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Desiertos (álbum)



¿Dónde nació Desiertos (álbum)?

Desiertos (álbum) nació en banda.


Desiertos es el primer álbum en la carrera de La Ley, con Beto Cuevas como vocalista. Fue un disco lanzado de manera independiente el 24 de julio de 1990, bajo el sello Fusión de propiedad del productor musical Carlos Fonseca sello asociado al sello discográfico EMI.

El disco fue producido por Rodrigo Aboitiz y Andrés Bobe, y grabado en los estudios Horizonte, Santiago de Chile, durante los meses de abril de 1989 y marzo de 1990. Solo 500 ejemplares en formato casete fueron lanzados, convirtiéndose en un objeto de culto por los fanáticos de la banda.

El proyecto se inició a principios de 1989 con Andrés Bobe y Rodrigo Aboitiz, ya sin la participación definitiva de Shia Arbulú, a quienes se sumaron en forma estable el bajista de Paraíso Perdido, Luciano Rojas, el músico y letrista Iván Delgado, también miembro de Paraíso Perdido invitado por Carlos Fonseca, y Mauricio Clavería, baterista y músico de Pancho Puelma y los Socios. En la búsqueda de un vocalista para la banda, participó Iván Delgado, coautor del tema Desiertos, quien participó en los demos de las canciones Desiertos, Qué va a suceder, Bomba de tiempo, Hay algo allá afuera, Él y Lula, que fueron grabadas en el estudio de Carlos Cabezas, líder de la banda Electrodomésticos.

Demasiado preocupados de lo instrumental, el grupo no prestó la suficiente atención a la parte vocal y al momento de iniciar la grabación definitiva de las canciones y junto a la opinión de Oscar López, el ingeniero de sonido, se dieron cuenta de que la voz de Delgado no cumplía con las expectativas de la banda, quienes y por sugerencia también de Fonseca, optaron por seguir con la búsqueda de otro cantante con las canciones que ya estaban grabadas. Con la marginación de Iván Delgado del grupo, se tanteó entre otros músicos y actrices allegadas a los músicos, con el también músico Hugo Román, cuñado en aquel entonces de Rodrigo Aboitiz y letrista de Hay algo allá afuera, canción que supuestamente estaría incorporada a la banda sonora de la película chilena del mismo nombre, dirigida por Pepe Maldonado estrenada en noviembre de 1990 y que en definitiva no fue incluida en el filme.

Finalmente, se optó por elegir a Alberto “Beto” Cuevas, quién en ese entonces estudiaba diseño y cantaba covers de Elvis Presley en el bar La Papaya en Tongoy. Recién llegado desde Canadá, contactado por unas amigas de Aboitiz e invitado al grupo como un supuesto primo de Mauricio Clavería, se destacó por tener un perfil muy atractivo y aunque su voz no era la de un cantante profesional, se podía presagiar que tendría mucho potencial. Durante el proceso de audición, el cual exigió por parte del grupo que Cuevas se aprendiera la canción Desiertos, gustó mucho a la banda, que su voz tuviese un cierto timbre oscuro y muy semejante a Mark Hollis, líder de la banda británica Talk Talk. Cuevas aportó al grupo con la letra de tres canciones de su autoría: Azuela, Espina Feroz y Razones Vivas.

Después de casi un año de producción el disco por fin vio la luz en julio de 1990, cuyo lanzamiento oficial fue en el centro de eventos Casa de la Constitución en Recoleta, Chile.

El grupo enfrentado a los prejuicios de aquella época donde las bandas de pop, eran miradas a menos por parecer frívolas y no tener un discurso social incipiente, se preocuparon en darle importancia a la imagen que proyectaba la banda, sobre todo en el vestuario incluyendo chaquetas de cuero negras, camisas blancas y usando pantalones de jeans Soviet. La banda seguía trabajando y se abría paso en los medios de comunicación, donde es muy recordada la aparición del domingo 5 de agosto de 1990, durante la difusión del álbum Desiertos en el programa "Más Música" del ahora Canal 13, conducido por la cantante chilena Andrea Tessa. En aquel momento Beto Cuevas regaló una copia del casete más un afiche promocional a la conductora del programa, mientras se anunció el videoclip de la canción que da título al disco, que tuvo como localizaciones el río Mapocho y el Café del Cerro, lugar donde tocaban cada semana. El videoclip lo idea, produce y dirige el cineasta Gustavo Fiorenza.

Con el trascurso de los meses los miembros del grupo empezaron a sentir cierto abandono por parte de Carlos Fonseca, derivado en parte a que la atención, y por ende los recursos, estaban dirigidos mayormente hacia el grupo Los Prisioneros. Alejandro Sanfuentes, en aquel entonces asistente de Fonseca, y futuro mánager de la banda, durante uno de los ensayos de la banda, al cual asistió solo y motivado por hacerles saber que también percibía la misma sensación de abandono de Fonseca y el sello, propuso a la banda un plan de trabajo, liberándose del compromiso que tenían con Fonseca, participando en otro sello discográfico, con más recursos y por supuesto con más atención de la que recibían en ese momento. La banda liderada por Bobe, aceptó sin pensarlo dos veces, terminando definitivamente su trato con Fusión Producciones y EMI, sello que a su vez no quería prescindir de las grabaciones realizadas, pero argumentando derechos de autor, La Ley logró conseguir la cinta máster de la grabación.

El quiebre ocasionó que el disco dejase de promocionarse y que fueran sacados al mercado solo 500 ejemplares en formato casete, material descatalogado hasta el día de hoy y que se ha convertido en un objeto de culto entre los admiradores del grupo. Deciden entonces enviar la cinta máster de la canción Desiertos a Argentina para elaborar dos mil copias en single de vinilo de 45, con la intención de distribuirlos en cada presentación y así tener una fuente segura de ingresos.

Según entrevista a Carlos Fonseca [1], dueño del máster con las grabaciones originales del disco Desiertos, hubo un intento de reedición de este álbum por parte de Beto Cuevas (antes de la publicación del disco Uno en el 2000) para comprar el máster a Fonseca y publicarlo, sin embargo, no hubo interés de Fonseca en venderlo. Fonseca no se opuso a poder publicarlo en conjunto con la banda pero debido a la separación del grupo el año 2005 esta idea no vio la luz.

En el año 2015 también hubo un intento por parte de Germán Bobe (hermano de Andrés Bobe), Luciano Rojas y Rodrigo Aboitiz de publicar el disco Desiertos, sin embargo, Beto Cuevas se opuso al lanzamiento de este, argumentando que estaban en proceso del lanzamiento de un nuevo disco, Adaptación. En la entrevista menciona que en todas las crisis internas de La Ley, Beto le compró la propiedad intelectual del nombre La Ley a todos los integrantes transformándose en el único dueño.

El 7 de julio de 1990 se publicó una reseña en la sección Imagen+Sonido titulado "La Ley Promete" en el diario chileno El Mercurio, por el periodista Iván Valenzuela.[2]

"Un acierto con algunos reparos, pero un acierto, al fin y al cabo, resulta ser el nuevo disco del grupo chileno La Ley "Desiertos".

Se trata, efectivamente, del segundo álbum de esta agrupación que tiene como núcleo central a Rodrigo Aboitiz y Andrés Bobe (productores musicales del disco), que junto a Shía Arbulú, una de las cantantes del grupo Nadie, realizaron un debut disparejo pero promisorio hace dos años.

Mientras el regreso de Europa de Shía Arbulú quedaba descartado, Bobe y Aboitiz ya habían unido al grupo a otros músicos; y para comienzos del año pasado, el proyecto se había redefinido en gran parte. Así, La Leyes ahora un quinteto, en el que se cuentan también Luciano Rojas (bajo), Mauricio Clavería (batería) y el cantante Alberto Cuevas, completo debutante.

En trece meses, La Ley registró el trabajo que se presenta ahora, un material que, por cierto, tiene diferencias con ese debut de laboratorio y de gran tecnologización. Tal vez la mayor importancia del proyecto antiguo esté en una cierta forma de componer, donde la parte importante del trabajo creativo parece estar en estructurar organizaciones armónicas más o menos interesantes que, al combinarse con un panorama timbrístico sugerente y nuevo, provoquen un resultado de calidad. Esa es, al menos, la apariencia.

Esta forma, discutible, pero en ningún caso desechable en si misma, o tal vez otros estilos de componer, provoca que las canciones que resultan del trabajo queden aminoradas en su potencia. La Ley pone todo su esfuerzo en recuperar el potencial de la “forma canción” (especialmente si se mira el aspecto comercial), pero las melodías que surgen a veces resultan planas. Además, y tal vez esto sea lo más complicado, tanto la forma de cantar de su vocalista como los textos en si resistan claridad y fuerza no siempre se entienden y los pedazos que se distinguen no siempre dan una idea clara que pueda seguirse. Esto, que puede ser también una opción válida, dificulta la comercialización del material de La Ley y plantea el viejo dilema de la subversión definitiva de la “forma canción” frente al interés de poder conquistar a públicos masivos. Si en este caso se pretendió una formula intermedia, el resultado dista de convencer. Si es un problema de estilo o modulación, es subsanable.

Además, se advierte una especie de “barroquismo” instrumental, una preocupación grande por entregar timbres y recovecos tecnológicos inusuales y originales. Intento saludable que, sin embargo, vuelve a poner en cuestión la efectividad de las canciones como tales. Algo de esto ocurre, por ejemplo, en el que tal vez sea el mejor de los temas del disco, “Sintiendo Cosas”, donde la delicadeza del bajo Rojas y del piano eléctrico de Aboitiz lucen sobremanera, pero donde el conjunto distrae de los textos y la voz pasa a ser un timbre más en un total logrado y agradable.

También en el piano interpretativo, Bobe luce su guitarra con éxito en “Instrumental” (un buen intento) y “Hay algo allá afuera”, canción que cierra el disco y que es el tema central de una película de José Maldonado que aún está en etapa de postproducción. El cantante Cuevas, que en más de un giro recuerda al fallecido, Federico Moura (Virus) es un buen aporte. Canta con personalidad, aunque no con estilo propio, pero logra un debut promisorio. Del baterista Clavería vuelve a quedar clara su tremenda eficiencia.

Entre los aciertos del trabajo de La Ley está el haber articulado, de un modo profesional, cuidado y pulcro, un sonido internacional, por no decir europeo, que le otorga al conjunto una actualidad a toda prueba.

Musicalmente, se trata de temas pop que tienen mucha sugerencia y que a mediano y largo plazo pueden funcionar comercialmente. Además, se trata de un grupo que irrumpe con un aporte propio, con un lenguaje personal y un discurso definido en el medio del pop chileno. Esa claridad aunque sea relativa, es algo que siempre se agradece.

La Ley presenta desde ayer ya hasta el lunes su cassette, en el Café del Cerro."

Reportaje Diario La Tercera 25 de julio de 2020 https://www.latercera.com/culto/2020/07/26/la-ley-30-anos-de-lados-transparentes/

Luciano Rojas “Entré a la facultad de artes de Universidad de Chile en 1984 y ahí nos hicimos amigos con Andrés Bobe. Armamos un montón de grupos. El más concreto fue Paraíso perdido. Luego me invitan a La Banda del pequeño vicio y lo llevé. En la última etapa de ese proyecto él comienza trabajar con Rodrigo Aboitiz y se une Shia Arbulú del grupo Nadie, hasta que ella regresa a España. Fue ahí cuando Andrés me invita a participar de La Ley. Estuvimos más de un año ensayando y componiendo todos los días. Se incorporó Iván Delgado y al final Mauricio Clavería como baterista”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Andrés tocó guitarra en Aparato raro. El grupo empezó a fallar, armamos un proyecto y se nos juntó Carlos Fonseca que sugiere a Shia. Hicimos un maxisingle de seis canciones y de ahí se nos ocurrió el nombre La Ley. Shia se va y yo parto a estudiar a Los Angeles donde conocí a Humberto Gatica y un montón de gente, pero no me hallé. Me junté con Andrés de nuevo y seguimos pero ya una banda grande. Ahí llega “Perrín”, Mauricio Clavería. En un principio no integra el grupo porque tocaba en otras bandas y empezamos a buscar cantante. Entró Iván y ahí nace el disco Desiertos”.

Mauricio Clavería “Estaba tocando en Reñaca un verano y ellos tocaban en el local del frente. Nos encontramos fumando un cigarro, los conocía, intercambiamos teléfonos y fui a una audición. Me parece que habían probado con Raúl Aliaga de Congreso y a Eduardo Topelberg, pero era muy doble bombo y no pegaba porque esto era con secuencias. Ellos venían con ese bichito tecnológico y me encantó. Delgado me dijo ‘aquí eres el baterista, nosotros somos la banda y no vas a salir en la carátula’. Venía entrando. Qué le iba a decir”.

Alejandro Sanfuentes “Primero fui manager de Electrodomésticos, después de Upa!. De ahí me fui a Italia a poner música en cruceros. Volví a Chile a buscar músicos porque pagaban muy bien. Hablé con Mauricio Clavería pero me dice que estaba en un proyecto en pañales sin vocalista, y que les ayudaba Carlos Fonseca. Me acerqué a Carlos, tuvimos muy buena química. Él estaba full con Los Prisioneros y me incorporó”.

Luciano Rojas “El proyecto fue planteado desde un comienzo como algo de suprema calidad. Lo íbamos a pulir hasta que brillara, el máximo cuidado en los más mínimos detalles. Y obviamente la parte estética, la parte visual, sobre todo en esa época que era la década de los videoclips. El estilo se fue dando a través de la convivencia entre nosotros”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Grabamos con el “Chico” López en los estudios Horizonte. Teníamos el disco entero y cuando le tocó cantar a Iván cachamos que, más que desafinado, era destemplado. Estábamos tan metidos en nuestras partes y arreglos que no escuchamos la voz. Además que también había carrete y hueveo, aunque trabajamos harto ensayando todos los días. Iván era muy talentoso y poco reconocido. También era medio pastel, entonces, claro, a veces no funcionaban las dos cosas. Pero en este caso fue por algo técnico. Nos juntamos en el Tavelli a decirle que no podía seguir porque no cantaba y teníamos otras expectativas. Éramos muy amigos y nos sentimos mal, pero esto era algo profesional y estábamos embalados. Nos pusimos a buscar cantante”.

Luciano Rojas “Probamos a Luz Croxatto. Lo hizo bastante bien y casi queda”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Me acuerdo que pasó el hermano de mi mujer, Hugo Román, luego Luz Croxatto. Hicimos una canción para la película Hay algo ahí afuera de Pepe Maldonado. Nos gustó, pero creo que nos gustaba la mina”.

Alejandro Sanfuentes “La casa de Andrés era un semillero artístico. Ahí conocí a Javiera Contador de chiquitita. Estaba todavía la idea de lo que había sido Shia Arbulú. Surgieron dos alternativas que le gustaban a Andrés: Luz Croxatto y Soledad Guerrero”.

Luz Croxatto “Éramos chicos, libres e indocumentados y yo era joven, bonita y no cantaba mal. Fue idea de Alejandro Sanfuentes porque estábamos haciendo Hay algo allá afuera y buscaban un tema. Hubo casting de voces femeninas y yo iba quedando. De repente aparece Beto Cuevas que además de cantar increíble era una belleza. Todos miramos a Alejandro como diciendo ‘este es’. Tenía una onda increíble y le pegaba una patá en la raja a cualquiera, pero Sanfuentes estaba obsesionado con la idea de una banda pop con una pareja cantando”.

Javiera Contador “Mis abuelos tenían una casa grande en Puente Alto y Andrés ensayaba ahí. Primero tocó con La Banda del pequeño vicio y mi abuela nos hacía mandar cartas a un programa por el grupo del tipo de sombrero, que era Andrés. Después llegaron los chicos de Nadie, la Javi Parra, hartos músicos. Me quebraba en el colegio porque había bandas que sonaban y yo decía ‘fueron a mi casa’. Con La Ley ya más profesional empezaron a ensayar en otras partes porque el lugar no resistía. También me acuerdo de algunos primeros conciertos en El Café del cerro cuando recién partió el Beto. Era súper mino y tenía dos hermanas preciosas. Un mundo muy entretenido todo lo de Andrés”.

Alejandro Sanfuentes “Bobe era el motor del grupo. Había vivido en Europa y tenía una cabeza más avanzada de referentes con su papá exiliado que había sido piloto de Salvador Allende. Esos referentes marcaron una tendencia para ser únicos. La Ley nunca miró mucho para el lado”.

Luciano Rojas “Andrés era el visionario de todo esto y quien tenía más experiencia de nosotros. De hecho era mayor cinco años que yo, y en los veintes eso como que se nota más. Siempre tuvo una visión global del proyecto y fue quien llegó con este perfeccionismo, de darle una calidad, una preocupación a los detalles, la estética, la música, la producción. Vio La Ley como un grupo para el mundo y no sólo para Chile. Nos contagió a todos esa actitud y nos sentíamos capaces de pararnos en cualquier escenario”.

Mauricio Clavería “Eso estuvo claro desde un comienzo, pensábamos de la misma forma. Ninguno de los grupos en los que estuve antes tenía eso. La Ley fue único en ese aspecto. Una cosa es la necesidad de estar tocando con alguien y otra es porque tienes química. El carisma de La Ley era increíble. Nunca nos fue mal, nunca nos pifiaron”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Nuestros parámetros eran los británicos y algunos americanos. No era Charly García si bien Soda y Virus nos encantaba. Yo venía del rock progresivo, así que había algo por la música sobre sonar bien y estar bien hecha. En ese sentido queríamos armar esto a un nivel que nos pudiéramos comparar. Escuchamos mucho a un grupo australiano, Icehouse, como también nos gustaba Talk Talk. Por eso el Beto también estuvo porque tenía una voz muy parecida. Desde un principio la idea fue así, sonar la raja”.

Mauricio Clavería “Hay varias versiones sobre la llegada de Beto. Mi primera esposa estudiaba producción de cine y llegó la hermana de Beto de Canadá a estudiar y se hicieron amigas. Fue varias veces a mi casa y dijo que tenía un hermano que cantaba super bien pero que no había estado en ninguna banda, y que venía a Chile. Le comenté a los chicos. Pero creo que Bobe también sabía de él”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “No había cantado profesionalmente y era fan de Elvis Presley. Al principio muy tímido, pero se adaptó fácilmente. Incluso hicimos un par de canciones con él”.

Alejandro Sanfuentes El Beto hizo el primer flyer de La Ley, nos ayudó con el logo pero todavía no cantaba en La Ley. Andrés le preguntó ‘¿tú cantai?’. Y Beto dijo ‘en la ducha, frente al espejo, a veces me creo Simon Le Bon’”.

Beto Cuevas “No fue exactamente así. Entré a una audición presentado por Mauricio. Lo que sí pasó, y de hecho Alejandro estaba, es que cuando terminó el ensayo sentí que fue malísima mi audición y ellos no decían mucho. De hecho nunca me dijeron ‘eres oficialmente el cantante’, sino que seguí yendo a los ensayos y empezamos a hacer música. Lo que sí pasó fue que después de esa audición les dije ‘de cualquier forma les ofrezco mis servicios como diseñador gráfico y puedo hacer portadas’”.

Luciano Rojas “Él no era músico pero tenía buena facha, cantaba bien y teníamos muchas similitudes en los gustos musicales”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “El Beto es súper fachoso hasta hoy, eso también era un motivo. Aunque no hubiera cantado lo hubiéramos hecho cantar”.

Mauricio Clavería “Se adaptó de inmediato, lo hizo súper bien y el grupo se afianzó. La voz iba perfecto. Y había esa dualidad de Bobe con él intercambiando letras e información”.

Beto Cuevas “Mi experiencia musical era sólo lo que escuchaba, The Smiths, Depeche Mode, Duran Duran, Simple Minds. De manera muy temeraria empecé a escribir melodías y letras y eventualmente empecé a hacer canciones con Andrés. Él fue bien visionario y me dio la confianza porque mis otros compañeros siempre me remarcaban que yo no era músico sino cantante”.

Luciano Rojas “Grabamos en los estudios Horizonte y tuvimos que conectar dos consolas de 16 pistas en diferentes habitaciones con todos los cables por los pasillos”.

Beto Cuevas “Yo cantaba muy nasal en un principio y se nota en Desiertos. Después me presentaron a Ricardo Álvarez, el coach de Miriam Hernández. No me trató de cambiar el estilo sino que me dijo ‘ese eres tú y te voy a enseñar la técnica para que puedas proyectar tu voz con potencia y sin dañarte’. ¿Influencia de Talk Talk? Nunca lo fue y no me costaría reconocerlo. Yo cantaba en inglés y francés, nunca había cantado en español. Entonces la traducción de esas influencias al cantar en español daba esta cosa media nasal que se asemejaba a Mark Hollis. Andrés era fanático de ellos y quizás es una de las razones por la cual le gusté”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Un día estábamos grabando tarde en la noche para ahorrar plata y mandamos a mi hermano a comprar copete en un auto de Mauricio. En un cruce con Eliodoro Yáñez siguió como si tuviera preferencia. Venía un auto y chocaron, un accidente grande. El otro tipo era Tomás Hirsch. Quedó la cagá”.

Beto Cuevas “En situaciones de fiesta y todo eso no enganchaba mucho. De hecho, cometí pecados imperdonables como soplar la cosa. Me daba mucha lata el nivel intelectual en esos estados. No se decía nada realmente inteligente, nada constructivo. Todas las promesas, el amor que se profesaban, los proyectos, todo desaparecía al otro día con la caña”.

Mauricio Clavería “Disfruté muchísimo toda esa noche santiaguina. No me iba a mi casa. Éramos músicos y parte de ser músicos también es eso, sino qué fome. La onda era salir a joder, pasarla bien. Vivíamos en esa discoteca de Chucre Manzur o tocábamos en un club de Mario Azócar donde iban esquiadores, gente de ese ambiente. La Ley pegaba mucho en el ABC1 pero podíamos ir a tocar a la media luna de Maipú y la rompíamos igual. Nos faltó poco para actuar en una casa de putas. Una vez hicimos un tour contratados por el hijo de Emilio Gaete y no nos pagaron. Terminamos tocando en un tugurio en Temuco. Hicimos una gira desde Santiago hasta Puerto Montt tocando por todos los pueblos y durmiendo en colchones en la van”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Éramos un grupo emergente y la atención la tenían Los Prisioneros que eran un éxito y generaban muchas lucas. ¿Qué pasó? Fonseca contrató a Sanfuentes para que se hiciera cargo nuestro y él empezó a hacer su pega. Nos empezó a ir bien y hablamos de salirse de Fusión. Pero en ese periodo me fui porque mi mamá se enferma de cáncer y caí peor en el carrete y las drogas”.

Luciano Rojas “El proyecto daba para más pero éramos los hermanos chicos de Los Prisioneros. Sanfuentes nos dice que está consciente de eso y qué opinamos si tomamos un camino independiente y él de representante. Dijimos que sí”.

Beto Cuevas “Alejandro dijo ‘si quieren soy su manager y vamos a conquistar el mundo’. Le creímos y tuvo la razón. Ahí aprendí algo muy importante. Cuando eres un artista con proyección no recomiendo un manager con otros artistas porque siempre le va a dar más atención a la vaca que da más leche. En respuesta a nuestra traición entre comillas, Carlos no sacó más copias de Desiertos”.

Mauricio Clavería “La Ley no era su prioridad. Su pasión son Los Prisioneros. Hizo la gestión para grabar este disco y lo agradezco. Pero Sanfuentes llegó y dijo ‘voy a rentar una oficina y vamos a hacer todos nosotros’. Los años siguientes fueron solamente de éxito para La Ley. Nos empezó a ir bien económicamente y fue bueno porque nos relajó en eso de estar preocupados qué hacer para vivir y al mismo tiempo tocar. Firmamos con Pepsi, hicimos una tremenda gira, y vinieron las cosas a lo grande”.

Alejandro Sanfuentes “Se me estigmatiza con que me llevé a La Ley, pero esa es la versión de Carlos Fonseca. Yo no podía competir con Fusión. No tenía plata, vivía con mi mamá y tenía un celular vietnamita de este tamaño. No tenía nada que ofrecerles y ellos fueron a mi casa a decir ‘creemos que contigo va a funcionar’, y renuncian a Fusión. Carlos es muy visceral y lo vio como ‘este huevón te cagó’”. Para mi es un excelente profesional y lo sigo reconociendo porque uno tiene que ser racional en este tipo de cosas. Él sabe que esta es la verdad, claro que le dio bronca. Tienes un proyecto y de repente se dispara como se disparó La Ley. Con los primeros discos hicimos festivales de Viña seguidos. Ahí es cuando le dije a los chiquillos ‘me voy a ir a vivir a México, manden un porcentaje de las lucas que ganen tocando, pero hay que irse’. Nos iban a odiar por saturar el mercado'”.

Luciano Rojas “Cuando nos fuimos nos chaquetearon muchísimo. Éramos antipatriotas. Habíamos ido al festival de Viña y giras por Chile al menos un par de veces. Llega un momento en que se hace chiquito y no es por ser agrandado”.

Beto Cuevas “Buscamos nuestro camino en otro lado, tuvimos buen eco de parte del público y fue muy lindo. Pero sí había algo que no termino de entender hasta hoy. Tampoco era todo el mundo. Había gente a la que le gustaba La Ley y sentía orgullo del éxito. Quizás en círculos más intelectuales, no. Tal vez deberíamos haber sido más folclóricos o más desastrosos, pero nuestra naturaleza era otra y sucedió de esa manera. Estaba por otro lado la realidad de Los Tres, una banda más chilena que tocaba folclor y rock con excelentes músicos. No digo que La Ley no los estuviera, pero era algo más predecible para una banda chilena viniendo del éxito de Los Prisioneros, y quizás eso hacía ruido respecto de La Ley. No lo sé. No puedo ver la respuesta de esto. Lo viví desde adentro y lo encontraba injusto. Me habría gustado ser profeta en mi tierra”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “Se resintió que nos fuéramos a vivir afuera y que fuéramos como mexicanos. La gente no se veía nosotros y eso jugaba en contra”.

Beto Cuevas Cuando estábamos en la última etapa de La Ley recibí una propuesta de Fonseca porque soy el dueño de la marca La Ley. Propuso sacar Desiertos y un show multitudinario con la formación original. Y me dijo ‘qué te parece si mantenemos los porcentajes de la época, 50% para ustedes, 50 para mi’. Le dije ‘muchas gracias Carlos, hablamos en otro momento’. Nada que hacer con una persona que plantea los negocios así siendo que ya teníamos una carrera y éramos una marca”.

Luciano Rojas “Fonseca nos escribió un mail para reeditar este trabajo y que hiciéramos un único concierto. Estuvo todo el mundo de acuerdo excepto Alberto Cuevas. Ha demostrado sistemáticamente su negación al reconocimiento de sus compañeros. Eso es indudable”.

Beto Cuevas “Posibilidades de reunión quién sabe. No hay mucha onda porque las últimas veces que he escuchado hablar a mis compañeros sobre La Ley y de mí en particular, no ha sido cosas gratas. Eso cierra puertas. Pienso que lo que hizo La Ley ya está. Lo otro es romanticismo, nostalgia, negocio, y yo no me muevo por el dinero y lo he dicho. No soy multimillonario ni nada por el estilo, pero siento que en el grupo y no de parte de todos, el interés es mercantil. Hay incompatibilidades entre algunos de nosotros. Si eso pudiese desaparecer sería maravilloso”.

Alejandro Sanfuentes “Las heridas están abiertas y veo difícil la cicatrización. Creo que el ideal artístico interno de todos sería estar haciendo La Ley de nuevo. El grupo reunido obviamente es un proyecto económico importante, pero no creo que lleguen a un punto artístico si el pasto de la cancha está tan enmalezado”.

Rodrigo “Coti” Aboitiz “¿Si me gustaría una reunión? Sí”.

Mauricio Clavería “No sé si La Ley cuando terminó fue de la mejor forma. Vivo lejos también. Soy docente, hago simposios, trabajo para marcas de instrumentos y tengo proyectos musicales con los que me va bien acá en México. A veces pienso, ‘ah, de vuelta, toda la carga’. Limar asperezas es un trabajo. No sé lo que depara el futuro pero también sé dónde no tengo que volver”.

En este disco es posible encontrar influencias del pop británico de la época, el sonido en sí es muy oscuro, con letras profundas y melodías cargadas de sentimiento; el sonido se encuentra orientado al new wave y al post-punk, mezclando los sonidos de bandas como The Smiths, Talk Talk, Depeche Mode y The Cure.



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