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Campaña de Ambar



La Campaña de Ambar en Irak comenzó cuando milicianos del entonces Estado Islámico de Irak y el Levante, un grupo terrorista suní, takfirí y salafista vinculado a Al Qaida, tomaron el control el 5 de enero de 2014 de la ciudad iraquí de Faluya.[7]

Los insurgentes suníes designaron un gobernador para la ciudad, declarada el 4 de enero de 2014 como "Estado islámico" por el EI.[8]

Se trata de la primera vez que los milicianos tienen un control declarado en grandes ciudades desde el movimiento insurgente que siguió a la invasión de 2003, liderada por Estados Unidos.[9]

Los enfrentamientos comenzaron a raíz del desalojo el 30 de diciembre de 2013 de un campamento de protesta con el que la comunidad suní denunciaba su supuesta marginación. Trece personas murieron en el marco de este desalojo, que ha puesto de manifiesto la tensión entre los suníes de Ambar y el Gobierno, controlado por el chií Nuri al Maliki.[10]​ La tensión aumentó luego de que las fuerzas de seguridad iraquíes capturaron el 5 de enero de 2014 al líder tribal árabe suní Ahmad al-Alwani y mataron a su hermano. Al-Alwani también es un legislador del parlamento iraquí.[11]

El descontento suní —producto de la pérdida de influencia en el poder central, tras la caída de Hussein— ha sido capitalizado, en parte, por los militantes del EI, que había perdido influencia años después de la invasión estadounidense en 2003. El EI —que intentó establecer un califato islámico en las regiones suníes iraquíes— ha repuntado gracias a la guerra civil en Siria, donde es uno de los principales actores que luchan contra las tropas de Bashar al-Asad, de la minoría alauita (una rama del chiismo).[12]

El Gobierno de Irak movilizó a efectivos militares a las localidades de Badiya y Yazira, quienes apoyados por helicópteros, se desplegaron en el valle occidental de Horán a fin de detener el flujo de entrada de elementos del EI. No obstante, las ciudades de Ramadi y Faluya fueron escenario de fuertes enfrentamientos entre los insurgentes y tropas del ejército.[13]

Dos años después del retiro de las tropas estadounidenses de Irak, la caída de Faluja y Ramadi representan la primera vez que un grupo vinculado a Al Qaeda recaptura territorio iraquí.[14]

El Premier iraquí pidió «al pueblo de Fallujah y a sus tribus que expulsen a los terroristas», para que la región «no quede expuesta al peligro de choques armados», y ordenó a las fuerzas de seguridad que “no bombardeen las zonas residenciales en Faluya”.[15]

A una semana de iniciadas las hostilidades se reportó que la Policía iraquí había regresado a la ciudad ocupada de Faluya, aunque estos solo se limitaron a labores de tránsito. Mientras insurgentes armados seguían manteniendo el control de puentes, e ingresos a los barrios y accesos a la ciudad.[16]​ En el mismo lapso de tiempo, según la Media Luna Roja, 13 mil personas habían abandonado la ciudad.[17]

Mientras el gobierno iraquí movilizaba efectivos hacia las zonas ocupadas por el EI, aún se desconocía el número de militantes rebeldes, lo que complicaba conocer el nivel de resistencia que estos presentarían. Maliki prometió clemencia.[18]

Fuerzas especiales iraquíes libraron el 10 de enero de 2014 intensos combates en la aldea de al-Bubali que se sitúa entre Faluya y Ramadi.[19]

Dos semanas después de iniciados los enfrentamientos, un comandante de una milicia tribal favorable al Gobierno, Mohamed Jamis Abu Risha, afirmó que el EI solo sigue controlando 10% de Ramadi, and Faluya seguía bajo control del autoproclamado Estado islámico.[20]

El primer ministro iraquí informó el 12 de enero de 2014 que dejaba en manos de las tribus suníes la liberación de la ciudad de Faluya. "Queremos poner fin a la presencia de los milicianos sin derramamiento de sangre. No vamos a entrar a matar gente inocente por culpa de estos criminales. La gente de Faluya ya ha sufrido demasiado", declaró Al Maliki.[21]

La organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch condenó los abusos de todas las partes, criticando a las fuerzas gubernamentales por haber lanzado obuses de mortero en forma indiscriminada contra urbanizaciones civiles, y a los milicianos por desplegarse y atacar en zonas habitadas.[31]

Reporteros sin fronteras ha denunciado que el Gobierno del Primer Misnitro Al-Maliki "está intentando controlar toda la producción y difusión de información sobre la lucha entre el Ejército regular y las milicias afiliadas a Al Qaeda y grupos tribales que están teniendo lugar en Faluya y Ramadi. La poca información que sale de la región provienen de fuentes gubernamentales".[32]

Diputados iraquíes criticaron al gobierno local y algunas legisladoras como Liqa Wardy, de la coalición Lista de Iraquiya, el principal partido del Parlamento de Irak, acusaron a las autoridades de Anbar de "conspiración" por no cooperar con los líderes tribales y los clérigos de Faluya para evitar que se propagase la insurrección y no garantizar la seguridad de los civiles.[33]

Veteranos estadounidenses que participaron en la Primera batalla de Faluya y en la Segunda batalla de Faluya manifestaron su conmoción de ver caer nuevamente a la ciudad en manos de combatientes pro Al Qaida. Al menos 100 militares de Estados Unidos murieron en batallas libradas en 2004 y casi mil resultaron heridos.[34]​ "La sangre estadounidense fue derramada en vano por un gobierno que quiso abandonar el país y no intentó consolidar los resultados obtenidos gracias al sacrificio de los Marines", protestó el senador republicano John McCain.[35]



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