El Concurso Internacional de Música Reina Elizabeth de Bélgica es una competición para músicos que se celebra en Bruselas. La competición tiene el nombre de Isabel Gabriela de Baviera, Reina de Bélgica. Es una competición para violinistas clásicos (desde 1937), pianistas (desde 1938), cantantes (desde 1988) y violonchelistas (desde 2017). También incluyó competiciones internacionales para compositores de 1953 a 2012.
Desde su fundación está considerada una de las competiciones más desafiantes y prestigiosas para instrumentistas. En 1957 fue uno de los miembros fundadores de la Federación Mundial de Competiciones de Música Internacionales.
Eugène Ysaÿe, el famoso violinista belga, quiso crear una competición de música internacional para jóvenes virtuosos pero murió antes de poderla hacer realidad. La Reina Isabel, patrona de las artes y amiga de Ysaÿe, funda la competición en su memoria en 1937. El prestigio de Ysaÿe y la corte real de Bélgica aseguró el éxito desde la primera competición.
Las primeras dos ediciones de la competición, en 1937 para violín y en 1938 para piano, llevaron el nombre de Ysaÿe. La Segunda Guerra Mundial y otros impedimentos impidieron a la competición tener lugar de 1940 a 1950.
En 1951 la competición fue rebautizada por su patrones, Reina Isabel y ha tenido lugar bajo ese nombre desde entonces. De 1963 a 1980, Marcel Poot del Conservatorio de Bruselas presidió el jurado de la competición y escribió muchas de las obras de encargo del Concurso.
La competición fue retomada con ciclos de cuatro años, empezando con dos años consecutivos para violín y piano respectivamente, seguidos por un año para la competición de composición internacional. El cuarto año de cada ciclo no tenía ninguna competición.
Con la competición para voz (canto) introducida en 1988 los ciclos de cuatro años eran de piano → de violín → de voz → año sin competición de intérprete.
Desde 2007 ya no hay años sin competición para intérpretes: con tres disciplinas (piano, voz, violín), regresado a un ciclo de tres años.
Hubo competiciones para composición en 2008, 2009, 2011 y 2012, cada una de estas para la obra de interpretación de instrumentista de la final del año siguiente.
Desde 2015 hay otra vez ciclos de cuatro años, con, por primera vez en 2017, una competición para violonchelo añadida después del año de la competición de piano.
Las competiciones de composición públicas cesaron. El Concurso Reina Isabel genera ingresos de sus actividades propias, de patronazgo privado y de patrocinadores. Los recursos son variados: parte de la financiación para los premios es proporcionada por las autoridades públicas y patrones, patrocinadores corporativos, contribuciones de donantes, tickets y ventas de programa, anuncios en los programas y venta de discos. La Competición también se beneficia de la ayuda voluntaria de las familias que alojan en sus casas a los candidatos durante la competición.
Premios para los finalistas (cantidades otorgadas en la competición de violín de 2015):
Las competiciones de músicos tienen 12 finalistas que actúan como solistas ante una orquesta sinfónica completa. Las primeras ediciones de la competición estuvieron dominadas por candidatos de la URSS: En 1937 la competición de violín fue ganada por el legendario David Oistrakh y el año siguiente el eminente Emil Gilels ganó la competición de piano. La competición de piano de 1952 y la competición de violín de 1955 fueron las primeras en ver ganadores de los Estados Unidos.
La primera competición para composición fue en 1953. Las competiciones de composición tuvieron solo ganadores, quiénes ven su pieza ganadora interpretada en la final de las competiciones para instrumentistas del año siguiente.
La competición fue cubierta por la radio belga desde su primera edición. Las retransmisiones televisivas se iniciaron en los años 60. Las cadenas de TV empezaron a otorgar los premios basados en las preferencias de sus audiencias de 1975 y 1991 respectivamente. Abdel Rahman El Bacha, Pierre-Alain Volondat, Severin von Eckardstein y Denis Kozhukhin estuvieron entre los pocos concursantes que convencieron al jurado de la competición y a la audiencia general. Las grabaciones de las actuaciones finales fueron comercializadas desde 1967. En los registros del siglo XXI las interpretaciones se difunden por internet como vídeos o descargas de audio, seguidas por discusiones de los medios de comunicación sociales.
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