atehortúa, incluso los títulos de sus obras tienen profunda relación con este periodo. Pero sin duda la mayor influencia proviene del compositor húngaro Béla Bartók y de su maestro Alberto Ginastera.
Las únicas obras que han sido publicadas son Fantasía Concertante, para piano y orquesta de vientos, Op.103 (N.Y.: Peters, 1985); Concierto para oboe y orquesta de vientos, Op. 90 (N.Y.: Peters, 1982) y Preludio, variaciones y presto alucinante para piano (Revista A Contratiempo, No. 9, 1997). La carencia de publicaciones no refleja el éxito de su carrera ni su talento, sino la ausencia de una actividad editorial musical en Colombia.
En la década de los 90 su intensa labor compositiva no mermó el ritmo, lo cual no le impidió desempeñarse como profesor en universidades estadounidenses, Duchesne University, y colombianas, Universidad Industrial de Santander y Autónoma de Bucaramanga. Trabajo para FESNOJIV, Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela. Y en sus últimos años, vivió en una finca del municipio de Piedecuesta, Santander, con su esposa, la bailarina y coreógrafa, Sonia Arias Gómez.
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