El término dieta cetogénica, acuñado por Russell M. Wilder en 1921, alude a una intervención terapéutica cuyo objetivo es generar una situación de cetosis (formación de cuerpos cetónicos) similar a la del ayuno. Tal situación se logra bien por un aporte insuficiente de alimentos (la cantidad de energía de la dieta es menor que la requerida) o bien por una restricción de alimentos ricos en glúcidos (consumiendo alimentos ricos en proteínas o en grasas). Este tipo de dietas, que se deben aplicar bajo control médico, se prescriben en la epilepsia refractaria al tratamiento farmacológico o en sujetos con obesidad mórbida que se someterán a una intervención de cirugía bariátrica. Algunos casos populares de dietas cetogénicas son la dieta Atkins, la dieta Essential Diet o la dieta Dukan.
La clasificación de las dietas cetogénicas atiende a la restricción en la cantidad de glúcidos, bien por predominar las grasas o las proteínas (dietas bajas en glúcidos) o bien porque la cantidad total de nutrientes es insuficiente para aportar la energía necesaria (dietas hipocalóricas). Así se tienen:
No existen estudios controlados aleatorios que respalden el uso de dietas cetogénicas en pacientes con epilepsia, si bien los resultados de estudios observacionales sugieren que este tipo de dietas puede tener un impacto positivo sobre los ataques epilépticos. Podría considerarse como una opción en personas con epilepsia difícil de controlar, que reciben tratamiento con numerosos fármacos antiepilépticos. Aproximadamente la mitad de los pacientes con epilepsia refractaria a los tratamientos convencionales que inician una dieta cetogénica consiguen una mejora superior al 50 % en la reducción de las crisis epilépticas. No obstante, esta dieta es muy restrictiva, difícil de aplicar y cumplir, y puede provocar graves efectos negativos sobre la salud.
La comunidad médica es reacia al uso de las dietas cetogénicas para el tratamiento de la obesidad, debido a sus potenciales efectos negativos sobre la salud, particularmente porque se desconocen sus efectos a largo plazo. Seguir una dieta cetogénica baja en carbohidrato s, controlada por un médico, durante un cierto período (mínimo 2-3 semanas, hasta un máximo de 6-12 meses), puede ayudar a reducir el peso corporal. Dos puntos fundamentales son evaluar la función renal del paciente y hacer un cuidadoso seguimiento durante la transición de la dieta cetogénica a la dieta normal.
Hay evidencia suficiente para afirmar que un aumento en el consumo de carnes procesadas y rojas aumenta significativamente las probabilidades de cáncer (colon y estómago). Según la OMS, las dietas ricas en carnes rojas podrían ser responsables de 50 000 muertes de cáncer al año en el mundo.
La relación entre la dieta cetogénica y un mayor riesgo de cáncer queda limitada a aquellas dietas donde se pondera la proporción de embutidos, carnes procesadas y rojas.Basándose en casos documentados, algunos autores sugieren que, puesto que en este tipo de dietas se suprime o reduce el consumo de gluten, la mejoría del estado de salud general, de molestias digestivas o incluso de trastornos neuropsiquiátricos como la esquizofrenia con este tipo de dietas, puede indicar la presencia de una enfermedad celíaca no reconocida. Retirar el gluten de la dieta sin realizar una completa evaluación previa podría impedir o enmascarar el diagnóstico y correcto tratamiento de la enfermedad celíaca, que es una dieta sin gluten de manera estricta y mantenida de por vida. Muchas personas celíacas sin diagnosticar infravaloran sus múltiples y frecuentes molestias, tanto digestivas como generales, porque se han acostumbrado a vivir con un estado de mala salud crónica como si fuera normal, y solo son capaces de reconocer que en realidad sí tenían síntomas relacionados con la enfermedad celíaca cuando comienzan la dieta sin gluten y se hace evidente la mejoría, en contraste con la situación previa a la dieta.
Escribe un comentario o lo que quieras sobre Dieta cetogénica (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)