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Camino Real Honda-Santa Fe de Bogotá



¿Dónde nació Camino Real Honda-Santa Fe de Bogotá?

Camino Real Honda-Santa Fe de Bogotá nació en Tolima.


El Camino Real de Santa Fe - Honda es el más representativo de los trazados nacionales que se hicieron durante la época de la colonización. Inicia en Bogotá y finaliza en el puerto comercial de Honda, en el río Magdalena. Pasa por los municipios de Facatativá, Albán, Villeta y Guaduas. Actualmente es el camino mejor conservado en la geografía colombiana y el más representativo por su importancia histórica, pues por éste pasaron los recursos que estaban destinados a la construcción del centro del país.[1]

Personajes tan importantes del siglo XVIII como Francisco José de Caldas hicieron uso de estos terrenos, propicios para el estudio de las ciencias naturales y la clasificación de la flora y fauna del país. Para llegar a Bogotá, todos los viajeros tenían que pasar por esta ruta. Así, como cualquier otro, el estudioso José Celestino Mutis llega en 1761 para ocupar el cargo médico del virrey de la Nueva Granada. Sus estudios iban desde Cádiz hasta Madrid. Mutis llegó a Cartagena, «desde donde se embarcó por el río Magdalena hasta el puerto de Honda, de allí debió ascender por la Cordillera Oriental hasta encontrar la sabana de Bogotá».[1]

Los caminos fueron construidos de acuerdo a la disposición de la corona española. Estos caminos poseían, en un comienzo, el mismo corte de los caminos romanos. De éstos, la mayoría fue construida sobre antiguos senderos indígenas y los demás, se trazaron mediante la apertura de nuevas rutas que permitieran el paso de los animales de carga. El objetivo fundamental de los caminos reales de Colombia fue el de minimizar los tiempos de recorrido de ésta.[2]

Este camino, de longitud de 32 leguas en aquellos tiempos, era, como lo es hoy en su venerable monumentalidad, una sucesión sistemática de cordilleras, de cañadas, valles y encrucijadas; de ondulaciones como las de los cuadro de estadísticas. El camino real fue la típica vía troncal del pasado, propicia a la prosperidad o a la ruina, generosa en paisajes y peligros. Camino real por antonomasia. Abierto con un costo inicial de veinte mil pesos, fue durante toda su vigencia un hormiguero humano, un impetuoso caudal de riquezas, semejante a los legendarios caminos de las Indias Orientales. Por allí pasó toda la civilización colombiana hasta comienzos del siglo XX, y se llevaba «el oro de Su Majestad a Cartagena, y el oro de Los Remedios y plata de Las Lajas», como se decía en 1644. Camino por donde subió la Conquista en el siglo XVI y bajó la Colonia en el siglo XIX.[3]

Antes del Camino Real de Honda-Bogotá, a mediados de 1550, la conexión con el centro del país era precaria y se hacía por el Camino de Vélez hacia el río Magdalena. Con la fundación de Honda en 1560, villa que rápidamente se convirtió en el eje de intercambios entre las diversas regiones del interior y entre éstas, España».[4]​ Por aquí llegaron los nuevos pensamientos de Occidente y se fueron las riquezas del nuevo mundo. Los constructores y fundadores del Camino Real que comunicaba a Bogotá con el resto del mundo, al parecer, se llamaban Alonso de Olalla y Hernando de Alcocer, líderes de una compañía que tenía como propósito trazar un camino de herradura que comunicarse a la capital con el nuevo puerto fluvial. Fue en 1553 que Olalla y Alcoer firmaron un contrato con la Real Audiencia en el que acordaron que ellos «construirían el camino a su costo, y en cambio, para resarcirse de los gastos, cobrarían un derecho de peaje sobre cada carga que transitara por aquella vía».[5]

Entre Honda y la Santa Fe de ese entonces había unas 23 o 24 leguas, unos 112 kilómetros, y 15 de éstas eran entre montañas. El resto del camino estaba situado en la sabana bogotana.[6]​ En época de verano, el camino se recorría en seis días o menos. En cambio, en invierno, el tiempo requerido se doblaba debido a los peligros que afrontaban los mercaderes por posibles avalanchas de lodo, entre otros. A la zona del Magdalena bajo llegaban los pueblos cercanos para intercambiar oro y joyas a través de las rutas abiertas por los Quimbayas que, principalmente, eran cuatro. Los chibchas, otros constructores de caminos, abrieron paso hacia Tunja, Sogamoso, Duitama, Bogotá, además de tener otros caminos que alcanzaban a llegar hasta Neiva y los Llanos Orientales.[6]​ Sin embargo, el Camino Real Honda-Bogotá era considerado el sendero más moderno durante los siglos XVII, XVIII y XIX, además de ser el más económico en los pagos que debían hacerse para transitarlo. Era la ruta preferida de los viajeros que venían del Caribe hacia el altiplano cundiboyacense.[4]

Esta forma de comunicación que ya se manejaba en la época precolombina pero que fue modificada después por los colonizadores, da muestras de lo que era importante en esa época para consolidar una colonia: la comunicación entre los distintos asentamientos. Para esto, y haciendo uso de los caminos hídricos y en tierra firme previamente trazados por los grupos indígenas, los colonizadores fomentaron la construcción de caminos empedrados que resistieran el paso del tiempo y el aprendizaje de las técnicas para la construcción y utilización de canoas indígenas. Estas medían alrededor de 10 metros por medio metro y su utilización resultaba eficaz para la región.[6]

La conquista, puesta en marcha desde que los españoles empiezan a llegar al nuevo mundo, se demoró más en el interior del territorio nacional, debido a las pocas opciones de transporte y comunicación que se tenían en ese entonces. Los españoles tardaron alrededor de 35 años en conquistar esta región, a lo largo de los cuales se hicieron algunas expediciones:

1537 San Sebastián de Urabá- Cali. Badillo. 1536-38 Santa Marta-Bogotá. Gonzalo Jiménez de Quesada. 1536-38 Coro (Venezuela)-Bogotá. Nicolás de Federman. 1535-38 Quito-Bogotá. Sebastián de Belalcázar 1539 Zaragoza (Antioquia)- Cali. Jorge Robledo 1569-71 Bogotá-San Fdo. de Ata- bapo. G. Jiménez de Quesada.[6]

"Solo hasta 1739 el territorio de la Nueva Granada fue elevado a la categoría de virreinato constituyéndose así en el tercer virreinato del Nuevo Mundo junto con los de Nueva España y Perú".[6]​ Para esto, el ingreso a la capital era necesario y, después de un recorrido de 20 días aproximadamente, los barcos y canoas que partían de Santa Marta o Cartagena estaban arribando al puerto fluvial de Honda. Desde aquí tomaban el camino de Honda-Bogotá, principal sendero y vía de comunicación del Reino de Nueva Granada.[6]​ Esta era una ruta obligada tanto para el comercio de bienes como para el tránsito de personas naturales desde la costa Caribe e, incluso, Europa. Además, por estos senderos pasaron también los ejércitos comuneros independentistas.[7]

Una de las formas como el Estado protegía y le hacía mantenimiento a las vías era permitirles a los vecinos del camino cobrar por el uso de estos a los viajeros. Estos caminos resultaban construcciones que iban más allá de ser una secuencia de piedras, pues «responden a varias tipologías que a su paso evacuan el agua», superan quebradas, ríos y se adaptan a los niveles del terreno.[2]

Actualmente Bogotá cuenta con más de 70 museos y centros culturales como el Museo del Oro o el Centro Cultural Gabriel García Márquez. La ciudad posee más alrededor de 28 templos de interés turístico por su arquitectura. Ésta también es sede de eventos culturales tales como el Festival Iberoaméricano de Teatro, el más importante del mundo en su categoría.[8]​ De esta céntrica urbe existen dos caminos diferentes para llegar a Honda: Bogotá-El Rosal-La Vega-Villeta-Guaduas-Honda y Bogotá-Mosquera-Madrid-Facatativá-Albán-Sasaima-Villeta-Guaduas-Honda.

A la fecha, se han hecho hallazgos de dos tipos de caminos reales. La diferencia entre éstos radica, principalmente, en la técnica con la que eran construidos. Unos eran construidos haciendo excavaciones en el terreno y los otros sobre la superficie, sobre los caminos que ya existían, con muros de contención hacia los lados. Los materiales utilizados siempre fueron los mismos: "piedras grandes en la base, piedras más pequeñas a modo de filtros de agua y de capa de soporte y lozas con pendiente en la parte superior" para un acabado más pulcro.[2]

Alrededor del margen izquierdo del camino, en el borde sur, el terreno es continuo y no está segmentado por carreteras pavimentadas. En el otro borde, en cambio, converge la mayoría de la población que vive en la zona.

El barrio Camino Real, uno de los más representativos y que nació de las migraciones de damnificados por la emergencia de Armero de 1985, "es el sector más denso de la población".[1]​ Este barrio creció a lo largo del sendero que comunica a estas dos capitales departamentales y su principal labor económica e la construcción básica en materiales como ladrillo, usando técnicas constructivas tradicionales.[1]

En la actualidad, por la zona donde ahora está ubicada la Escuela Ceniceros del barrio Camino Real, es el lugar donde el camino empedrado de la colonización se hace mucho más amplio. Aquí yacen dos tipos de construcciones principalmente: por un lado, las construcciones privadas y, por el otro, "un reducido número de casas antiguas" que funcionaban como posadas para arrieros y que se integran con el camino desde su cimentación.[1]

Este paisaje llega hasta la Escuela de Santa Rosa, donde las casas están construidas con materiales de descarte. Aquí, la población tiene como oficio el trabajo de la tierra y la atención de fincas recreacionales y turísticas.[1]

Entre este sector y la Escuela Santa Rosa, son más escasas las casas y la población, donde las construcciones como 'Aguas Claras' sirven de referentes en el camino por los espacios entre la una y la otra. El sector de Sargento está densamente poblado y su vía de acceso es la carretera pavimentada Guaduas-Honda construida sobre al camino empedrado.[1]

Es el punto de referencia donde las vías de accesos a la vereda y el Camino Real se dividen. El inmbueble es potencialmente importante dentro del proyecto de resignificación y proyección del camino real, al ser pensado en éste como un centro de posada turístico.[1]

El comercio neogranadino de estos primeros años de la Colonia era realizado por las arterias hídricas, los caminos reales y una que otra trocha. La principal vía de comunicación era el río Magdalena que unía a Santa Fe de Bogotá con los puertos de Cartagena y Santa Marta. Por este río, transitaban todos los productos de importación y exportación y todos los viajeros del Reino en pequeñas canoas y champanes. Al llegar a Honda, descargaban los materiales para iniciar una travesía por el camino empedrado que conecta a la capital del país con el municipio en el cual duraban entre seis y doce días de viaje.[6]

Actualmente, la zona del bajo Magdalena está caracterizada por ser una economía de tipo extractiva y primaria. Los principales productos son la caña de azúcar, la panela, sistemas ganaderos y minería en pequeñas proporciones. La población está representada, mayoritariamente, por adultos mayores y niños, pues los jóvenes, muchas de las veces, migran a ciudades como Bogotá o Medellín. Esto afecta directamente a la producción de utilidades del campo debido a que su actividad agropecuaria tradicional, por la mínima población disponible en edad productiva y eficiente, no genera altos ingresos para la región.[1]

El municipio de Honda, donde llegaban los antiguos colonos y mercaderes en época de colonización, ahora explota su capacidades turísticas. Aquí, la infraestructura hotelera, junto con Guaduas, presta los servicios necesarios para acoger a todo el que emprenda la ruta del Camino Real Honda - Santa Fe.[1]

La labor agraria y mercantil se ve representada, en gran parte, por la plaza de mercado de Honda, ubicada en la Calle 13 con Carrera 13, y los platos típicos que forman parte del diario vivir de esta población son el Viudo de Pescado, Bocachico en Salsa, Nicuro en Salsa y Mojarra Frita.[9]

Se caracteriza por poseer abundantes pastos, relicitos de bosque nativo de los altos andinos, y, en el inicio del camino, gran actividad forestal. A medida se sube la montaña, el clima y la vegetación van cambiando por flora ornamental que no es natal de la región debido a que se encuentran zonas más urbanas.

En la fauna predominan las especies domésticas y solo en las zonas mejor conservadas de la región es posible encontrar fauna nativa. La calidad del aire está condicionada a la cantidad de tráfico que pase por la carretera cercana y el agua en abundancia hace parte del paisaje natural. Los suelos están sometidos a una alta presión antrópica por el uso de éstos para la ganadería y la agricultura. Entre tanto, predomina un ambiente nublado, lo que indica una "alta humedad relativa".[1]​ Este barrio creció a lo largo del sendero que comunica a estas dos capitales departamentales y su principal labor económica e la construcción básica en materiales como ladrillo, usando técnicas constructivas tradicionales.[1]



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