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El rey que rabió



El rey que rabió es una zarzuela en tres actos, divididos en siete cuadros, con letra de Miguel Ramos Carrión y Vital Aza y música compuesta por Ruperto Chapí, que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 20 de abril de 1891.

Se trata de una zarzuela cómica, en la cual Ruperto Chapí desplegó todos sus conocimientos, creando una música en la que combina sabiamente momentos cómicos, como momentos de gran lirismo, demostrando una vez más su gran maestría, acercándose así más al modelo de la opereta, o la ópera cómica.

El libreto, debido a la mano de Miguel Ramos Carrión, es una aguda sátira política, ambientada en un país imaginario que alude indirectamente a España.

La acción transcurre en un país imaginario, alusivo a España, en un tiempo indeterminado.[2]

En una sala del palacio real, los cortesanos preparan un recibimiento al Rey, el cual vuelve de un viaje por sus provincias. Tras su llegada queda un momento a solas y comenta con sus consejeros las excelencias del viaje, viendo que su país es próspero y feliz, pero demuestra su aburrimiento y propone hacer un viaje de incógnito, para poder divertirse.

Los consejeros sienten pánico con esta idea, pues si hace ese viaje, descubrirá que todo lo visto es una farsa, la gestión del país está mal, la marina y el ejército están a punto de rebelarse, los impuestos son altos y los campesinos claman por una revolución. Entonces traman un plan, uno de los consejeros acompañará al rey, mientras que otro tomará la delantera e irá repartiendo dinero por los pueblos por donde pasen, para que siempre estén en fiestas. Al fin el rey, vestido de pastor, parte con el general.

En la plaza de un pueblo, los campesinos se rebelan y claman al alcalde que hable con el gobernador, ya que no pueden pagar la contribución y los impuestos no paran de subir; el Alcalde trata de calmar al pueblo y promete que hablará con el gobernador. Un embozado llega y entra en el ayuntamiento dispuesto a hablar con el alcalde.

Llegan al pueblo el Rey y el General, y paran en la posada, allí les atiende Jeremías, sobrino del alcalde y primo de Rosa, sobrina también del alcalde, de la cual está enamorado Jeremías sin que ella le corresponda. Al momento, entra Rosa y el Rey queda prendado de su belleza, entablándose entre ellos una animada conversación, provocando los celos de Jeremías.

El Alcalde sale del ayuntamiento proclamando una fiesta y acompañado de todos los aldeanos, preparan un gran baile. El baile se ve interrumpido al llegar las tropas buscando reclutas para el regimiento. Se llevan a Jeremías, al Rey y al General, quedando Rosa preocupada por el Rey.

En el patio de un castillo, el Rey y el General hacen la instrucción con los demás reclutas. El rey está encantado con su situación, mientras que el General no para de quejarse. Llega el Alcalde con Rosa, para ver a Jeremías, pero no es más que un pretexto que ha hecho Rosa para poder volver a ver al Rey. Se encuentran los dos a solas y se fugan del castillo. Ante esto, cunde la alarma, pues un embozado informa sobre la auténtica identidad del recluta, de que se trata del Rey.

En el patio de una casa de labranza, Juan y María, los amos, preparan la estancia para los campesinos que han contratado para la siega y recogida de la cosecha.

Llega un animado grupo de segadores, entre los que se encuentran el Rey y Rosa, haciéndose pasar por segadores. Tras la cena, los labriegos acomodan a las mujeres en la cocina y a los hombres en el pajar que hay encima de la casa, y sueltan al perro. Entra gritando Jeremías, el cual se ha escapado también para seguir a su prima, tiene los pantalones rotos, puesto que el perro lo atacado.

Ocultan a Jeremías dentro de la casa. Al momento llega la tropa buscando al rey. Los labriegos lo confunden con Jeremías, comentando que este ha sido atacado por el perro al intentar esconderse. Temiendo de que haya cogido la rabia, se llevan a Jeremías, al Labrador y al perro. Rosa y el Rey se enteran de lo sucedido, estallando Rosa en llanto.

En el jardín del palacio real, los pajes comentan la llegada del gobernador, con el general, el perro y el labriego, y preguntándose donde está el rey. Los ministros comentan sobre el estado de salud del rey y sobre el ataque del perro, avisando a los más eminentes doctores para que realicen su diagnóstico. Rosa y María llegan en busca del labriego y para saber de nuevas noticias.

En una antecámara del palacio, el rey llama a uno de sus pajes, ordenando que traigan a Rosa y a Jeremías. Ambos se reconocen y comentan las peripecias del viaje y los acontecimientos. Se presenta el Rey con sus ropas de gala, Rosa queda impresionada al reconocer en él al pastor, sintiéndose engañada. El rey le pide disculpas y le demuestra su verdadero amor ante el estupor de Jeremías. Llegan sus consejeros, con el Capitán, al cual agradece por el transporte, y como recompensa decide ascenderlo, para que no descubra nada sobre la confusión entre Jeremías y él.

En el salón del trono, aparecen las embajadas, ofreciendo los retratos de las candidatas a esposas para el rey, pero el Rey los rechaza y presenta a Rosa como su futura prometida. Los consejeros tratan de oponerse, pero el Rey sale diciendo que o acatan o los destituye, estos no se pueden negar y aceptan. En cuanto a Jeremías lo asciende y le propone un puesto lejano, en el cual podrá lamentarse de haber perdido a su prima. Acaban todos entonando una salve al Rey.




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