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Brecha digital de género



La brecha digital de género es una de las variables más relevantes relacionadas con el retraso de las mujeres en la incorporación al mundo de las nuevas tecnologías y al uso de Internet. Las diferencias de acceso entre hombres y mujeres se dan en todas las sociedades actuales, tanto en contextos de economías avanzadas como de economías en desarrollo.[1]​ Ramiro destaca que "las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en el terreno de las nuevas tecnologías e Internet, tienen diferentes manifestaciones, que van desde el acceso, pasando por la intensidad del uso, hasta el tipo de uso que se les da, sin olvidar, lógicamente, los factores económicos y socio-culturales que las rodean".[2]

Las mujeres aprovechan cada vez más las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en todas las esferas de la vida. Pero al mismo tiempo se produce una brecha de género manifiesta no sólo en el menor número de mujeres usuarias de las TIC, sino también en la persistencia de desigualdades estructurales específicas de género que constituyen barreras para su acceso y su uso. Al inicio de la aparición de las TIC, se partía de la idea de que no existía la brecha digital, sino que el retraso de algunos sectores, colectivos y países, era un estadio que se superaría con el tiempo y con el crecimiento económico (bastaría poner ordenadores para que la gente los utilizase). Hoy se constata, sin embargo, que hay diversos tipos de brecha digital y que esta persiste y adquiere nuevas formas. Además de la brecha de acceso, hay una brecha de uso, una brecha de contenidos y una brecha de habilidades tecnológicas.[3]

Brecha digital es la disparidad existente entre individuos, hogares, empresas y áreas geográficas de diferentes niveles socio-económicos en relación tanto a las oportunidades de acceso a las tecnologías de información y comunicación como al uso de éstas para una amplia variedad de actividades. Son capacidades para adquirir destrezas prácticas en TIC necesarias para el trabajo y la vida cotidiana. La brecha digital está relacionada con la brecha del conocimiento y, más específicamente, con las “habilidades digitales[4]​ necesarias para vivir y trabajar en sociedades caracterizadas por la importancia creciente de la información y el conocimiento.

La preocupación por las diferencias de género en el uso de ordenadores e Internet es creciente. Se han analizado diferentes aspectos en el uso de Internet en la sociedad y se ha demostrado que no hay diferencias en el uso de Internet en el tramo de edad de 16 a 24 años, pero va aumentando con la edad, llegando a ser diez puntos inferior en las mujeres en el tramo de edad de 65 a 74 años.[5]

Cecilia Castaño señala que la brecha de género también está relacionada con la escasa proporción de mujeres que trabajan como profesionales de la informática. Apunta Castaño que “lo más grave es que estas diferencias de género en las profesiones informáticas no parece que tiendan a reducirse en el futuro, ya que son más agudas entre los más jóvenes (menos de 40 años)".[6]

En la actualidad es posible identificar distintas perspectivas o líneas de investigación que indagan la problemática, tanto para brindar información estadística y descriptiva de las brechas, así como para visibilizar sus causas y esbozar posibles soluciones.

En primer lugar, un tipo de abordaje propone indagar en la participación de las mujeres como sujetos de la “sociedad de la información”, por un lado, visibilizando las aportaciones que realizaron a lo largo de la historia y demostrando que no son tan pocas, y por otro lado, identificando los obstáculos que siguen impidiendo una auténtica inclusión de las mujeres en este ámbito. En segundo lugar, otro tipo de estudios orientados al mercado laboral mapea los usos de las tecnologías de la información y comunicación por parte de mujeres y su relación con el empoderamiento y las oportunidades de acceso al mundo del trabajo en el sector empresarial. Una tercera línea está referida a las relaciones entre tecnología y el sistema sexo-género, examinando las implicancias epistemológicas de las categorías asociadas implícitamente a “lo femenino” y “lo masculino” en el diseño, desarrollo, difusión y utilización de las tecnologías.[7][8][9]

La inclusión digital es una ventaja competitiva y contribuye al bienestar de las personas, de lo que no pueden quedar excluidas las mujeres.[10]​ Cerrar la brecha digital de género contribuye a potenciar los impactos positivos de las nuevas tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) en la reducción de las brechas sociales de género existentes.[10]

La CEPAL recomienda algunas acciones para superar la brecha digital de género:[10]

Tradicionalmente las mujeres han estado relegadas en los medios. No suelen ser fuente de noticia excepto cuando se comete un crimen en contra de ellas. Por otro lado tampoco han tenido acceso a los medios. A las ponen al lado de los presentadores como “mujeres florero” o son pocas las que logran tener una presencia relevante, sobre todo en espacios informativos y de opinión.

Internet y todos los medios digitales nos ofrecen una oportunidad hasta ahora desconocida. Todas y todos podemos convertirnos en “opinadores”. Nuestra voz puede ser escuchada globalmente sólo con tener una cuenta en Twitter o en Facebook. Podemos posicionar temas en agenda que a los medios no les interesan y convertirlas en tendencia mundial. Las Tecnologías de Información y Comunicación abren nuevos espacios para defender los derechos de las mujeres. Pero hay que estar alerta, porque también pueden convertirse en otro medio para cosificarlas sexualmente.

O en nuevas estrategias para que los acosadores sigan sometiendo a sus novias o esposas: “El acoso a través de correos electrónicos, mensajes en Twitter o en Facebook es un fenómeno absolutamente nuevo. Las redes sociales, que son las nuevas formas de socialización entre los jóvenes, le están dando una magnitud diferente a un tipo de violencia que antes se ejercía por otros medios”.

Además, según revela el estudio de ALC sobre la imagen de la mujer en la red, hay más avances que retrocesos. [11]

Por eso es necesaria la capacitación en TIC, para saber usarlas, para hacernos presentes y garantizar espacios de lucha y reflexión sobre la equidad y en contra de la Violencia contra las Mujeres. Montserrat Boix, coordinadora del portal Mujeres en red, aconseja:

Y sobre todo, que esta incorporación de Internet y las TIC hay que hacerlas con Software Libre, para poder crear “una sociedad de la información plural y no discriminatoria”.[12]

A pesar de la discriminación hacia la mujer en las TICs a lo largo de la historia, existen numerosas aportaciones que han realizado. Mostramos algunos de los trabajos más influyentes realizados por mujeres:

Entre los obstáculos menos visibles para superar las brechas digitales está la inequidad de género. En América Latina, por ejemplo, "es potente la presencia femenina en uso de redes sociales y telefonía móvil",[13]​ por lo que la brecha de acceso ha disminuido, pero "no tiene correlato en relación con la toma de decisiones de alto nivel empresarial o gubernamental"[13]

El efecto del nivel de estudios tampoco reduce la brecha de género. Las desigualdades de género en el mercado de trabajo son relevantes y se manifiestan de varias formas:

En América Latina las mujeres igualan a los hombres en el acceso a computadores y a la conexión de Internet en el hogar, pero, en cuanto al uso, existe una brecha digital en todos los países de la región con un porcentaje de mujeres menor al de los hombres que declaran usar Internet.[10]​ Según menciona Castaño (2008), la mayoría de las mujeres suele emplear internet para actividades de ocio dentro del ámbito del hogar. Mientras que los hombres suelen emplearlo en mayor medida en sus trabajos, además de en sus casas. Esta brecha también es notada dentro de las carreras que se encuentran vinculadas a las TICs, donde el mayor porcentaje se encuentra ocupado por hombres. Aunque con el correr de los años ha aumentado el número de mujeres en la disciplina. Cabe destacar, que aquellas mujeres que se desempeñan dentro del rubro, no logran conseguir puestos altos como los hombres, cuestión que pueden vincularse a diversas variables, como por ejemplo la maternidad.[3]

En España en 2016 se rompió la tendencia a la baja observada en años anteriores sobre brecha digital entre hombres y mujeres. Según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística “Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares”:[14][15]​ En 2017 se recuperó la tendencia a la baja de la brecha de género con 1,8 puntos de brecha.[16]

En el análisis del uso de internet, la diferencia de puntos entre hombres y mujeres se situaba en 2012 en el 5,3; su reducción había sido progresiva hasta el 3,2 el año 2015, y ha empezado a aumentar en 2016, con una diferencias de puntos del 3,9.[14][15]

En compras por internet, la brecha entre hombres y mujeres era significativa en 2012, con 6 puntos de diferencia que se redujeron hasta el 3,3 en 2013. Sin embargo comenzó a crecer desde entonces, situándose en 2016 en un máximo histórico de 6,1 puntos de diferencia.[14][15]



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