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Cupae



Las cupae (en latín singular cupa, plural cupae) son un tipo sencillo de monumento funerario de planta alargada con cubierta cilíndrica, imitando una cuba tumbada (de hecho, cupa significa cuba en latín), expresando así parte de su tipología, y que se utilizaron en algunas regiones del Imperio romano entre los siglos I y III. Por añadidura, también se emplea como sinónimo de sarcófago.[1]

Sin embargo, a pesar de su relativa simplicidad, en sentido etimológico presenta tal variedad que en muchas ocasiones lleva a la discrepancia entre autores para establecer un consenso del propio término.

Berciu y Wolski plantean que el monumento aparece por primera vez en Oriente, teniendo como enclave conductor el norte de África para asentarse en la península ibérica, a través de Baelo Claudia según Vaquerizo. A ello añadir que, vinculada a dicha teoría, este monolito sería la traslación de la domus abovedada y común de lugares como Alejandría. Aunque, por su parte, Bacchielli desvincula su relación con esta zona descartando la propuesta relativa a los tipo de habitación y sarcófagos licios. Inclusive, ante tal amplitud de propuestas geográficas, se plantea la época helenística como precedente, teniendo como fruto esta extensión a provincias europeas, africanas y asiáticas.[2]

La cuestión se presenta, por tanto, en un cúmulo de formulaciones desiguales sin una idea generalizada, y es tal la problemática que entorno al uso, o como ya se ha mencionado en su concepto, existirá un panorama bastante similar.

Se distinguen dos tipos:

Pese a plantearse una clara distinción y equivalencia entre los ritos y las tipologías de cupae, el caso es que el ejemplo barcelonés hace cuestionar esta visión tradicional, ya que da pie a planteamiento de una indiferencia ritual con respecto al tipo funerario[4]​.

Algunos autores sólo llaman cupae a las monolíticas, asimilando las hechas de obra con túmulos.[5]


Este aspecto aparece como caracterizador de la pauta del lugar: es el ejemplo de Hispania en donde las cupae emeritenses abundantes son las hechas de granito, además de presentar el texto funerario en uno de los amplios laterales y una doble moldura como base; ello a diferencia de las tarraconenses que están trabajadas a mármol y en general con una decoración más amplia y compleja.[6]​ El uso del estuco se cumplimenta a modo de capa en color rojo (en el caso de Tarraco) o blanco y que en muchos casos servía para formarse relieves de forma decorativa.[7]

A pesar de estar a menudo vacías, las cupae no son el contenedor de los restos del difunto sino un elemento señalizador de la sepultura, que se dispone enterrada más abajo. La cámara del interior de la cupa, si la hay, sirve para poner ofrendas, que pueden ser vasijas de cerámica con alimentos. Además, puede presentar un orificio libatorio para efectuar libaciones estando situado, por lo general, en el lado derecho respecto del campo epigráfico para que, con el infundibulum, se llevara a cabo el ritual preciso[8]​ y termine en dicha cámara.

A ello se adscribe el campo epigráfico: éste se puede situar en una tabula ansata, en una cartela en reserva, inscrito o incluso grabado de forma simple.[9]

En lo concurrente a la idea defendida por Berciu y Wolski, su utilización se remitiría a individuos de origen norteafricano, mayormente libertos y vinculados a las religiones mistéricas,[10]​ siendo de esta forma una proporción notable de la población. En cambio, otra perspectiva defiende que, por su extensión a zonas de Lusitania, la visión de cupae structiles y solidae algo más compleja incluiría así a personas locales,[11]​ lo que ampliaría su área social de uso.


Daremberg y Saglio, Dictionnaire des antiquitès grècques et romaines, París, Hachette, 1877.

Vaquerizo, “Sobre la tradición púnica, o los influjos norteafricanos en algunas manifestaciones arqueológicas del mundo funerario hispano-bélico de época pleno-imperial. Una revisión crítica”, en Vaquerizo y Murillo (eds.), Vaquerizo (coord.), El concepto de lo provincial en el mundo antiguo. Homenaje a la Prof. Pilar León, Córdoba, vol. II, pp. 317-364.

Javier Andreu, David Espinosa y Simone Pastor (coords.), Mors omnibus instat. Aspectos arqueológicos, epigráficos y rituales de la muerte en el Occidente Romano, Liceus Servicios de Gestión y Comunicación SL., Madrid, 2011.

Julià, “Les monuments funéraires en forme de demi-cylindre dans la province romaine de Tarragonaise”, Melánges de la Casa de Velázquez, n.º 1 (1965), pp. 29-72.

Bacchielli, “Monumenti funerari a forma di cupula: origine e diffusione in Italia meridionale”, L ́Africa Romana. Atti del III Convegno di studio. Sassari 1985, Sassari, 1986.

Berciu y Wolski: “Un nouveau type de tombe mis au jour à Apulum et le problème des sarcophages à voûte de l'Empire romain”, Latomus, vol. XXIX, n.º 4 (1970), pp. 919-965.





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