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Claudia Octavia



Octavia[a]​ (n. 39 o 40-m. 9 de junio de 62) fue una emperatriz romana de la dinastía Julio-Claudia, hija del emperador Claudio y de su tercera esposa Valeria Mesalina. Su padre la entregó en matrimonio por influencia de su cuarta esposa, Agripina la Menor, a su hijastro Nerón quien más adelante ordenó ejecutarla.

Octavia nació a finales del año 39 o principios del 40, hija del emperador Claudio y de su tercera esposa Mesalina. Fue hermana por ambos progenitores de Británico y media hermana paterna de Antonia.[1]​ Recibió su nombre por su bisabuela Octavia la Menor.

Su madre fue ejecutada en el año 48 por conspiración.[2]​ Su padre la prometió en matrimonio a Lucio Junio Silano,[3]​ pero rompió el compromiso influido por Agripina quien quería asegurar la posición de su hijo Nerón con un matrimonio dinástico.[4]​ Nerón y Octavia se casaron en el año 53.[5]

Cuando Claudio murió el 13 de octubre del año 54 [6]​ y Nerón le sucedió en el trono,[7]​ Octavia se convirtió en emperatriz consorte en sustitución de su madrastra Agripina. Tras la muerte de Británico, Agripina la trató con deferencia, lo que atrajo las sospechas de Nerón [8]​ que ya odiaba a su esposa.[9]​ La muerte de su hermano, posiblemente envenenado, la llenó de infelicidad; sin embargo, fue capaz de esconder sus sentimientos a su esposo, aunque se vio envuelta en las luchas de poder entre Nerón y Agripina. Tras el asesinato de Agripina, Nerón tuvo una pesadilla en la que se le aparecía su esposa Octavia arrastrándolo a una profunda oscuridad.[10]

Habiéndola apartado Nerón de su lado prefiriendo a sus amantes, respondió el emperador a sus amigos, que le afeaban la conducta, que Octavia debía contentarse con el título honorífico de esposa.[b]​ Trató luego de estrangularla hasta que finalmente la repudió por estéril, acto que causó tanto rechazo en la ciudadanía que Nerón la desterró de la ciudad.[12]

Nerón desterró a Octavia primero a Campania, con una escolta militar. El pueblo protestó abiertamente y el emperador pareció arrepentirse.[13]​ Sin embargo, convencido por Popea Sabina, Nerón endureció el destierro con una falsa acusación de adulterio con Aniceto, el antiguo pedagogo de Nerón, quien fue inducido a mentir a cambio de una recompensa.[14]​ Octavia fue enviada a la isla de Pandataria.[15]​ Días después, aunque suplicaba clemencia, fue atada e introducida en un baño de vapor donde le abrieron las venas fingiendo un suicidio. Tras morir, le cortaron la cabeza y se la entregaron a Popea.[16]

Murió el 9 de junio del año 62, el mismo día en que años después murió su exmarido Nerón.[17]

Cuando Nerón se divorció de ella, los ciudadanos censuraron su conducta llegando incluso a insultar al emperador. Todos los testigos que se presentaron en el interrogatorio para condenar a Octavia negaron la acusación de adulterio.[12]​ Creyendo que había sido perdonada, los ciudadanos de Roma derribaron las efigies de Popea y desfilaron por las calles con estatuas de la emperatriz adornadas con flores.[18]​ Tácito remarca su estatus aristocrático y su carácter noble y honesto.[9]

Aprendió a ocultar sus sentimientos, como cuando fue testigo del asesinato de su hermano Británico.[19]​ Nerón la despreciaba porque le recordaba a su padrastro Claudio y era muy admirada y querida por el pueblo de Roma.[20]

Indro Montanelli dijo de ella que «nació para ser buena esposa de un buen marido, no la heroína de una tragedia».[21]




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