El pozo y el péndulo (The Pit and the Pendulum en el original inglés) es un cuento de Edgar Allan Poe que se publicó en 1842. Es considerado uno de los relatos más famosos del autor y uno de los más espeluznantes dentro de la literatura de terror, pues transmite el abandono, la desorientación, el desconcierto y la desesperanza de una persona que sabe que va a morir.
El nombre del relato proviene de un pozo situado dentro de la celda en la que se encuentra el protagonista, dónde también hay un péndulo con una guadaña que le torturan. En esta obra Poe demuestra su dominio sobre el lenguaje y las técnicas narrativas más efectivas, para involucrar y hacer sentir al lector como un testigo directo de los agobiantes pensamientos y experiencias sufridas por el narrador.
(Larga y sin piedad es la tortura aquí por la sed de sangre inocente, sin saciar, sin alimentar, ahora que la patria está protegida y rota está la gruta fúnebre, la muerte estuvo donde ahora hay vida saludable).
El narrador/protagonista comienza el relato, ya agotado, en una oscura celda en donde la inquisición española encierra a las personas que condena, y donde la tortura que esta aplica consiste en la soledad, el abandono, la oscuridad, el frío y el hambre. El torturado protagonista se encuentra atado en casi su totalidad y experimenta la angustia de conocer su próxima muerte pues un péndulo desciende hacia él. Luego de medir el tamaño de su celda, este descubre una fosa profunda con agua ubicada en el centro del sitio.
Seguro de que será muerto por la navaja del extremo de tal péndulo, se entretiene con la trayectoria del objeto, pero luego se le ocurre una idea, recordando que tiene a su disposición un poco de carne, comida que compartía con las ratas. Con dificultad logra rociar su cuerpo con un poco del alimento, y los roedores le saltan encima, comiendo y royendo la cuerda que le tiene atado. Ya liberado, de inmediato el péndulo se detiene y el hombre en cuestión razona que está siendo vigilado, y que ya se prepara para él una muerte quizá peor.
La habitación calienta su ambiente al rojo vivo y cambia de forma reduciendo su tamaño, haciendo que las paredes se cierren en torno del protagonista, y empujándolo al borde de la inminente fosa. El narrador se ve en la disyuntiva de morir triturado o de lanzarse a la fosa que originalmente iba a ser su «sepultura». Cuando se encuentra sin más espacio para huir, totalmente desesperanzado y a punto de tirarse a la fosa, una mano lo sujeta y lo salva. La mano es la de un líder militar francés a manos del general Lasalle que había entrado en Toledo durante las Guerras Napoleónicas y descubierto las torturas a las que eran sometidas las víctimas de la inquisición.
Escribe un comentario o lo que quieras sobre El pozo y el péndulo (directo, no tienes que registrarte)
Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)