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Complejo Chelonoidis nigra



Se denomina Complejo Chelonoidis nigra a un complejo de especies que engloba un total de 10 especies de tortugas terrestres del género Chelonoidis, las que son conocidas comúnmente como tortugas de las Galápagos o tortugas gigantes de las islas Galápagos.

Se trata de un grupo de especies estrechamente relacionadas que llegan a vivir 300 a 400 años, donde la línea de demarcación precisa entre ellas es aún tenue, debido a su evolutivamente reciente formación.[1]​ Todas ellas habitan en las oceánicas islas Galápagos.

Son la especie de tortuga de tierra más longeva del mundo, y La tortuga gigante de Floreana es considera como la tortuga más grande del mundo.

Las 10 especies que integran el «Complejo Chelonoidis nigra» habitan en 7 de las oceánicas islas Galápagos, un archipiélago volcánico situado a unos 1000 km al oeste de las costas sudamericanas de Ecuador.

Las islas Galápagos fueron descubiertas en 1535, pero aparecieron por primera vez en los mapas en 1570. Fueron nombradas "Insulae de los Galopegos" (Islas de las Tortugas) en referencia a las tortugas gigantes que los navegantes encontraron allí, pues «galápago» es una antigua palabra española que significa «tortuga».

Inicialmente, la tortuga gigante de Aldabra (Geochelone gigantea) y las de las Galápagos fueron consideradas como una sola especie, pues los naturalistas pensaban que los marineros habían transportado a las tortugas. En 1783, Johann Gottlob Schneider clasificó todas las tortugas gigantes como Testudo indica («tortuga de las Indias»). En 1812 August Friedrich Schweigger las llamó Testudo gigantea («tortuga gigante»). En 1834, André Marie Constante Duméril y Gabriel Bibron clasificaron las tortugas de las Galápagos como una especie separada, a la que llamaron Testudo nigrita («tortuga negra»).

Genéricamente, los componentes del complejo fueron también asignados a Geochelone, pero análisis genéticos comparativos han indicado que están realmente más estrechamente relacionadas al género africano Kinixys. Sus antepasados al parecer conquistaron Sudamérica en el Oligoceno, cruzando el Atlántico, al que llegaron arrojadas por grandes inundaciones de los ríos del oeste africano. Este cruce fue posible tanto por su capacidad de flotar con la cabeza apuntando hacia arriba, como por la de poder sobrevivir hasta 6 meses sin comida ni agua.[2]

Posteriormente, empleando el mismo método que les permitió conquistar América, cruzaron el océano Pacífico centro-este y lograron arribar a las islas Galápagos.

Ya el mismo Charles Darwin había reconocido la diversidad morfológica de este complejo, durante su visita al archipiélago en 1835, lo que le sirvió como uno de los argumentos para sustentar su teoría de la evolución de las especies.

Los taxones que integran este complejo eran tratados como simples subespecies de una única especie: Chelonoidis nigra. A principios del siglo XXI, un estudio encontró mayores diferencias genéticas entre ellas que lo que se creía hasta ese momento, por lo que se pasó a considerarlas a todas como especies plenas,[3]​ agrupándolas en este conjunto ya que, al tener un origen común, presentan características particulares y aglutinantes dentro del género Chelonoidis.

El «Complejo Chelonoidis nigra» incluye un total de 10 especies:

Entre sus miembros se incluyen a las tortugas terrestres vivientes más grandes del mundo, alcanzando pesos de más de 450 kg, y longitudes de más de 2 metros. Son de los más longevos vertebrados, con una esperanza de vida en el medio silvestre que puede superar los 100 años, y en cautiverio por lo menos hasta 170 años.

La variabilidad de las características morfológicas de los integrantes del conjunto se hace patente en especial en sus grandes caparazones óseos, los que se fueron adaptando de acuerdo al ambiente de cada isla.

Esta variabilidad hizo que los zoólogos subdividieran al grupo en numerosos taxones, siendo cada uno característico de una isla o de una parte de ella.

Se pueden reconocer 3 formas básicas:

Algunos individuos son sedentarios, mientras que a otros parece gustarles la idea de desplazarse, por lo que exploran nuevos territorios. Sin embargo todas deben refugiarse en las horas de mayor insolación, colocándose a la sombra de un árbol, entre arbustos o sumergiéndose en pozas de agua lodosa, la que por cierto le quita los parásitos. En ocasiones las tortugas estiran su cuello y sus extremidades, en una pose que llama a los pájaros a acercarse y alimentarse de sus parásitos.

Las poblaciones de las especies de este complejo fueron decreciendo, desde más de 250 000 individuos en el siglo XVI a alrededor de 3000 en los años 1970. Las causas de esta despoblación progresiva han sido diversas: caza de carne de tortuga, prospección petrolífera, separación de hábitat para la agricultura, e introducción de animales no nativos tales como ratas, cabras y cerdos. Los esfuerzos de conservación a partir del siglo XX han dado lugar a miles de ejemplares criados en cautividad, los que fueron liberados en sus islas originarias, por lo que se estima que el número logró superar los 19 000 individuos al inicio del siglo XXI. A pesar de esta recuperación, este conjunto está clasificado como «Vulnerable» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).



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