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Clítoris



El clítoris es un órgano del aparato genital femenino. Solo su glande es visible, en la parte superior de la vulva; internamente se extiende por los labios mayores, el perineo, y rodea el tercio inferior de la vagina.

Es el órgano más inervado de los genitales femeninos, y su única función aparente es proporcionar placer sexual a la mujer.

El clítoris tiene cinco partes, de las cuales cuatro son bilaterales y simétricas. El glande, la única parte visible, es el elemento impar y se encuentra cubierto por el prepucio. Los bulbos vestibulares se encuentran bajo la piel de los labios mayores y se unen por debajo de la vagina y rodean su entrada y su tercio inferior. Externamente a ellos se localizan los cuerpos pareados o crura, unidos en la línea media y separados solo por un septo fibroso. Todas sus partes componentes incluyen tejido nervioso y tejido eréctil. Los tejidos eréctiles se llenan de sangre durante la respuesta al estímulo sexual, lo que hace aumentar su tamaño.

El glande del clítoris asoma en la parte superior de la vulva. Está parcial o totalmente recubierto, dependiendo del tamaño y el estado de erección o relajación, por un pliegue cutáneo llamado capuchón o prepucio clitorial, formado por la unión, en su parte superior, de los dos labios menores.[1]​ Es solamente el extremo visible del órgano y se corresponde, ontogénica y morfológicamente al glande del pene masculino.

En él se concentran los nervios que producen placer sexual en la mujer.

El cuerpo del clítoris puede llegar a tener un tamaño de 15 a 23 mm en toda su longitud, mientras que el glande clitoridiano mide entre 3 y 4 mm de ancho, y entre 4 y 5 mm de largo, en estado de reposo; en erección puede alcanzar de 17 a 25 mm de longitud.

Clítoris mostrando el capuchón retraído y los frenillos del clítoris

Clítoris descubierto

Clítoris cubierto completamente por el capuchón

En el desarrollo embrionario, hay una fase en que ambos sexos son indistinguibles. El clítoris se desarrolla al mismo tiempo que los demás órganos sexuales externos de la mujer, desde la séptima semana de la vida embrionaria, a partir del tubérculo genital.

La estimulación del clítoris tiene lugar durante la masturbación o el acto sexual. Dependiendo de la situación, como por ejemplo, una pareja heterosexual u homosexual, la postura, etc., se puede estimular de distintas formas, más o menos localizadas o indirectas. Para la masturbación del clítoris por el glande o parte visible, es recomendable hacerlo indirectamente y con lubricación, ya sea producida o artificial. El clítoris al extenderse por dentro puede llevar al orgasmo o clímax también por estimulación interna, es decir, todos los orgasmos son clitorianos. [2][3]

En algunos países se practica la infibulación o la ablación —mutilación total o parcial— del glande del clítoris y de otras partes del aparato genital femenino, desde una edad muy temprana, con el fin de imposibilitar el placer sexual de la mujer. Esta práctica, realizada por motivos culturales, religiosos, o por otros no médicos, además de implicar riesgos sanitarios potenciales, no tiene ningún beneficio para la salud y es considerada por las Naciones Unidas como una violación de los derechos humanos de las mujeres y de las niñas.[4]

Su principal motivación podría encontrarse en el control del deseo y las conductas sexuales de las mujeres, por creer que disminuye la posibilidad de relaciones pre o extramatrimoniales.[5]

El término clítoris procede del griego antiguo κλειτορίς (kleitorís), que fue reintroducido sin cambios en el Renacimiento. El primer médico antiguo en haberlo descrito y nombrado fue Rufo de Éfeso (siglos I-II d. C.). Este autor señala que en griego existía un verbo derivado, κλειτοριάζω (kleitoriázō), que significaba «acariciar(se) el clítoris para producir placer».[6]

La literatura médica moderna menciona por primera vez la existencia del clítoris hacia el siglo XVI, aunque hay discusiones sobre el momento exacto. Renaldo Columbus, también conocido como Mateo Realdo Colombo, fue un profesor de cirugía en la Universidad de Padua, en Italia, y publicó en 1559 un libro, llamado De re anatomica, en el que describió «la sede del placer femenino». Columbus concluyó que «como nadie ha descubierto estos detalles y su propósito, si se permite que le dé nombres a cosas que descubro, debería ser llamado “el amor o dulzura de Venus”».

La aseveración de Columbus fue rechazada por su sucesor en la universidad, Gabriele Falloppio, quien describió por primera vez las trompas de Falopio, también denominadas tubas uterinas, y se adjudicó el haber sido el primero en describir el clítoris. En el siglo XVII, el anatomista neerlandés Caspar Bartholin –véase glándulas de Bartolino– rechazó ambas pretensiones, diciendo que el clítoris ya era ampliamente conocido por la ciencia médica desde el siglo II.

Durante la época victoriana del siglo XIX, las mujeres que padecían problemas uterinos, hormonales o emocionales eran diagnosticadas con una supuesta enfermedad llamada histeria femenina, la cual no tenía remedio y solo podía ser aminorada por medio de masajes de clítoris, equivalentes a lo que hoy en día reconocemos como masturbación.[7]​ Los médicos manipulaban la vulva de la paciente hasta que esta alcanzaba el orgasmo, momento en que se aplacaban los síntomas de su mal. La lista de síntomas asociados con este mal era tan larga que llegó un momento en que se convirtió en una epidemia; casi cualquier dolencia leve podía servir para diagnosticar histeria.[8]

El ginecólogo William Masters y la sexóloga Virginia Johnson, conocidos popularmente por sus dos apellidos juntos, Masters y Johnson, y pioneros del estudio de la respuesta sexual humana, efectuaron estudios sobre el clítoris.[9]

En 1998, la uróloga australiana Helen O’Connell describió por primera vez la anatomía completa del clítoris con todos sus elementos.[10][11]​ En esa descripción se incluyen los bulbos cavernosos, se menciona su relación con la uretra y la vagina y se detalla su vascularización.[12]

Existen debates sobre . Geoffrey Miller ha dicho que el clítoris humano «no muestra indicios de haber evolucionado por selección preferente, es decir, por la elección directa de los machos sobre hembras con un carácter determinado. No es especialmente grande, ni tiene colores brillantes, o una forma específica, ni está exhibido en la selección durante el cortejo».[13]



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