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Dehesa de Amaniel



La Dehesa de la Villa es un parque situado al noroeste de la ciudad de Madrid (España), concretamente en el barrio de Ciudad Universitaria del distrito de Moncloa-Aravaca. Su principal característica es que mantiene su carácter forestal, estando en su mayor parte sin ajardinar. Ocupa una superficie de 64 hectáreas, tras haber sido su extensión mucho mayor en el pasado.

En su origen formó parte de la Dehesa y Eras de Amaniel, por su guarda mayor, Lope de Amaniel, documentado como ballestero de Enrique II de Castilla.[1]​ El ilustrativo "de la Villa" se debe a la condición de "Villa y Corte" que ostenta la ciudad de Madrid.

En 1152 el rey Alfonso VII de León donó a la villa de Madrid los terrenos en los que se ubica el actual parque,[2]​ que fueron utilizados para el pastoreo, perdiendo gran parte de sus encinas originales. Se sabe que en 1457 los llamados Altos de Amaniel ocupaban 2529 fanegas (unas 1000 hectáreas, o 10 km²) y que desde 1485 abastecía de carne a la villa. Con el tiempo la Dehesa fue perdiendo extensión, ya que los sucesivos regidores edificaron en estos terrenos.

En 1530 se destinaron 1570 fanegas para labranza y en 1608 se parceló y arrendó gran parte de la Dehesa para pagar el traslado de la Corte a Valladolid y la construcción del Palacio Real. Fernando VI vendió 327 fanegas, con lo que la extensión total se redujo a apenas 698. Carlos III arregló la Vereda de Carabineros, actual calle de Francos Rodríguez, que era el camino que comunicaba los palacios del Buen Retiro y de El Pardo. Carlos IV tomó otras 418 fanegas para incorporarlas al Real Sitio de la Florida.

La Dehesa siguió ampliando su superficie hasta el reinado de Isabel II. El 11 de mayo de 1860, el ejército de África entró en Madrid y acampó durante dos días en la Dehesa. Un año después se vendió una parcela a la Beneficencia Pública para construir un manicomio modelo que nunca llegó a levantarse. El tramo de la Acequia del Norte (o del Oeste) del Canal de Isabel II regó parte de la Dehesa a partir de 1868, siguiendo el proyecto diseñado en 1863 por Juan de Ribera Piferrer para el aprovechamiento del agua sobrante con el riego de huertos, jardines ciudadanos y otras industrias del extrarradio madrileño, obra que en su conjunto fue popularmente conocida como El Canalillo.[3]​ Al inicio del siglo xxi algunos restos del trazado se aprovecharon como senda para peatones y ciclistas, y un breve canal estancado en el anexo parque de Ofelia Nieto.

A finales del siglo xix comenzaron a plantarse grandes extensiones de pino negral en la zona.[4]​ Desde 1901, el estado la entregó en usufructo al Ayuntamiento de Madrid para esparcimiento público; si embargo, en 1924 se intentó cercar para regular el acceso en una iniciativa del jardinero mayor de la Villa, Cecilio Rodríguez, según la denuncia realizada por el diario El Sol del 4/10/1924.[5]

En 1929 se levantó la Ciudad Universitaria de la Universidad Central, que ocupó 320 hectáreas de la antigua Dehesa. Durante la Guerra Civil se convirtió en una línea de defensa de la ciudad y en sus terrenos se desarrollaron fuertes combates. Tras la guerra se construyeron en sus terrenos el Instituto Virgen de la Paloma, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), el Cuartel de la Policía Armada y el Instituto Médico Fabiola de Mora y Aragón.

A lo largo de su historia, la Dehesa de la Villa ha ido sufriendo una reducción de las encinas originales, debido al uso humano. En tiempos de Isabel II se comenzó la repoblación con pinos, principalmente piñoneros y carrascos, actualmente el árbol más común del parque.[6]​ Además de la ya citada encina, se halla otro árbol superviviente del bosque mediterráneo, el alcornoque. También hay almendros, sobre todo amargos, y acacias, habituales sobre todo cerca de la calle Francos Rodríguez.

En las vaguadas húmedas aparecen chopos, sauces, fresnos y olmos, estos últimos muy agredidos por la grafiosis. En las zonas ajardinadas se encuentran múltiples cipreses junto a mimosas, eucaliptos, cedros, laureles y ciruelos de Pissard. En los bordes de las carreteras es común el ailanto.

En el sustrato arbustivo encontramos jaras, retamas, romero y zarzamoras, entre otras.

Además de la ardilla roja, el mamífero más fácil de observar entre las copas de los pinos o trepando por sus troncos, se han avistado en la Dehesa más de 70 especies de aves. Entre las consideradas sedentarias que se pueden ver todo el año:



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