La catedral de la Encarnación de Guadix es un templo catedralicio de culto católico, situado en la ciudad de Guadix, provincia de Granada, España. Su construcción se inició en el siglo XVI y terminó a mediados del siglo XVIII. Es de estilo Gótico tardío, renacentista y Barroco.
En el lugar donde se asienta la actual catedral, existió en el siglo X una iglesia hispano-visigoda anterior, sede diocesana creada por San Torcuato en el siglo I, por lo que es probable que Guadix fuera una de las primeras sedes episcopales de España.
En esta iglesia se instaló la mezquita mayor de la ciudad, en tiempos de la dominación musulmana. Tras la reconquista de la ciudad en 1489, se restableció la sede episcopal, denominada Iglesia de Santa María de la Encarnación, que, situada en la misma mezquita, pasó a ser catedral por bula del papa Inocencio VIII, realizándose en ella algunas obras de ampliación dirigidas por Pedro de Morales. Pronto se pensó en erigir una catedral nueva, que estuviera a la altura de la ciudad recientemente cristianizada y que fuese un símbolo para la población.
Sin embargo, el proyecto gótico ya estaba anticuado para los tiempos que entonces corrían y muchas personas, entre ellas el cardenal Ávalos, pidieron que la nueva catedral fuese más moderna. Se encargan entonces a Diego de Siloé los planos del templo en 1549, en los que se nota la influencia de las catedrales de Málaga y Granada. La obra de Siloé se concreta en el ábside, parte del crucero, la capilla de Don Tadeo y parte de la sacristía.
Junto a Siloé intervinieron en las obras Francisco Roldán y Francisco Antero, entre otros. Diego de Siloé proyectó en la capilla Mayor, de estilo renacentista, con alternancia de líneas rectas y curvas, así como una profusa decoración de estilo clásico y un entablamento muy desarrollado. En esos momentos se proyecta la construcción de una torre que se convirtiera en la seña de identidad de la ciudad, en la que trabajaron los hermanos de Freyla, Pedro y Miguel, cuyas obras se prolongaron durante varios años.
En 1574 las obras se paran por falta de presupuesto hasta el año 1594, en que el obispo Juan de Fonseca prosigue con el proyecto.
Entre finales del siglo XVII y principios del XVIII las obras reciben un nuevo impulso contando con ayuda económica del rey. Se encarga a Blas Antonio Delgado el nuevo proyecto, que acusa cambios en el trazado, con una nueva tendencia horizontal de las líneas. El arquitecto perfila las trazas generales de la catedral, los alzados, las puertas y la cúpula, hasta que en 1714 tiene que marcharse a Jaén y se hace cargo de las obras Vicente Acero, que cambiará el proyecto, eliminando y añadiendo elementos, como bóvedas y capillas. Acero también tiene que dejar las obras y el Cabildo llama a Hurtado para la continuación, pero este recomendará a Gaspar Cayón de la Vega para el puesto; este último se convertirá en el máximo artífice del templo y su huella se plasmará en las últimas fases de construcción, en las bóvedas y en la cúpula, terminando la portada de las Azucenas que comenzó Vicente Acero.
Cuando en 1731 Cayón de la Vega deja la ciudad para marcharse a Cádiz, la fachada se estaba construyendo según su proyecto; pero otros maestros como Vicente Acero, Pachote o Thomas se hacen cargo de las obras y añadirán piezas no proyectadas por Cayón.
La capilla de Don Tadeo es un conjunto en el que se utilizaron soluciones estructurales importadas de Italia, para solucionar el problema del volteo de los arcos en una superficie cilíndrica. Un elemento notable es la portada de la sacristía, con traza renacentista que se concreta en su frontón, su entablamento y el arco entre columnas corintias con los escudos de los obispos de la ciudad.
La fachada es una espléndida muestra de arte Barroco, con dos cuerpos y remate, caracterizados por la alternancia en el muro de líneas cóncavas y convexas; un vano central, más grande y de medio punto, flanqueado por dos adintelados, entre grupos de columnas con gran basamento. La parte superior fue realizada por Pachote y Thomas y para ella Moyano esculpió una Encarnación de mármol.
En la primera capilla de la nave derecha, situada en un magnífico retablo barroco, se venera la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. Imagen de vestir, de autor desconocido de la escuela granadina contemporánea, de facciones delicadas y exquisito gusto, de semblante angustiado y dolorido; esbelta, firme y de manos expresivas; clamando misericordia.
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