En la teología cristiana, se llama don de lenguas a una facultad milagrosa concedida por el Espíritu Santo a una persona, y que corresponde a la capacidad de hablar múltiples idiomas que dicha persona desconoce.
Los cristianos justifican la existencia de este don amparados en la Biblia. Según ella, esta facultad es transmitida mediante el Espíritu Santo. La primera vez que se describe es en el libro Hechos de los Apóstoles, durante la fiesta de Pentecostés (posiblemente en el año 33), cincuenta días luego de la muerte de Jesús de Nazaret.
Pablo de Tarso, en su Primera epístola a los corintios, escribió que el don de lenguas servía de «señal (...) a los incrédulos», es decir, a los no cristianos. También allí intentó normar el procedimiento de hablar distintas lenguas. Mientras que algunas denominaciones cristianas creen en el don de lenguas en la actualidad, otras, basadas en dicha primera epístola de Pablo, consideran que dicho don cesó tras la muerte de los apóstoles en el siglo I.
Los Testigos de Jehová mencionan que el Don de lenguas fue una realidad en el siglo I de manera provisional en los apóstolesascensión de Jesucristo al cielo, hablando lenguas o idiomas existentes, con el fin predicar a otros en su idioma, después de ello tal habilidad cesó.
para promover el cristianismo después de laSegún los Testigos de Jehová, el fenómeno del Don de lenguas (no de idiomas existentes, sino sonidos sin ningún orden ni estructura como es común en religiones carismáticas) es influencia de una supuesta entidad demoníaca, según admitieron en conjunto la Sociedad Fountain y el Concilio Evangélico de la Iglesia de Inglaterra.
Siguiendo datos de la JW.org, de los 5 000 000 de estadounidenses adultos que afirman hablar en lenguas, el 33% dicen no creer en el diablo ni que este influya en otros. Según JW los que se integran a esta religión la experiencia de hablar en lenguas no procede de Dios y por lo tanto ellos no la practican.
Para la ciencia esta supuesta facultad se le conoce como glosolalia, sinónimo de seudolenguaje, que según los lingüistas, es la vocalización fluida de sílabas sin significado comprensible alguno, y que tales sonidos se consideran un lenguaje divino para el creyente. La glosolalia se considera un trastorno del habla, por el que el sujeto se expresa con un léxico propio, imaginario e incomprensible, formado mediante la adjudicación de nuevos sentidos a las palabras y a través de una serie de automatismos fónicos con la convicción de estar empleando un lenguaje nuevo.
Sin previo conocimiento no puede haber aprendizaje, sí existe mayor o menor facilidad para la adquisición de idiomas según esté presente. Sin embargo, se han documentado casos dónde después de un trauma o accidente una persona adquiere un idioma de forma esporádica, este fenómeno se le conoce síndrome del idioma extranjero
cuyas causas son desconocidas, pero no sobrenaturales. En menor medida esta habilidad de hablar en lenguas no adquiridas es frecuente en sueños, algunos científicos dicen que el idioma que oímos cuando soñamos no es más que una mezcla de conceptos e ideas que están representadas en sonidos y los interpretamos como un idioma. Soñar en un idioma que no es nuestra lengua materna tiene varias interpretaciones, que van desde lo esotérico hasta lo científico y paranormal. Mientras dormimos no podemos adquirir un nuevo idioma (como oír frases en un idioma foráneo) , pero sí reforzar lo aprendido.
El don de lenguas es explotado como recurso literario en el universo de la literatura fantástica, si bien atribuyéndose más habitualmente a una habilidad mágica del usuario que a un don divino. Novelas como Artemis Fowl o Eragon muestran personajes que poseen el don de lenguas. Igualmente, autores para público más adulto, como Kresley Cole, Anne Rice o Lena Valenti, han caracterizado a sus personajes como poseedores de este don.
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