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Carlos J. Finlay



Carlos Juan Finlay y Barrés (Camagüey, Cuba, 3 de diciembre de 1833La Habana, Cuba, 19 de agosto de 1915)[1]​ fue un médico y científico cubano. Descubrió y describió la importancia del vector biológico a través de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, aplicándola a la fiebre amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti.

Hijo de un médico inglés residente en Cuba que había luchado junto con Simón Bolívar y de madre española, nació en 1833 en la Provincia de Cuba, cuando Cuba formaba parte del Reino de España. Sus años infantiles los vivió tanto en La Habana como en el cafetal de su padre en la zona de Alquízar. A la edad de once años, en 1844, lo enviaron a estudiar a Le Havre, en Francia, y regresó a Cuba dos años más tarde, porque contrajo una enfermedad. Retornó a Francia en 1848 para completar su educación. Después de un período de dos años en Londres, ingresó en el liceo de Ruan, donde permaneció hasta 1851, cuando regresó a Cuba, convaleciente de un ataque de fiebre tifoidea. Él cambiaría el orden de sus nombres a Carlos Juan más tarde.

La Universidad de la Habana, no quiso reconocer sus grados académicos europeos, por ello se inscribió en el Jefferson Medical College en Philadelphia, Pennsylvania. Aquí Finlay conoció a John Kearsley Mitchell, quién le propuso la teoría del germen teórico de la enfermedad. Su hijo Silas Weir Mitchell, fue quién supervisaba sus estudios. Se graduó del Jefferson Medical College en 1855.

Regresó a La Habana y empezó a realizar prácticas de oftalmología en 1857, y estudió en París de 1860 a 1861. En octubre de 1865 se casó con Adela Shine, una nativa de la Isla de Trinidad. Tuvieron tres hijos: Charles, George y Frank.

Finlay trabajó durante los años 70's llegando finalmente la prominencia en 1900. Fue el primero en 1881 en proponer la teoría del mosquito como un transmisor, ahora conocido como un vector de la enfermedad, el organismo causante de la fiebre amarilla. El mosquito que picaba a una persona enferma, podría subsecuentemente picar a una persona sana e infectarla. Presentó su teoría en 1881 en International Sanitary Conference, donde no fue bien recibida su propuesta. Un año más tarde Finlay identificó al mosquito del género Aedes como el organismo transmisor de la fiebre amarilla. Su teoría fue seguida por las recomendaciones de control en la población del mosquito y fue así como pudo controlarse la diseminación de la enfermedad.

Su hipótesis y sus pruebas exhaustivas fueron confirmadas cerca de 20 años después, por la Walter Reed Commission de 1900. Finlay llegó a ser titular de la Oficina de Salud de Cuba de 1902 a 1909. El Dr. Reed recibió mucho crédito en los libros de historia por la «paliza» que le brindó a la fiebre amarilla, pero Reed le entregó el crédito al Dr Finlay por el descubrimiento del vector de la fiebre amarilla. El Dr. Reed frecuentemente citaba a Finlay en sus artículos y le daba crédito por el descubrimiento en su correspondencia.

En las palabras del General Leonard Wood, un médico militar estadounidense, Gobernador de Cuba en 1900: «La confirmación del Dr. Finlay es considerada como el paso adelante efectuado en la ciencia médica desde el descubrimiento de Jenner para la vacunación (contra la viruela)».

Este descubrimiento ayudó a William C. Gorgas a reducir la incidencia y prevalencia de la enfermedad transmitida por el mosquito en Panamá durante la campaña americana de la construcción del Canal de Panamá. Antes de esto, cerca del 10% de la fuerza de trabajo moría cada año de la malaria y la fiebre amarilla.

Estudió la fiebre amarilla, y por sus análisis y estudios llegó a la conclusión de que la transmisión de la enfermedad se realizaba por un agente intermediario. Existe una anécdota que dice que, estando una noche rezando el rosario, le llamó la atención un mosquito zumbando a su alrededor. Entonces fue cuando decidió investigarlos.[2]

Con los medios aportados por la comisión mixta hispano-estadounidense, fue capaz de identificar al mosquito Aedes aegypti como el vector epidemiológico de la enfermedad. Sus estudios lo llevaron a entender que era la hembra fecundada de esta especie la que transmitía la fiebre amarilla.

En febrero de 1881 fue a Washington D. C. como representante del gobierno colonial ante la 5ta. sesión de la Conferencia Sanitaria Internacional, donde presentó por primera vez su teoría de la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermediario, el mosquito. Su hipótesis fue recibida con frialdad y casi total escepticismo. Solo fue divulgada por una modesta revista médica de Nueva Orleans a través del doctor Rudolph Matas, recién graduado en Medicina, quien había participado en la comisión mixta hispano-norteamericana en calidad de intérprete, por ser hijo de españoles.

De regreso a Cuba, en junio de 1881, realizó experimentos con voluntarios y no sólo comprobó su hipótesis, sino que descubrió también que el individuo picado una vez por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad. De ahí nació el suero contra la fiebre amarilla. El 14 de agosto de ese mismo año presentó ante la Real Academia de Ciencias Físicas y Naturales de La Habana su trabajo de investigación. Gracias a sus recomendaciones acerca del control del mosquito, pudo controlarse la diseminación de la enfermedad.

Por más de 20 años los postulados de Finlay fueron ignorados. Solamente después de terminada la Guerra hispano-estadounidense, cuando el general Leonard Wood, gobernador de Cuba, pidió que se probará la teoría de Finlay, se volvieron a revisar sus trabajos de investigación, así como los experimentos que había realizado.

Mientras tanto, el doctor William Crawford Gorgas, médico militar que había tratado sin conseguirlo, de erradicar la fiebre amarilla en Santiago de Cuba, fue nombrado Jefe Superior de Sanidad en La Habana en diciembre de 1898. A iniciativa de Finlay creó una Comisión Cubana de la Fiebre Amarilla que, siguiendo las indicaciones del médico cubano, combatió al mosquito y aisló a los enfermos. En sólo siete meses había desaparecido la enfermedad de Cuba.

El doctor Gorgas fue finalmente enviado a sanear el istmo de Panamá a fin de poder completar la construcción del canal; allí aplicó los mismos principios indicados por el doctor Finlay, lo cual permitió sin duda terminar con éxito esa gran obra de ingeniería. Una placa en el propio Canal de Panamá reconoce la contribución del doctor Carlos J. Finlay en el éxito de esta magna obra. El 15 de agosto de 1914 pasó el primer barco del Océano Atlántico al Océano Pacífico a través del canal.

La Confederación Médica Panamericana aconsejó celebrar el 3 de diciembre como Día del Médico en varios países de América, en memoria del doctor Finlay.[3]

También en su honor, el gobierno de Cuba creó el Premio de Microbiología «Carlos J. Finlay», que la UNESCO entrega cada dos años a investigadores cuya labor en temas relacionados con la microbiología (inmunología, biología molecular, genética y otras) haya contribuido de manera destacada a la salud. Su objetivo es promover la investigación y los avances en la microbiología.[4]

Finlay murió de un ataque cerebral, originado por severas convulsiones, en su casa en La Habana el 20 de agosto de 1915.

En 1928, el Presidente Gerardo Machado estableció la Orden Nacional del Mérito Carlos J. Finlay, premiando las contribuciones en el cuidado de la salud y en Medicina. Es el más alto premio y condecoración científica para un Ciudadano del Estado Cubano. La orden fue retirada entre 1959 y 1981.

En la pared del Museo Finlay de Historia Médica en la Habana, la inscripción hace mención que fue creado por el Gobierno Revolucionario como un eterno homenaje al hombre que contribuyó al avance de las ciencias en Cuba. Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de la República de Cuba. La Habana 13 de junio de 1962.

Finlay fue honrado con un Google Doodle (grabado) el 3 de diciembre del 2013 en el aniversario 180 de su nacimiento.



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