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Bombardeo de Lérida



El bombardeo de Lérida fue un ataque aéreo que tuvo lugar en dicha ciudad la tarde del 2 de noviembre de 1937, en el contexto de la Guerra Civil Española. Fue uno de los más mortíferos de la guerra, junto con los de Guernica, Durango y Granollers.

La actividad de la aviación sublevada en los bombardeos sobre la retaguardia republicana venía incrementándose desde comienzos de otoño, cuando la Campaña en el Norte perdió su intensidad.[1]​ Por su parte, Lérida, que se hallaba en la retaguardia republicana del Frente de Aragón, no había sufrido hasta la fecha ningún bombardeo.

La tarde del 2 de noviembre de 1937, unos nueve bombarderos italianos Savoia S-79 despegaron del Aeródromo de Zaragoza para dirigirse a Lérida, en un ataque por sorpresa (según el parte de guerra "nacional" el objetivo era un puente sobre el río Segre).[2][3]​ Por alguna razón desconocida, las sirenas antiaéreas no sonaron la tarde de aquel día, lo que provocó que el bombardeo cogiese totalmente por sorpresa a los civiles.[3]​ «En pocos segundos la ciudad se convirtió en un infierno y sus calles en un campo sembrado de cadáveres».[2]​ Las bombas de los aviones cayeron en numerosos puntos del casco urbano, especialmente en los alrededores del Puente viejo, la Calle Mayor, el Mercado de San Luis, la sede local del Banco de España y el Liceo Escolar.[3]​ En esta escuela, más de 60 alumnos de edades comprendidas entre los 9 y los 13 años quedaron sepultados bajo los escombros.[2]​ Una de las bombas alcanzó de lleno un autobús repleto de viajeros en medio del puente del río Segre. No hubo supervivientes.[2]

El ataque dejó un elevadísimo número de fallecidos, con 250 muertos y alrededor de 750 heridos según algunos autores.[4]​ El problema es que el registro del cementerio de la ciudad tiene apuntados 185 muertos aquel día,[4]​ pero la relación de fallecidos no coincide con la lista de 173 muertos que publicó el periódico local HP los días 4 y 5 de noviembre y el libro del registro civil de Lérida, donde el oficial mayor inscribió entre 250 y 300 fallecidos (según recuerda él mismo) lo hicieron desaparecer en la posguerra, así como los ejemplares del diario HP de aquellos días. Como ha señalado la historiadora Mercè Batallat citada por Solé i Sabaté y Villaroya:[5]

El elevado número de muertos causó un escándalo internacional. El fotógrafo Agustí Centelles recogió en algunas fotografías los efectos materiales del bombardeo y las numerosas víctimas civiles. Según refieren los historiadores Solé i Sabaté y Villarroya:[5]



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