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Democracia semidirecta



Democracia semidirecta es un tipo de democracia que combina los mecanismos de la democracia directa y el gobierno representativo.[1]​ En la democracia semidirecta los representantes administran la gobernanza cotidiana, pero los ciudadanos siguen siendo soberanos, pudiendo controlar sus gobiernos y las leyes mediante diferentes formas de acción popular: referéndum vinculante, iniciativa legislativa popular, revocatoria de mandato, plebiscitos y consulta popular. Las dos primeras formas -referendos e iniciativas- son ejemplos de legislación directa.

Un gobierno es elegido, pero a diferencia del sistema representativo, se disponen de unos mecanismos vinculantes de control, donde el pueblo toma el poder y puede vetar leyes del parlamento, o proponer nuevas leyes, que posteriormente serán sometidas a referéndum vinculante. Estos mecanismos son el referéndum vinculante y la iniciativa popular legislativa. Existen otros mecanismos como la revocatoria de mandato, la avocación y el plebiscito. Los principales países donde se aplica son Suiza y Liechtenstein.

La era moderna de un acercamiento a la democracia directa a nivel federal y local comenzó en las ciudades de Suiza en el siglo XIX. En 1847, los suizos añadieron el referéndum estatutario a su constitución. Pronto pensaron que tener solamente el poder de vetar las leyes que producía el Parlamento no era suficiente, y así en 1891 añadieron la iniciativa de enmienda constitucional.

Las batallas políticas suizas han ofrecido al mundo desde entonces una experiencia importante en la puesta en práctica de este tipo de iniciativas. En los últimos 120 años más de 240 iniciativas han sido votadas en referéndum. Además, algunas veces se ha optado por iniciativas que son reescritas por el gobierno. Suiza se ha convertido así en referente y ejemplo para muchos países en los que desde las instituciones o desde movimientos ciudadanos se promueve la introducción de mecanismos de democracia directa.[2]

La democracia directa en Liechtenstein se remonta a la Constitución de 1921, y sus poderes han sido ampliados varias veces desde entonces, la última de ellas en 2003. Actualmente, en las consultas populares se puede modificar la Constitución, proponer leyes, la secesión de los municipios, mociones de censura sobre el príncipe o la abolición de la monarquía, entre otros. Aunque inicialmente Liechtenstein se inspiró en el modelo suizo, tiene hoy bastantes más elementos de democracia directa que el país helvético,[3]​ y está clasificado en los primeros puestos del índice de democracia directa elaborado por Initiative and Referendum Institute Europe.[4]

Otro ejemplo importante son los Estados Unidos, donde a pesar de no existir democracia directa a nivel federal, la mayoría de los estados (49 de los 50) y muchos municipios permiten que los ciudadanos promuevan la votación de iniciativas, y la gran mayoría de los estados cuentan con mecanismos para promover iniciativas o referendos. Existen también reuniones comunitarias (town meetings) y diversas instituciones a nivel municipal, donde los ciudadanos pueden interactuar con los responsables de la administración en la toma de decisiones.[5]

California tiene una forma de democracia semidirecta en la que los ciudadanos pueden iniciar el proceso de referéndum si pueden reunir suficientes firmas de petición. Si se reúnen suficientes firmas de petición, el electorado de todo el estado puede votar para aprobar o desaprobar una ley.



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