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Descolonización de África



La descolonización de África tuvo lugar en el lapso comprendido entre mediados de la década de 1950 hasta 1975, con cambios de régimen repentinos y radicales en el continente a medida que las colonias realizaban la transición a estados independientes.[1]​ El proceso fue a menudo desordenado, caracterizado por la agitación política, los disturbios generalizados y las revueltas organizadas.[2]​ Fueron parte de este proceso la guerra de Argelia en la Argelia francesa, la Guerra de Independencia de Angola en la Angola portuguesa, la crisis del Congo en el Congo Belga, el levantamiento del Mau Mau en la Kenia británica y la Guerra Civil de Nigeria en el estado secesionista de Biafra.

El Comité Especial de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas reconoce a Sahara Occidental como uno de los Territorios No Autónomos.[3]

La mayor parte de África había sido colonizada durante el Reparto de África, en medio del período conocido como Nuevo Imperialismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. Tras la Primera Guerra Mundial, los movimientos independentistas africanos tomaron relevancia, que culminaría en el proceso de descolonización. En algunos países la independencia se obtuvo de forma pacífica, mientras que en otros se consiguió mediante el uso de las armas. Entre estos últimos, la Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962) y la Guerra colonial portuguesa (1961-1975) fueron las más violentas.[4]

En 1958, luego de un referéndum, se creó la Comunidad Francesa, que reunía a Francia y las entonces colonias con excepción de Guinea, que votó en contra de integrarse a esta entidad y proclamó su independencia;[5]​ dos años más tarde, todas las colonias francesas se independizaron.[6]​ La descolonización, sin embargo, no ha acabado, ya que el Sáhara Occidental sigue bajo administración colonial española de jure, e invadido por Marruecos en virtud de los ilegalizados Acuerdos de Madrid.

Durante el Reparto de África en el siglo XIX, las potencias europeas delimitaron África en la Conferencia de Berlín de 1884 y 1885, basándose en el paradigma europeo de estado-nación.[7]​ En 1914, con excepción de Etiopía y Liberia, la totalidad del territorio africano estaba controlado por las potencias europeas.[8]Francia e Inglaterra contaban con mayores posesiones, pero Alemania, Bélgica, España, Italia, Portugal y Turquía también tenían colonias.[9]
Las consecuencias de este proceso de colonización fueron variadas, como la pérdida de recursos naturales, devastación económica, confusión cultural, división geopolítica y subyugación política. El último país en ser colonizado fue la actual Etiopía, que resistió independiente hasta el 5 de mayo de 1936.[10]

En la actualidad, casi todos los países europeos se han retirado de territorio africano. Solo Australia, España, Francia, Noruega, Portugal y el Reino Unido mantienen el control de pequeñas islas frente a las costas africanas. España es el único que mantiene presencia en el continente propiamente dicho, ya que dos ciudades de su costa noroccidental (Ceuta y Melilla) permanecen también bajo control español.[cita requerida]

El proceso de descolonización de África fue el resultado de la articulación de una serie de factores, de carácter externo e interno.
Entre los factores externos están los profundos cambios producidos por la Primera y la Segunda Guerra Mundial;[Nota 1]​ la fundación de la Organización de las Naciones Unidas; la creación del Movimiento de Países No Alineados; las particulares circunstancias de la Guerra Fría, con la polarización entre Estados Unidos y la URSS; el apoyo político y armamentístico de la URSS a los movimientos de tendencia marxista o comunista; y la derrota de Francia en la Guerra de Independencia de Indochina, entre otros.[13]

En la década de 1930, las potencias coloniales habían cultivado, a veces inadvertidamente, una pequeña élite de líderes africanos educados en universidades occidentales, donde se familiarizaron con ideas tales como la autodeterminación. Algunos de estos líderes, como Jomo Kenyatta (Kenia) o Nnamdi Azikiwe (Nigeria) llegarían a ser presidentes de sus países luego de la independencia.[14]Kwame Nkrumah (Ghana), formado en Estados Unidos y Gran Bretaña, fue uno de los impulsores de la independencia de su país y reconocido panafricanista.[15]Léopold Sédar Senghor, formado en Francia, poeta, fue el primer presidente de Senegal.[16]Julius Nyerere, primer presidente de Tanzania, fue un reconocido panafricanista e impulsor del socialismo africano.[17]
Simultáneamente, se fundaban periódicos orientados a la difusión de las nuevas ideas políticas,[14]​ como el African Morning Post, el West African Pilot, o el The Comet, entre otros.[18]

Los líderes africanos se dieron cuenta de que África había sido clave a la hora de ganar la Segunda Guerra Mundial. Desde el punto de vista africano, las colonias estaban ayudando a sus señores colonos a combatir a un enemigo desconocido sin mencionar la palabra independencia. Algunos líderes como Verwoerd y Vorster de la Unión Sudafricana apoyaron a Hitler mientras que la mayoría de los gobernadores de las colonias francesas reconocieron lealtad al gobierno de Vichy hasta 1943. La propaganda alemana durante la guerra tuvo un papel muy importante en este desafío al poder británico. Debido a que Japón había comenzado su proceso imperialista en el lejano oriente, se produjo una escasez de materiales como el caucho y algunos minerales. África se vio obligada a hacer frente a esta escasez, beneficiándose enormemente de dicho cambio: las industrias locales emergentes trajeron nuevos pueblos, y las ciudades existentes doblaron su tamaño, crecimiento social e industrial trajo más alfabetización y con ella los periódicos pro-independentistas.[cita requerida]

En 1945, finalizada la Segunda Guerra Mundial, los delegados de 50 naciones se reunieron en el marco de la Conferencia de San Francisco, creando la Organización de las Naciones Unidas en sustitución de la Sociedad de Naciones. En su carta fundacional se estableció el "principio de igualdad de derechos y autodeterminación de los pueblos",[19]​ Las derivaciones políticas y jurídicas de este principio implicaban el derecho de todo pueblo a exigir su independencia. Las grandes potencias imperiales plantearon su oposición, ante el riesgo implícito de perder sus privilegios. Churchill se opuso a la posibilidad de que la ONU se hiciera cargo transitoriamente de la tutela de los territorios colonizados antes de su efectiva independencia.[20]

Tras la Segunda Guerra Mundial, y deseando quitarse la carga económica de mantener grandes imperios, las fuerzas aliadas prometieron la independencia de África.[cita requerida]

Algunas regiones lograron su independencia con anterioridad a mediados del siglo XX, aunque a partir de 1960 el proceso se aceleró y consolidó en la mayoría de los países africanos.[4]
En solo unos meses de 1960, Francia perdió su dominio sobre Camerún, Togo, Malí, Madagascar, Benín, Níger, Burkina Faso, Costa de Marfil, Chad, República Centroafricana, República del Congo y Gabón. La Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobada en diciembre de 1960 formalizó el proceso de descolonización que, con el liderazgo de África, tenía alcance mundial.[21]

El 4 de enero de 1969 España transfiere al Reino de Marruecos su soberanía sobre la región de Ifni.[33]

En 1979 se llevaron a cabo negociaciones y se llegó a un acuerdo que puso fin al conflicto. El 17 de abril de 1980 se proclamó la República de Zimbabue.[78]

Con excepción de la guerra de Argelia, en la mayoría de las colonias británicas y francesas, los dos mayores colonizadores de África, la transición a la independencia se produjo de forma pacífica.[107]​ En la conclusión de la descolonización, África sufría una gran inestabilidad política, pobreza económica y dependencia de las potencias debido a la deuda pública. La inestabilidad política nació de la introducción en África de ideología marxista o de la influencia capitalista, así como de las diferencias raciales, que incitaban a guerras civiles, formándose grupos nacionalistas negros, que participaban en ataques violentos contra los colonos blancos, intentando así poner fin al gobierno de la minoría blanca.

Las fronteras decididas generalmente de manera arbitraria por las potencias europeas durante la colonización fue otra fuente de violencia, ya que algunas de las nuevas naciones no estaban de acuerdo con el trazado de límites poco respetuosos de las comunidades.[108]
Algunos conflictos vinculados a la delimitación de las fronteras subsistieron hasta el siglo XXI, como el que enfrentó a Etiopía y Eritrea,[109]Sudán y Etiopía,[110]​ o Kenia y Somalia.[111]​ La Unión Africana estableció en 2007 el Programa de Fronteras,[112]​ a fin de facilitar la resolución de los conflictos limítrofes.[8]

Ante la disminución de la presencia de los estados coloniales en los países de África, se incrementó la influencia de Estados Unidos, la ex URSS y más recientemente China, a menudo materializada mediante grandes obras de infraestructura, ayuda económica o humanitaria. El expresidente del Banco Central de Nigeria señaló que estas inversiones o apoyos responden a los intereses económicos y políticos de los países que los desarrollan más que a los países receptores.[113]

Eric Hobsbawm señala que en muchos casos, particularmente en las ex colonias francesas, británicas o belgas, la independencia solo tuvo un carácter formal, ya que los nuevos estados mantenían los antiguos vínculos de dependencia económica y cultural.[114]​ En el plano cultural, en la mayoría de los países recientemente independizados se verifica la permanencia del idioma, de los contenidos y sistemas educativos y de las estructuras de formación docente, entre otros aspectos vinculados a la educación.[115]



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