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Domingo



El domingo es el séptimo[1]​ día de la semana civil en la mayoría de los países de habla hispana. A nivel internacional, el estándar ISO 8601 del año 2004 estableció que la semana comienza en lunes y termina en domingo, considerándolo, de esta manera, el último día del cómputo semanal. Sigue al sábado y precede al lunes.

El domingo es el primer día de la semana litúrgica en la tradición cristiana, al igual que lo es en otras tradiciones culturales. El domingo es considerado un día feriado o festivo en la mayoría de los países del mundo y es parte del fin de semana. Solamente países influidos por la cultura islámica o judía tienen el viernes o el sábado, respectivamente, como el día feriado semanal.

El calendario gregoriano se repite cada 400 años y ningún siglo comienza en domingo. El año nuevo judío jamás cae en domingo.

El nombre «domingo» proviene del latín dies Dominica (‘día del Señor’), debido a la celebración cristiana de la Resurrección de Jesús. En la antigua Roma, se llamaba a este día dies solis (‘día del sol’).

El apóstol Juan se refiere al «Día del Señor» como κυριακὴ ἡμέρα (Kyriaki himera) (Apocalipsis 1:10).[2]Kyriaki, que significa ‘del Señor’, más adelante se convirtió en la palabra griega para el domingo. La traducción al latín del término griego Kyriaki himera es dominĭcus dies. Las lenguas procedentes del imperio romano occidental, como el español y el italiano, tomaron la palabra dominĭcus como nombre del primer día de la semana; de allí la palabra «domingo», «día del Señor». Sin embargo, a la luz de Marcos 2:28 y de Lucas 6:05, está escrito que el mismo Jesús (como «Hijo de Hombre») afirma que es el «Señor del sábado», el cual es el séptimo día bíblico. Algunos de los primeros cristianos observaban el sábado como día de reposo, mientras que otros se reunían para el culto el domingo. Sin embargo, en el año 363, las reuniones en el sábado como séptimo día fueron prohibidas por el Canon 29 del Sínodo de Laodicea.[3][4]

Los apóstoles de Jesús se reunían el domingo —primer día de la semana— para la partición del pan (Hechos 20:7). El sábado es citado en el Nuevo Testamento como el día en que los apóstoles visitaban las sinagogas para predicar a Jesús no solamente a los judíos, y aunque la partición del pan posterior a la resurrección de Jesús aparece realizada el domingo, tanto en el pasaje de los discípulos de Emaús (Lucas 24:13-32) como en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 20:7), tampoco se menciona el cambio del sábado al domingo como día de descanso.

No fue hasta el 7 de marzo del año 321, cuando Constantino I el Grande decretó que el «día del sol» (actual domingo) sería observado como el día de reposo civil obligatorio y, aunque tradicionalmente se ha querido ver en esta ley una muestra del cristianismo del emperador, la ley no beneficiaba específicamente a la Iglesia,[5]​ dado que el «día del sol» era referido al Sol Invictus, una divinidad pagana que había cobrado especial importancia en el culto imperial:

Antes de la Revolución francesa, en casi todos los países de tradición cristiana estaban prohibidos en domingo los trabajos manuales, el comercio y el baile. Había excepciones en casos de trabajos urgentes o para algún tipo de corporación gremial. Tras la Revolución, el descanso del domingo fue apareciendo paulatinamente en el derecho laboral, y en la actualidad está admitido en casi todas las legislaciones.

La mayoría de las confesiones cristianas actualmente consideran al domingo como el día del descanso, un día sagrado y que habitualmente conlleva la asistencia a misa o al servicio dominical correspondiente. El rechazo al descanso dominical o a su valor religioso como «día del Señor» se da en Iglesias como los Adventistas del Séptimo Día y otros grupos sabatistas, que reivindican el reposo sabático del Antiguo Testamento como algo obligatorio para los cristianos.

En el Nuevo Testamento aparece equivocadamente ocho veces la expresión «primer día de la semana», pues el texto griego del Nuevo Testamento no dice literalmente «primer día de la semana», sino μια σαββατον, que literalmente significa ‘el primero de los sábados’ (S. Mateo 28:1; S. Marcos 16:2-9; S. Lucas 24:1; S. Juan 20:1-19; Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2). Sin embargo, este no podía ser el día de reposo bíblico, pues la Biblia menciona que la resurrección de Jesús sucedió después del día de reposo sábado (Marcos 16:1-19), que es el séptimo día de la semana bíblica.

Los católicos guardan el domingo argumentando que en este día ocurrieron los hechos más importantes relacionados con la salvación, basados en la traducción antes mencionada. De esta forma, así como los judíos guardaban el sábado para recordar la obra de la creación, así los cristianos celebran el domingo para recordar la obra de la redención.

La idea de la preeminencia del día domingo sobre el sábado no proviene de la Biblia, sino de la tradición de la naciente Iglesia católica con sus concilios y los escritos de los Padres de la Iglesia.

De hecho, Pablo de Tarso dice:

Otro dato bíblico que nos confirma la importancia del domingo está en el libro del Apocalipsis. La costumbre de llamar a este primer día de la semana el «día del Señor», se basa en la creencia de que «el día del Señor» significa domingo (Ap 1,10), porque Juan dice haber estado en el Espíritu en el día del Señor, día en que Juan tuvo la visión por la cual escribiría este libro. Sin embargo, muchos creen que el término «el día del Señor» no se refiere a un día de la semana en especial, sino a un evento, el del juicio de Dios, pues en todo el Antiguo Testamento el día del Señor se refiere al juicio de Dios sobre las naciones. Esto va de acuerdo con la temática del libro de Apocalipsis.

"Esforzad los aullidos, porque cercano está el día del Señor; la desolación será como de la terrible mano del Señor" (Isaías 13:6). Versión Torres Amat.

En el Concilio de Jerusalén, celebrado hacia el año 50, el objetivo principal era determinar si el gentil piadoso creyente en Jesús debía convertirse formalmente al judaísmo, lo que implicaba ser circuncidado y seguir todos los preceptos del Antiguo Testamento, o sea, la Torá judía. La postura que expuso Santiago está registrada en Hechos (15:20); la asamblea la aprobó y posteriormente envió a otros creyentes para que comunicasen la decisión tomada:

Abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de lo ahogado y de la fornicación.

Esto podría dar entender, junto con otras exhortaciones de Pablo de Tarso en sus cartas, que en realidad la observancia del sábado es para los judíos y no para los cristianos. Sin embargo, esto no tiene que ser necesariamente así, ya que el tema en discusión en el llamado Concilio de Jerusalén tenía como fin otros puntos relacionados con la ley Mosaica y no precisamente este hecho.

Mientras que algunos dicen que en la Biblia los cristianos de los primeros años del cristianismo observaban aparentemente el sábado como día de descanso y de adoración al Señor, en la tradición apostólica esto no es así. Existen numerosos testimonios de los Padres Apostólicos y de los Padres de la Iglesia donde se afirma que los cristianos de los primeros años del cristianismo empezaron a observar el domingo como día de descanso y de adoración al Señor, sustituyendo así el sábado por el domingo.[6]

La Didaché, el escrito cristiano más primitivo que existe, dice:

Ignacio de Antioquía, quien fue ordenado obispo por el mismo Juan el apóstol, escribió en el año 110:

Justino Mártir vivió entre los años 100 y 164; en su primera apología escrita, en el capítulo 67 dice:

Orígenes escribió en el año 225:

Jerónimo de Estridón, que vivió entre los años 340 y 420, escribió:

El Catecismo de la Iglesia católica expone lo siguiente:

«Nos reunimos todos el día del sol porque es el primer día [después del sábado judío, pero también el primer día] en que Dios, sacando la materia de las tinieblas, creó al mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos» (San Justino, Apología, 1,67).


El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella, prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (cf 1Co 10, 11):

Los que vivían según el orden de cosas antiguo, han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte» (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Magnesios, 9, 1).

La liturgia distingue unos domingos respecto de otros, y así:

Estos son algunos de los nombres que recibe el domingo en distintos idiomas:

Dies Dominica



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