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Cinematógrafo



Un cinematógrafo es una máquina, obra de los hermanos Lumière, capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento. Patentada a finales del siglo XIX, fue la primera máquina capaz de rodar y proyectar películas de cine.[1]​ El cinematógrafo fue un importante paso para poder disfrutar del arte del cine. Tiempo más tarde, fueron apareciendo artefactos más avanzados de este, mejorando la calidad de las películas proyectadas.

El 13 de febrero de 1895, Auguste y Louis Lumière presentaron su patente “cinématographe”. Este término ya había estado patentado anteriormente por Léon Bouly en el año 1892 para describir una máquina de toma de imagen en movimiento. Aun así, por mucha falta de pago de la anualidad aproximadamente en el año 1894, el nombre quedó libre de nuevo y fue retomado por los hermanos Lumière.[2]

El cinematógrafo utilizaba una película perforada de 35 milímetros de ancho. Aunque esa película era parecida a la del kinetoscopio de Thomas Edison,[3]​ los Lumière, conscientes de que Edison la había patentado, decidieron hacer perforaciones circulares en vez de cuadradas, una a cada lado de cada fotograma, para así evitar problemas legales.

Otra diferencia entre los dos aparatos es que, por el lado que funciona como proyector, el cinematógrafo cuenta con un sistema de accionamiento con garfios muy original, basado en el mecanismo de las máquinas de coser, que inmoviliza brevemente cada imagen delante de la ventanilla de proyección y hace que la película avance intermitentemente.

Posteriormente, el sistema de garfios de los hermanos Lumière se seguiría utilizando en los aparatos de toma de imagen pero sería abandonado en los proyectores en pro de la cruz de Malta, la cual garantiza un paso más suave y más longevidad a las películas.

El 28 de diciembre de 1895 tuvo lugar la primera exhibición con público del cinematógrafo Lumière en el Salon indien del Grand Café, en el número 14 del Bulevar de los Capuchinos de París. El programa constaba de diez películas de 15 a 20 metros cada una. Estas películas estaban realizadas por Louis Lumière e interpretadas por sus familiares y amigos. La duración total fue de 20 minutos y el precio de las entradas fue de 1 franco.

Las películas proyectadas fueron:

Las primeras proyecciones tuvieron unos ingresos bastante mediocres. En la primera, concretamente, se consiguieron un total de 35 francos. No obstante, esos primeros 35 espectadores propagaron por toda la ciudad la noticia de aquello de lo que habían sido testigos. Esta publicidad de boca/oreja suplió de forma eficaz la falta de prensa y pronto multitudes se congregaban para acceder a las proyecciones. Después de la inauguración, se fijó el precio de 1 franco. Las proyecciones duraban 25 minutos y se sucedían de media hora en media hora.[4]​ Cada película duraba aproximadamente un minuto.

Clément Maurice, un antiguo empleado de los establecimientos Lumière, fue el encargado de organizar las primeras proyecciones. Según el mismo, “Aquellos que se decidían a entrar salían sorprendidos y a menudo les veíamos volver trayendo a todas las personas que conocían que habían podido encontrar por la avenida”.[5]

Para renovar los programas, que en los primeros días de enero de 1896 habían incorporado El regador regado (L'arroseur arrousé), primer filme narrativo y cómico de la historia del cine, los hermanos Lumière debieron reclutar operadores a los que les era confiada la realización y la proyección de películas. El funcionamiento de la máquina a base de oxígeno y éter provocó un incendio en el Bazar de la Charité de 1897 que causó 126 víctimas mortales, lo que muchos interpretaron como el fin del cinematógrafo. Pese a esto, después del triunfo en París, se abren en 1897 y 1898 cuatro salas de proyección nuevas en la capital francesa, además de una en la ciudad de Lyon.[4]

El cinematógrafo recibió una muy buena acogida en gran parte del mundo. Los hermanos Lumière hicieron llegar su invención hasta países tan lejanos como la China o la India.[2]​ En Europa, se exhibió en ferias y se usó como entretenimiento en locales de vodevil. Aunque el vodevil se relaciona normalmente con la clase media, este aparato consiguió una gran popularidad en todas las clases sociales.

En cuanto a su expansión hacia los Estados Unidos, el operario de los Lumière Félix Mesguich fue el encargado de organizar la primera proyección en el Keith’s Theatre de la ciudad de Nueva York.[5]​ En este primer contacto, los espectadores respondieron con entusiasmo. Rápidamente otros pueblos y ciudades pedían poder acoger las proyecciones del cinematógrafo, pero esta demanda era imposible de satisfacer para los Lumière. Esta imposibilidad de satisfacerla junto con la política de aislamiento del entonces presidente William McKinley propiciaron la aparición de otras máquinas para hacerles la competencia. En enero de 1897, el operario F. Mesguich fue arrestado mientras grababa en la calle con el pretexto de que no tenía permiso para hacerlo. En junio del mismo año, la administración de aduanas declaró irregular la entrada en el país del material necesario para las proyecciones.[5]​ Estos hechos acabaron por provocar la retirada del cinematógrafo del mercado estadounidense.

El mecanismo del cinematógrafo se basa en el uso de una leva (de tipo excéntrica) o de un disco giratorio que transforma el movimiento de rotación de la manivela, que el operador de la máquina gira, en un movimiento vertical de vaivén, aplicado a una especie de arco (guiado por dos vías). Este marco soporta una vara grande con dos ganchos o pequeñas varas que se van retrayendo y extrayendo (gracias a que la leva tiene una rosca), metiéndose en las dos perforaciones de la película de celuloide que utilizaban los Lumière y arrastrándola, haciéndola desfilar o avanzar intermitentemente. Al mismo tiempo, la leva o disco funciona como obturador de la luz, cubriendo la ventana por donde entra.

Por lo tanto, el proceso de avance y filmación consta de 4 fases.:

La relación de transmisión del mecanismo hace que una velocidad de rotación de la manivela de 2 vueltas por segundo corresponda al avance intermitente de la película en 16 imágenes captadas por segundo, una frecuencia de fotogramas suficiente para asegurar la creación de la sensación de movimiento en las imágenes filmadas y en su reproducción proyectada y proporcionando un tiempo de exposición de la película adecuado para obtener imágenes con una luminosidad adecuada y bien definidas. Según la destreza del operador, la frecuencia de fotogramas por segundo de las películas Lumière varia de 16 a 18 imágenes por segundo (velocidad fijada a 24 imágenes por segundo desde el comienzo del cinema sonoro). El tiempo que estaba inmóvil la película era 2/3 del total entre un fotograma y el siguiente mientras que el obturador, la leva, dejaba pasar la luz durante 1/25 de segundo.

Otra característica del cinematógrafo es que permite la realización de copias positivas a partir de la proyección del negativo, consiguiendo accionar simultáneamente una película virgen y una negativa, orientado el objetivo hacia una fuente de luz uniforme como una pared blanca iluminada por el sol, de manera que las imágenes del negativo se impresionaban en la copia.

Así el cinematógrafo reúne, en un mismo aparato de pequeñas dimensiones y pesando menos de 5 kg, las funciones de cámara, impresora y proyector. Esto permitió a los conocidos operadores Lumière desplazarse y viajar con el aparato fácilmente .

El primer contacto que los españoles tuvieron con las imágenes en movimiento fue gracias a la presentación del Kinetoscopio durante la feria de San Isidro de 1895 en Madrid. Este fue desarrollado por Edison y había sido patentado cuatro años antes. Sin embargo, este invento solo permitía los visionados de forma individual. No fue hasta un año más tarde, en 1896, cuando el cinematógrafo se dio a conocer en el territorio español, paralelamente con otros países de Europa.

Concretamente, fue el 13 de mayo de 1896 cuando se realizó la presentación del cinematógrafo en el Hotel Rusia de Madrid. La proyección, que fue organizada para dar a conocer las “fotografías animadas” a invitados especiales y miembros de la prensa local,[8]​ se realizó de la mano de los operarios de la fábrica Lumière. Además, también se empezaron a exhibir las cintas en otros salones públicos madrileños. Durante los primeros quince años, el cinematógrafo fue considerado un gran éxito, ocupando la mayoría de locales dedicados al espectáculo y, más adelante, permitiendo la creación de sus propios lugares de proyección: los pabellones cinematográficos. Años más tarde, se acabarían construyendo locales fijos dedicados a esta actividad.

Las primeras grabaciones que se mostraron tenían un carácter mayoritariamente documental y su duración era de unos pocos minutos. En los metrajes, se apreciaban acciones y rasgos de la cultura popular española. Dos nombres recalcables entre los operarios de Lumière que llevaron a Madrid el cinematógrafo serían Francis Doublier y Alexandre Promio. En el caso de Promio, el operario anduvo por España un mes antes de la presentación en Madrid para rodar sus primeras cintas españolas. Ambos grabaron escenas de diferentes festividades españolas, como las procesiones de Semana Santa en Sevilla o diferentes espectáculos con toros.[9]



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