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Caipira



El término caipira, que en tupí significa cortador de montes, es el nombre que los indígenas del interior del Estado de São Paulo le dieron a los hombres blancos y caboclos.[1]​ Es, por extensión, una designación genérica dada a los habitantes del interior del Estado de São Paulo, que comprende la totalidad del Estado menos la Región Metropolitana de São Paulo y el litoral paulista.

Su equivalente en Minas Gerais es conocido como capiau, palabra que también significa cortador de montes, y en el noreste como campesino.

El núcleo original del caipira era el cuadrilátero formado por las ciudades de Campinas, Piracicaba, Botucatu y Sorocaba, en el río Tietê medio y también en el Valle del Paraíba (São José dos Campos, Taubaté, etc). A pesar de estar en ese eje, la población de São José dos Campos y Campinas no presenta más el acento caipira, debido a la intensa migración hacia estas ciudades más grandes. Actualmente, el acento caipira todavía es encontrado en las pequeñas y medianas ciudades del Tietê medio y en Piracicaba.

Los caipiras tuvieron origen, por lo tanto, en una región central del Estado de São Paulo y en el Vale do Paraíba, donde vivían muy aislados y alejados de la ciudad de São Paulo, del litoral paulista y del límite entre el Estado de São Paulo y Minas Gerais. Hoy, en Goiás también se concentra grande parte de la cultura caipira, de la misma forma que también la hay en parte de los Estados de Mato Grosso, Mato Grosso del Sur y Tocantins que no dejan de tener expresivas referencias culturales caipiras.

De este modo, bastante aislados, generaron una cultura propia del lugar y por otro lado, preservaron mucho de la cultura paulista de la época del Brasil colonial. La llamada cultura caipira está fuertemente caracterizada por la intensa religiosidad católica tradicional, por diferentes tipos de supersticiones y por su rico y variado folclore.

Su música es llamada música caipira o música de raíz y se caracteriza por su temática rural, por sus letras románticas y por un canto triste que conmueve y recuerda las senzalas (alojamientos de los esclavos de una plantación), aunque su baile es alegre.

También son típicos del caipira los denominados causos, historias contadas de padre a hijo durante siglos, que al caipira le gusta contar.

El caipira usa un dialecto que, muchas veces, preserva la manera de hablar del portugués arcaico. Una de las principales características es el cambio de la "l" por la "r", como en "arto" en lugar de "alto". La "r" es retrofleja, como la "r" del inglés.

El caipira se comporta con desconfianza cuando está con gente de la ciudad, pero es amigable y colaborador cuando está a solas con otros caipiras. Es adepto del mutirão[2]​ en la agricultura.

La cultura caipira se expandió hacia otras regiones de São Paulo, sufriendo mucho la influencia de la inmigración italiana en el interior de São Paulo, a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. A pesar de que fue mucho más fuerte y vívida en el pasado, la cultura caipira aún se mantiene preservada, con mucho de su esencia original, en el interior paulista.

El caipira y su cultura tuvieron origen en el contacto de los colonizadores blancos bandeirantes con los nativos amerindios y los negros africanos esclavizados. De este modo, el caipira, se dividía en tres categorías, según su etnia; cada una con sus particularidades:

1- El caipira caboclo: descendiente de indígenas catequizados por los jesuítas. En él surgió la inspiración para el personaje Jeca Tatu de Monteiro Lobato y para la creación del Día del Caboclo, conmemorado el 24 de junio, Juan el Evangelista.

2- El caipira negro: descendiente de esclavos. Fue inmortalizado por las figuras folclóricas de la mãe-preta (madre negra) y del preto-velho (negro viejo). Es, en general, pobre y sufre hasta hoy las consecuencias de la esclavitud.

3- El caipira blanco: descendiente de los bandeirantes, una nobleza decaída, es propietario de pequeños lotes de tierra rural: los llamados sítios.

La unión de estos tipos de caipiras se tornó prácticamente el arquetipo del paulista del interior.

El caipira fue estigmatizado por Monteiro Lobato, quien conoció sólo al caipira caboclo y lo tomó como paradigma y prototipo de todos los caipiras.

El cineasta Amácio Mazzaropi creó un personaje, en la década de 1950, que hizo suceso en el cine brasileño: El Jeca, inspirado en el caipira blanco.

El caricaturista Maurício de Sousa también hizo un personaje caipira en las historias de la Turma da Mônica, llamado Chico Bento: un niño caipira que representa la confrontación de la cultura caipira con la urbanización de Brasil. Cabe destacar el hecho de que las historietas de Chico Bento están escritas en el dialecto caipira, en vez del portugués culto. Sin embargo, las expresiones caipiras son colocadas en negrito para diferenciarlas del resto del texto.

El caipira fue retratado por el pintor José Ferraz de Almeida Júnior en sus obras primas Caipira picando fumo y Violeiro.

El mayor estudioso del caipira fue Cornélio Pires que comprendió, valorizó y divulgó la cultura caipira en los centros urbanos de Brasil. Fue el primero que lanzó, en discos de 78 Rpm, la música caipira, hoy llamada música de raíz, en oposición a la música sertaneja.



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