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Emboscada de Porotillo



La emboscada de Porotillo (para los peruanos), combate de Cune o combate de Porotillo (para los ecuatorianos), fue una acción sucedida el 11 de septiembre de 1941, en el marco de la guerra peruano-ecuatoriana, entre un Grupo Peruano de Reconocimiento y tropas ecuatorianas (compuestas por un pelotón del grupo «Yaguachi», una fracción del batallón "Jaramijó" y alícuotas del batallón de ingenieros «Montúfar»", los cuales planificaron la emboscada), concluyendo con el aniquilamiento casi total del Grupo Peruano de Reconocimiento.

El 5 de julio de 1941 se produjeron hechos violentos entre las guarniciones peruanas y ecuatorianas, produciéndose un combate que luego se generalizó en todo el frente de Zarumilla, hasta Quebrada Seca. El 31, se acordó la tregua y en la noche se dispuso el alto el fuego. El ejército peruano quedó en posesión del territorio ocupado hasta la margen izquierda del río Jubones, en donde se encontraba la importante localidad de Pasaje. Allí en Pasaje fija su sede el Regimiento de Caballería "Lanceros de Torata" N° 5 que comandaba el Teniente Coronel EP Hernán López Cárdenas, con su Puesto de Comando en dicha localidad.

El 11 de septiembre a las 13:30 horas, el capitán del ejército peruano Alfredo Novoa Cava por órdenes superiores recibió la misión de realizar un reconocimiento de la margen derecha del río Jubones con un destacamento bajo sus órdenes, con el objetivo de constatar la presencia de tropas ecuatorianas en la parte alta del mencionado río, entre Girón y Santa Isabel, saliendo de Pasaje con dirección a Uzhcurrumi. Conociendo estos movimientos, el teniente coronel ecuatoriano Jorge Maldonado planificó una emboscada.

El 2º Pelotón del 2º Escuadrón del Regimiento de Caballería "Lanceros de Torata" Nro 5, dividido en 3 fracciones (una de vanguardia, media y retaguardia), cruzó el puente Uzhcurrumi. Al llegar al punto llamado Porotillo, cerca de las 11:30 a.m., 2 de las 3 fracciones fueron atacadas de frente y por los flancos con fuego de ametralladora y de fusiles, presentándose en estas numerosas bajas, entre ellas la del Teniente de la Guardia Civil Alipio Ponce Vásquez quien muere en la acción por las ráfagas de las ametralladoras.

El grupo peruano intentó realizar un repliegue para buscar posiciones con mejor protección, pero fue interceptado. En esta acción resultó herido el capitán Novoa.

Novoa ordenó a su sobrino, el sargento segundo Jorge Octavio Novoa Gonzáles, que, con dos hombres, arrojara los cofres de municiones al río. Cuando esta orden estaba cumplida, el resto de los soldados (incluyendo el capitán Novoa) estaban muertos. La acción solo duró 15 minutos.

Como resultado de la emboscada muere el personal peruano militar y policial siguiente:

Del Grupo Peruano de Reconocimiento se salvaron únicamente los Sargentos Segundos: Jorge Octavio Novoa Gonzáles, del Regimiento de Caballería "Lanceros de Torata" N° 5, y Emiliano Tapia Díaz, de la Guardia Civil, quien luchó utilizando la pistola ametralladora Solothurn que tenía al caer el Teniente Ponce Vásquez, hasta ser dominado y hecho prisionero.

En cuanto al prisionero Sargento 2º GC Emiliano Tapia Díaz, fue conducido a Cuenca, Guayaquil y Quito donde permaneció recluido hasta el 2 de diciembre, fecha en que fue liberado junto con otros 2 soldados peruanos que los ecuatorianos habían tomado en el ataque a Panupali, cerca de Piedras.

Los ecuatorianos, sabiendo que la respuesta peruana, tanto por las tropas del sector, como por la aviación, no se haría esperar, abandonan el terreno de la acción.

La muerte de los militares y policías peruanos que realizaban el reconocimiento se produjo después de haberse decretado el cese de fuego.

El sargento Novoa, quien logró alcanzar el río Jubones para luego dirigirse a Pasaje, en un Parte narró lo ocurrido. Como represalia, el mando peruano ordenó ipso facto el bombardeo de la región de Balao-Tenguel y de toda la margen derecha del río Jubones donde había concentraciones de tropas. Además, consideró roto el cese al fuego y preparó la ofensiva para ocupar dicha región. Las gestiones diplomáticas efectuadas a raíz de este incidente, evitaron el desencadenamiento de la ofensiva que el Agrupamiento preparó sobre la región mencionada.[1]

El Ejército peruano, para evitar que se repitiera lo sucedido en Porotillo, adelantó en la región de Arenillas, en la dirección a la provincia de Loja, elementos móviles capaces de advertir a tiempo la presencia de cualquier unidad de tropas ecuatorianas proveniente de esa dirección.

En la historiografía ecuatoriana, esta acción es catalogada como un hecho cobarde que no logró detener el avance del Ejército peruano.




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