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Calibán



Calibán es el nombre de un personaje de La tempestad, de William Shakespeare. En dicha obra, Calibán representa la idea de salvaje primitivo, esclavizado por el protagonista, Próspero, y representa los aspectos más materiales e instintivos del ser humano, frente al otro sirviente de Próspero, Ariel, que representa lo elevado y lo espiritual.

Este personaje ha sido reutilizado por la literatura posterior, reinterpretándolo como un símbolo de la idea de «hombre natural» de Rousseau, del materialismo frente al idealismo, de las clases sociales oprimidas por el capitalismo o de los pueblos colonizados.[1][2]

El nombre de «Calibán» puede tener su origen en una transliteración de la palabra «caníbal», que a su vez es una deformación de la palabra «Caribe».[3]​ «Caliboun» es también un término romaní para «negro». Todas estas referencias parecen vincular a Calibán con la visión europea de los nativos americanos y africanos. Además, Shakespeare pudo inspirarse directamente en la obra de Montaigne De los caníbales, uno de cuyos párrafos es recitado textualmente por uno de los personajes.[4]

Según lo que Próspero cuenta en La tempestad, Calibán es el hijo de la bruja Sycorax y un diablo. Expulsada de Argelia, Sycorax se refugia en la isla en la que transcurre toda la obra, donde da a luz a Calibán antes de la llegada de Próspero, quien lo cría y lo convierte en su esclavo. Próspero explica su dureza hacia Calibán porque, según él, cuando lo trató con naturalidad y humanidad, este intentó violar a su hija, Miranda, algo que el propio Calibán confirma graciosamente cuando afirma que, de no haber sido interrumpido, habría poblado la isla con una raza de Calibanes.

En venganza por este trato inhumano, Calibán adopta a Estéfano, uno de los náufragos que llegan a la isla al comienzo de la obra, como su nuevo dios y señor, después de probar su vino. Calibán intenta incitar a Estéfano para que mate a Próspero; sin embargo, al final de la obra reconocerá que Estéfano no es ningún dios, y aceptará volver a servir a su antiguo amo, Próspero.

La obra original de Shakespeare se presta a interpretaciones psicoanalíticas. Desde una perspectiva jungiana, el personaje de Calibán puede interpretarse como la representación del Id o «Ello», es decir, de la parte instintiva y animal del individuo; entendido así, Calibán representaría una parte de la psique de Próspero, su control inconsciente de la isla en la que vive, del mismo modo que Ariel representa el nivel consciente de ese control.[9]

En un nivel intermedio entre lo sociopolítico y lo psicoanalítico se encuentra la teoría de Octave Mannoni, quien en su Psicología de la colonización acuña el concepto de «complejo de Próspero» para referirse al «conjunto de disposiciones neuróticas inconscientes que diseñan a la vez “la figura del paternalismo colonial” y “el retrato del racista cuya hija ha sido objeto de una tentativa de violación (imaginaria) por parte de un ser inferior”».[10]​ Según Mannoni, este complejo aqueja más a Calibán que a Próspero; de ahí que el salvaje busque constantemente un ser superior que lo domine y lo castigue, idea que en cambio rechaza completamente Frantz Fanon en su obra Piel negra, máscaras blancas[11]




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