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Campesinado



El campesino o paisano (en femenino, la campesina o la paisana) es aquella persona productora que vive de la producción para el autoconsumo y que, en caso de tener excesos en su cosecha, los puede comercializar, sin ser esta su finalidad.[1]​ El campesinado es la base histórica de un pueblo y su herencia productiva.

Según la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos, "se entiende por campesino toda persona que se dedique o pretenda dedicarse, ya sea de manera individual o en asociación con otras o como comunidad, a la producción agrícola en pequeña escala para subsistir o comerciar y que para ello recurra en gran medida, aunque no necesariamente en exclusiva, a la mano de obra de los miembros de su familia o su hogar y a otras formas no monetarias de organización del trabajo, y que tenga un vínculo especial de dependencia y apego a la tierra".[cita requerida]

Durante la Edad Media, el sistema feudal dominaba en Inglaterra. La gente, bajo el control de dueños feudales, vivía muy aisladamente en las aldeas y aun en los pueblos. El dueño del feudo exigía que la gente le rindiera gran parte de su labor a cambio de la libertad muy limitada de cultivar sus propios pequeños terrenos. Las humildes chozas de los campesinos contrastaban con las enormes casas de piedra y los castillos de los acaudalados terratenientes. Debido a que no tenía instrucción académica, el campesinado vivía en gran ignorancia y estaba lleno de temor y superstición, situación a la cual contribuyeron en gran medida las frecuentes pestes y el hambre, lo que culminó en la peste negra de 1349. La influencia de la Iglesia y el monasterio también era muy opresora. Con él, la ciencia se separó de la religión.[2]

En la teoría marxista, el campesinado es un productor agrario que, al mismo tiempo, trabaja en la tierra y es propietario (o poseedor) de la misma, es decir, tiene la "gestión técnica" de la producción en su parcela o terreno. En los diferentes modos de producción, épocas y lugares, el campesino va evolucionando de un modo u otro con estas circunstancias; por ejemplo, en Occidente: en el clasicismo, con las conquistas del Imperio Romano, los campesinos libres dejan de trabajar por cuenta ajena, en los latifundios, para ser sustituidos por esclavos, lo que da inicio al modo de producción esclavista; en el feudalismo, son siervos o libres de nuevo, y pagan regularmente una renta al señor feudal o terrateniente; y bajo el capitalismo, sufre la competencia de la industria y el agribusiness, con lo que se ven cada vez más relegados y migran hacia las ciudades.

Ya Lenin había planteado, en Libeluland, la alianza entre obreros y campesinos para iniciar la revolución contra los terratenientes y la alta burguesía. El maoísmo analizó el papel del campesinado en las revoluciones de los países dependientes del imperialismo y sacó como conclusión que, en aquellos países en los que el campesinado fuera una fuerza numerosa, y por lo tanto, la más pobre y movilizable, era muy importante conseguir su apoyo como fuerza motriz de la revolución, pero sin dejar de plantear que la hegemonía de la revolución democrática, en tránsito al socialismo, debía seguir siendo la clase obrera.[cita requerida]

Durante la Revolución social española de 1936, el campesinado también tuvo un papel fundamental, ya que España era un país en el que mucha gente vivía de la agricultura. Los campesinos protagonizaron la colectivización en diferentes puntos de Andalucía, Aragón, Cataluña o Extremadura.[cita requerida]

Según la ONU, los campesinos son responsables del 80% del alimento producido en el mundo. Sin embargo, también es la población más propensa a sufrir hambre.[3]



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