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Camazotz



Camazotz o Camazot es un personaje de la mitología maya, considerado como el dios murciélago o murciélago asesino. Habitualmente se le representa con su forma de chiróptera. Se pueden ver representaciones de él en el museo de Copán, Honduras.

En Chiapas (México) existe el pueblo de Zinacantán habitado por la etnia tzotzil (gente del murciélago) de la familia maya, y en el valle de Toluca (Edo. de México) el pueblo de Tzinacantepec. En el Popol Vuh, el murciélago es un ángel que bajó del cielo para decapitar a los primeros hombres hechos de madera.

Camazotz está formado por las palabras en K'iche' kame, que significa "muerte", y sotz', que significa "murciélago".[1]

El culto de Camazotz empezó alrededor de 100 a. C. entre los zapotecas de Oaxaca, México, quienes veneraban a un monstruo antropomórfico con cuerpo de hombre y cabeza de murciélago. El murciélago fue asociado con la noche, la muerte y el sacrificio. Este dios encontró su lugar rápidamente entre el panteón de los mayas, una tribu que vivió en las selvas prehispánicas. Los mayas identificaron rápidamente el dios-murciélago con su dios Zotzilaha Chamalcan, dios del fuego.

Hay evidencia actual que apoya que el mito de Camazotz puede haberse extendido debido a los murciélagos vampiro, alcanzando México, Guatemala y áreas de Brasil.

La evidencia de lo anterior se halla en los fósiles del Desmodus draculae, el murciélago vampiro gigante. También ha habido esqueletos del D. draculae encontrados en estado sub-fósil, de muy reciente edad, lo que sugiere que las especies todavía eran comunes cuando la civilización maya existió, que incluso aún podría existir hoy, aunque esto es dudoso.

En el Popol Vuh, era el nombre común referido a los monstruos similares al murciélago encontrados por los héroes gemelos mayas Hunahpú e Ixbalanque durante sus pruebas en el mundo subterráneo de Xibalbá. Obligados a pasar la noche en la Casa de Los Murciélagos, los muchachos pueden mantener a las criaturas a raya hasta que Hunahpu fue decapitado intentando mirar la llegada del alba. Ixbalanque afligido llama a todos los animales, para que lleven cada uno su comida favorita para reconstruir la cabeza del hermano. Cuando el tapir vuelve con un chilacayote, Ixbalanque lo talla en una nueva cabeza para su hermano, y ellos pueden asistir al juego de pelota final, provocando la derrota eventual del Xibalba.

Encontramos al tzinacan (murciélago) dibujado en estelas, códices, y vasijas mayas con la librea del dios del aire. Se le ven el apéndice nasal y los dientes triangulares saliendo hacia abajo desde las comisuras de los labios. En los códices aztecas se le dibujaba en braseros, vasos y silbatos, siempre como los vampiros de tierra caliente del Sur de México.

La boca se caracteriza por los caninos y los incisivos inferiores tapados por la lengua que, en las urnas zapotecas, siempre aparece hacia afuera; las orejas grandes y bien formadas. Saliendo de las orejas, en forma de hojas, el tragus en jade; dedos cortos con garras hacia arriba para poder utilizar las ventosas de las palmas de las manos (las que le sirven al murciélago cuando se cuelga de superficies lisas) y su apéndice nasal en forma de silla de montar u hoja.

Las gónadas están muy bien formadas, indicando claramente que el poder está en el sexo. En lugar de un falo aparece un rostro, como para recordar que el hombre causal se forma con el mercurio -que es el alma metálica del esperma sagrado- y que el hombre verdadero es, precisamente, el resultado de la transmutación sexual.

Los templos nahuas en forma de herradura estaban dedicados al culto del dios murciélago. Sus altares eran de oro puro y orientados hacia el Este. El dios murciélago tiene poder para curar cualquier enfermedad, pero también poder para cortar el cordón plateado de la vida que une el cuerpo al alma. Los Maestros nahuas lo invocaban para pedirle curación para sus discípulos o para sus amigos profanos.




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