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Enfermedades de la civilización



Las enfermedades de la civilización (también llamadas enfermedades del estilo de vida o del progreso) son un conjunto de enfermedades que se producen con más frecuencia en los países industrializados y cuyo riesgo de contraerlas depende en parte de las condiciones de vida imperantes y la extensión de la esperanza de vida (enfermedades de la longevidad).

El concepto de «enfermedades de la civilización» fue propuesto por primera vez por el médico francés Stanislas Tanchou durante el siglo XIX al encontrar diferencias en la incidencia de cáncer entre el medio rural y el urbano y durante diferentes épocas en la misma ciudad de París (Stefansson, 1960). Para él el cáncer, como la locura, eran mucho más comunes en las naciones civilizadas (Lewis, 2007, p. 82).

     <1600 Kcal per cápita al día      1600–1800 Kcal per cápita al día      1800–2000 Kcal per cápita al día      2000–2200 Kcal per cápita al día      2200–2400 Kcal per cápita al día

     2600–2800 Kcal per cápita al día      2800–3000 Kcal per cápita al día      3000–3200 Kcal per cápita al día      3200–3400 Kcal per cápita al día      3400–3600 Kcal per cápita al día

Las enfermedades infecto-contagiosas antiguamente conocidas desde la era preindustrial han cedido paso a enfermedades de tipo crónico-degenerativas (Mestre, 1995, p. 99) debido predominantemente a varios factores importantes, entre los cuales podemos encontrar:

Cabe mencionar que últimamente ha existido un rebrote de las viejas enfermedades de la era preindustrial debido a la mutación de nuevas cepas bacterianas resistentes a los antibióticos y la aparición de nuevas enfermedades infecciosas sobre todo de tipo viral.

Entre las principales enfermedades de la civilización podemos encontrar:

Para los críticos el concepto de las enfermedades de la civilización encierra una construcción ideológica que puede ser rastreada a momentos históricos peculiares (Sánchez, 1998, p. 66). Clasificada de una postura simplista de descalificación de la vida moderna argumentan que los principales factores patógenos asociados con la dieta y el consumo no están ineludiblemente asociados al progreso, algunas enfermedades son consecuencia lógica del aumento de la esperanza de vida, que la repercusión de los contaminantes es mínima y que algunas enfermedades asociadas al progreso realmente son más abundantes en países subdesarrollados (Sánchez, 1998, p. 68).



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