Una diferencia de sexo es una distinción por las características biológicas o fisiológicas asociadas típicamente con hembras o machos de una especie. Según la definición por la Organización Mundial de la Salud es la condición orgánica que distingue a los hombres de las mujeres. El sexo biológico está programado por el sexo cromosómico —genotipo sexual— de un organismo. Durante varias etapas de su desarrollo, se define su fenotipo sexual. En función de cómo se produzca, pueden coincidir o diverger. Si no coinciden, se determina la anomalía ontológica conocida como intersexualidad.
En el estudio de humanos emergen cuestiones socio-políticas al clasificar si una diferencia sexual es resultado de la biología de sexo o no. En este sentido se ha acuñado el término diferencias de género referido a aquellas características sobre las que se discute si su realidad es biológica, sociológica o mezcla de ambas. El sexo es la realidad biológica de los seres humanos reflejada en cromosomas y aparato reproductor y el género es la construcción social de los estereotipos asociados a cada sexo, masculino o femenino, que cambia con las distintas épocas y culturas.
Las personas nacen de sexo masculino o femenino (sexo biológico), pero se les enseñan los comportamientos apropiados para varones y mujeres (normas de género), en especial cómo deben interactuar con otros miembros del mismo sexo o del sexo opuesto en los hogares, las comunidades y los lugares de trabajo (relaciones entre los géneros), y qué funciones o responsabilidades deben asumir en la sociedad (roles de género).
El uso del término "género" para referirse a "sexo" se origina como una mala traducción de la palabra inglesa gender que refleja la asignación de ciertos atributos socioculturales al sexo biológico.
Este artículo evidencia las diferencias cuantitativas entre sexos que involucran diferentes promedios. Por ejemplo; los hombres son más altos que las mujeres en promedio, pero en particular una mujer puede ser más alta que un hombre. Otros artículos describen en mayor detalle las diferencias que representan la división binaria macho/hembra, tal como la reproducción humana.
Aunque algunas diferencias sexuales están en controversia, no deben confundírse estas con discusiones alrededor de estereotipos sexistas.
Desde el punto de vista de la psicología evolucionista, los humanos modernos hemos heredado rasgos naturales que eran adaptativos en un ambiente prehistórico, incluyendo rasgos que han tenido diferentes ventajas para los machos frente a las hembras y vicerversa (véase Selección sexual). La teoría de los Estudios de Género y Alice Eagly proclaman que los niños y las niñas aprenden el comportamiento apropiado y las actitudes de la familia y la cultura circundante con las que crecen, y así las diferencias de género no físicas son producto de la socialización. Estas no son teorías mutuamente excluyentes en su totalidad: es posible que las diferencias de género sean parcialmente innatas pero que luego sean reforzadas y exageradas por el ambiente.
Algunas feministas ven las diferencias de género como producto del patriarcado o la discriminación, aunque el feminismo de la diferencia aboga por una aceptación de las diferencias de género.
Las religiones abrahámicas tradicionales ven las diferencias de género como creación de Dios: “Cuando Dios creó al hombre, lo creó parecido a Dios mismo; hombre y mujer los creó...” (Génesis 1:27).
En un estudio de gran escala, la mayoría de las habilidades cognitivas y rasgos psicológicos mostraron poca o no diferencia promedio entre los sexos.
Donde las diferencias existen, suele haber un solapamiento considerable entre los sexos; no está claro cómo muchas de estas diferencias se mantienen a través de diferentes culturas.En muchas situaciones, los hombres son más proclives a tomar riesgos.
Los machos son generalmente más agresivos que las hembras (Coi & Dodge, 1997; Maccoby & Jacklin, 1974; Buss, 2005). No hay evidencia de que los machos agredan más rápido (Frey et al., 2003) y más probable que expresen su agresión físicamente que las mujeres (Bjorkqvist et al., 1994). No obstante, algunos investigadores (como Rachel Simmons) han sugerido que las hembras no son necesariamente menos agresivas, pero que tienden a mostrar su agresión de forma menos evidente, en menos manifestaciones físicas (Bjorkqvist et al., 1994; Hines & Saudino, 2003). Por ejemplo, las hembras tienden a desplegar agresión más verbal y relacional, como el rechazo social.
Las hembras puntúan más alto en escalas de autoreporte de empatía, en muestras con rangos desde niños en edad escolar hasta adultos. Las escalas de empatía incluyen mediciones de toma de perspectiva, orientación hacia otra persona, preocupación empática y angustia personal. No obstante, tales mediciones son subjetivas y la empatía puede estar más relacionada con roles de género que con el sexo.
La teoría EQ SQ (empathizing quotient y systemizing quotient) de Simon Baron-Cohen afirma que, en general, los hombres son mejores sistematizando (el deseo de analizar y explorar sistemas y reglas) y que las mujeres son mejor empatizando (la habilidad para identificarse con los sentimientos de otras personas). Más hombres que mujeres son diagnosticados con autismo y síndrome de Asperger. Según Baron-Cohen, ya que los individuos autistas y Asperger salen alto en sistematización, aunque usualmente de tal manera en que se “hiperconcentran”, y puede que simplifiquen excesivamente sistemas más complejos por obviar ciertos detalles, y muy bajos en la empatización, son ejemplos de un “cerebro extremadamente masculino”.
En promedio los hombres se desempeñan mejor en pruebas de habilidad matemática y espacial, mientras que las mujeres se desempeñan mejor en test de habilidad verbal y memoria.cita requerida]
También, el CI de los hombres tiene mayor varianza, o sea, hay más hombres que mujeres en los grupos de CI muy altos y muy bajos, estando las puntuaciones de las mujeres más concentrados alrededor de la media.[Los estudios de Deborah Tannen encontraron estas diferencias de género en estilos comunicacionales:
Aun así, no todas las investigaciones apoyan estas afirmaciones. Un estudio de Erina MacGeorge encontró una diferencia de sólo 2 % en los estilos conversacionales de hombres y mujeres, y reportó que en general ambos sexos se comunicaron de forma similar. Críticos, incluyendo a Suzette Haden Elgin, han sugerido que los hallazgos de Tannen pueden aplicarse más a mujeres de ciertos grupos culturales y económicos específicos que a las mujeres en general. No hay evidencia que apoye la creencia de que las mujeres digan muchas más palabras que los hombres al hablar.
Un comentario publicado por el Pew Research Center se refirió a algunas preguntas acerca de la manera en que los hombres y las mujeres ven sus vidas:
Los estudios de diferencias de sexo psicológicas además de generar controversia tiene problemas de fiabilidad, validez y consistencia. Muchos estudios a pequeña escala informan de diferencias que no se replican en estudios mayores. Los cuestionarios de autoinforme están mediados por sesgos, desde los de los propios informadores hasta los investigadores que analizan los datos, por otra parte, como ocurre con todos los estudios sociológicos o psicosociales en mayor o menor medida.
En muchos países, hay una brecha de ingreso en cuanto a género que favorece a los hombres en el mercado laboral. Estudios han encontrado que las mujeres estadounidenses ganan 98% de lo que los hombres reciben cuando se les controla por experiencia, educación y número de años en el puesto. Thomas Sowell, en su libro Knowledge and Decisions explica que esta diferencia se debe a que las mujeres, tras el matrimonio y el embarazo, dejan de trabajar. Comparando a hombres y mujeres que han estado empleados continuamente desde la universidad, las mujeres ganan ligeramente más. La brecha del ingreso en otros países varía desde 53 % en Botsuana a 92 % en Malta. Existe debate en cuanto hasta qué punto esto es el resultado de diferencias de género, decisiones sobre el estilo de vida, o discriminación.
Según un reporte de 2004 del Departamento de Trabajo de Estados Unidos:
La mayoría de las muertes durante la jornada de trabajo le ocurren a hombres. En un estudio en EE.UU., 93% de las muertes en el empleo involucraron hombres, con un índice de mortalidad aproximadamente 11 veces mayor que en mujeres. Las industrias con los mayores índices de mortalidad son: la minería, la agricultura/silvicultura/pesca y la construcción, todas las cuales tienden a emplear naturalmente más hombre que mujeres debido a requerimientos físicos.
Muchos países, incluídos México, India, Alemania, Brasil y Australia exigen a las empresas otorgar baja por maternidad de 12 semanas con paga completa a las mujeres que trabajan.[cita requerida] La baja por paternidad no está disponible en la misma media, aunque en Israel, por ejemplo, los padres pueden usar esta baja por maternidad como les parezca, dividiendo las 12 semanas entre ellos mismos si es necesario sin importar el sexo.[cita requerida] Otro ejemplo es Suecia, donde hay iguales derechos para tomar bajas por maternidad/paternidad. La duración es de 18 meses por bebé con 80% del salario total. Cada padre debe estar en casa mínimo 60 días para calificar por el salario total.[cita requerida]
Las compañías de seguro suelen cobrar diferentes primas a hombres y mujeres:
La discriminación de precios puede favorecer tanto a hombres o mujeres. Por ejemplo, algunos clubes nocturnos ofrecen descuentos o entradas gratis a mujeres, mientras que algunos peluqueros ofrecen cortes de cabello más baratos para los hombres.
De acuerdo a un informe del 2000, las mujeres compran o influencia la compra del 80 % de todos los bienes de consumo e influencian el 80% de las decisiones del cuidado de la salud.
Mundialmente, los hombres son más propensos a saber leer y escribir, con 100 hombres considerados alfabetizados por cada 88 mujeres. En algunos países, la diferencia es incluso mayor; por ejemplo, en Bangladesh, sólo 62 mujeres por cada 100 hombres saben leer y escribir. En un estudio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) de 43 países desarrollados, las niñas de 15 años de edad aventajaban a los niños en destreza lectora y de escritura y tenían más confianza de obtener trabajos de ingresos altos.
En cuanto a octubre de 2005, las mujeres sumaban el 57 % de todos los estudiantes universitarios en EE. UU.
Esto se repite en otros países; por ejemplo, las mujeres conforman el 58 % de las admisiones en el Reino Unido y 60 % en Irán. En países occidentales, los varones son mucho más propensos a morir por suicidio que las mujeres (usualmente por un factor de 3-4:1); 69 de 74 países no occidentales encontraron un exceso en la mortalidad masculina por suicidio.
Mientras hay más suicidios de hombres completados que de mujeres, éstas son más propensas a intentar suicidarse. Una posible explicación es que los hombres tienden a usar métodos más inmediatamente letales que las mujeres. Otra teoría es que las mujeres sean más proclives a infligirse daño a sí mismas como pedido de auxilio o atención, mientras que los hombres son más propensos a genuinamente querer acabar con sus vidas.
Los varones entre edades de 20-24 años tienen un promedio de siete veces mayor índice de suicido. En 2003, un estudio mostró que entre los varones de 20-24 años de edad, 202 500 se suicidaron. Comparado con mujeres entre las edades de 20-24, quienes fueron significativamente menos, a 34 000.
Los hombres son mucho más propensos a ser encarcelados que las mujeres, aunque las mujeres son un grupo de rápido crecimiento demográfico en prisión.asesinar que las mujeres. Los hombres son también mucho más propensos a ser víctimas de crímenes violentos que las mujeres.
Los hombres son más propensos aEn un estudio estadounidense, el porcentaje de hombres que usa Internet era mayor que el porcentaje de mujeres, aunque esta diferencia desaparecía en personas en sus primeros 30 años.
Los hombres se conectan a Internet más a menudo, pasan más tiempo en línea, y es más probable que sean usuarios de banda ancha. Las mujeres son más propensas a enviar correos electrónicos a amigos y familiares acerca de una variedad de temas. Los hombres son más propensos a usar Internet para pagar cuentas, participar en subastas, y para recreación, como bajar música y videos. Los hombres y mujeres son igual de propensos a usar Internet para compras y banca.
Se realizó un estudio en la Universidad de Maryland en 2007[cita requerida] que fue diseñado para determinar diferencias de género en la preferencia de los diversos aspectos del diseño de los sitios Web. Estudios anteriores, en particular uno realizado en la Universidad de Glamorgan https://web.archive.org/web/20071021032001/http://www.glam.ac.uk/news/releases/003056.php, Key website research highlights gender bias], indicó diferencias mensurables entre hombres y mujeres, con cada género tendiendo a preferir las páginas web diseñadas por su propio género. Las mujeres mostraron una preferencia por las páginas con más color en el fondo y tipo de letra, y formas más redondeadas. Las mujeres también favorecieron las fotografías informales por encima de las que involucran posar. Los hombres respondieron mejor a los colores oscuros y a un diseño más lineal. Ellos también se encontraron más satisfechos por un apecto tridimensional e imágenes “autopropulsadas” que por objetos inmóviles. El estudio de Maryland buscó confirmar estas diferencias.
Se les dio a los sujetos pares de páginas web para visitar y se les pidió que llenaran un cuestionario breve inmediatamente después. Los cuestionarios hacían preguntas simples acerca de sus reacciones a los colores, gráficos, organización del sitio así como una pregunta abierta en la que se les pedía que describieran sus impresiones subjetivas de las páginas. Los sitios web fueron seleccionados para presentar similaridades de diseño significativas a fin de evaluar diferencias en las preferencias de los diseños de las páginas. Un par fue específicamente seleccionado porque los sitios mismos estaban dirigidos a usuarios masculinos y femeninos respectivamente.
Los resultados apoyaron en general las investigaciones anteriores. Las mujeres mostraron una preferencia distinta por más colores y gráficos. Además, mientras las puntuaciones objeto para las páginas dirigidas a hombres y mujeres no eran significativamente diferentes, las mujeres mostraron una preferencia significativamente mayor por los sitios dirigidos a mujeres. No obstante, de las respuestas a las preguntas abiertas resulta claro que el contenido del sitio fue un factor significativo para determinar la preferencia de un sitio sobre otro. Es por eso sugerido que en ningún estudio futuro se usen sitios web reales, en vez de ello, páginas con contenido neutral deben ser diseñadas con variaciones de estilo para eliminar el sesgo introducido por el contenido del sitio.
Las costumbres matrimoniales y de citas románticas dependen de la cultura y difieren enormemente entre países e incluso en subculturas dentro del mismo país. Por ejemplo, muchos matrimonios en la India son arreglados, mientras que en el Mundo Occidental la mayoría de la gente escoge a sus propias parejas. En la mayoría de las sociedades, se espera que los hombres tengan un papel más activo en las primeras etapas del cortejo, por ejemplo, en proponer a la mujer una cita.
Los hombres son más viejos, en promedio, al casarse. Mundialmente, y en la actualidad, el primer matrimonio suele darse a los 28.7 años de edad en los hombres, y a los 26.8 años en las mujeres. La mayor diferencia nacional promedio de edades se da en Níger: 33.9 años los hombres y 17.6 las mujeres.
En los EE. UU. la cantidad de hombres solteros es bastante superada por aquella de mujeres solteras en una proporción de 100 mujeres solteras por cada 86 hombres solteros.
Esto depende mucho del grupo de edad, con 118 hombres solteros por 100 mujeres solteras en sus 20s, frente a 33 hombres solteros frente a 100 mujeres solteras mayores de 65. Los números son diferentes en otros países. Por ejemplo, China tiene muchos más hombres jóvenes que mujeres jóvenes, y se espera que esta disparidad aumente.
En regiones en conflicto reciente como Chechenia, el número de mujeres puede superar por mucho el de hombres. Aún hay más hombres que mujeres en las sitios web de citas o sitios para encontrar pareja (online dating). De acuerdo a un estudio de noviembre de 2003 hecho por Jupiter Research, los hombres son cuatro veces más propensos que las mujeres a suscribirse a un sitio web de encuentros y el doble de propensos a hojear, publicar o responder a un anuncio.
En un estudio transcultural por David Buss, se pidió a hombres y mujeres que calificaran ciertos rasgos en orden de importancia en una pareja de largo plazo. Tanto hombres como mujeres clasificaron bondad e inteligencia como los dos factores más importantes. Los hombres valoraron belleza y juventud más alto que las mujeres, mientras que ellas valoraron la situación financiera y social por encima que los hombres.
En la mayoría de las culturas, diferentes tipos de ropas se consideran apropiados para hombres y mujeres.
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