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Enrique Benedicto Estuardo



Enrique Benedicto Estuardo (en inglés, Henry Benedict Stuart)[1]​ (Roma, 11 de marzo de 1725 - Frascati, 13 de julio de 1807) fue duque de York, cardenal de la Santa Iglesia Romana, arzobispo a título particular y pretendiente al trono de Inglaterra y Escocia con el nombre de Enrique IX de Inglaterra y I de Escocia.

Era el segundo hijo del príncipe Jacobo Francisco Eduardo Estuardo (Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia para sus partidarios jacobitas) y de María Clementina Sobieski (nieta del rey Juan III Sobieski de Polonia), su padre le confirió el título de duque de York.

Cuarto y último heredero jacobita que reclamó los tronos de Inglaterra, Escocia, Francia e Irlanda públicamente. A diferencia de su padre, James Francis Edward Stuart, y de su hermano, Carlos Eduardo Stuart, Enrique no hizo ningún esfuerzo para alcanzar el trono. Tras la muerte de Carlos en enero de 1788 el Papado no reconoció a Enrique como monarca legítimo de Inglaterra, Escocia e Irlanda, aunque se refería a él como Cardenal Duque de York. Vivió en los Estados Pontificios y tuvo una larga carrera eclesiástica, llegando a ser el Decano del Colegio Cardenalicio y cardenal obispo de Ostia y Velletri. Fue uno de los cardenales de más largo servicio en la historia de la Iglesia.

Cuando era joven, su padre le nombró Duque de York (dentro de la nobleza Jacobita), título por el que se le conocía. Al morir su hermano en 1788, Henry pasó a ser llamado entre los jacobitas como Enrique IX de Inglaterra e Irlanda y I de Escocia, aunque él mismo se refería a sí mismo como Cardenal-Duque de York nuncupatus.

Nació en Roma, en el Palazzo Muti, el 11 de marzo de 1725 y fue bautizado el mismo día por el papa Benedicto XIII, 37 años después de que su abuelo Jacobo II de Inglaterra perdiera el trono y después del frustrado intento por recuperarlo de su padre, James Francis Edward Stuart, conocido entre sus oponentes como «el Viejo Pretendiente». En tanto su hermano Carlos Eduardo Estuardo recibió el título de príncipe de Gales de la rama Estuardo, Enrique recibió de su padre exiliado el título de duque de York, por lo cual sus contemporáneos británicos le llamaban Cardenal York. Su madre era la princesa Maria Klementyna Sobieska, nieta del rey de Polonia Juan III Sobieski, y por ese lado estaba emparentado con el cardenal Jan Aleksander Lipsk.

Enrique fue a Francia en 1745 para ayudar a su hermano, el príncipe Charles Edward Stuart («Bonnie Prince Charlie» o «el Joven Pretendiente») a preparar el levantamiento jacobita de 1745. Adjunto al ejército francés, estaba al mando nominal de una fuerza de invasión de unos 10 000 hombres destinada a cruzar el canal que nunca lograron salir de Dunkerque, y posteriormente sirvió bajo Mauricio de Sajonia en el asedio de Amberes. Después de la derrota en Culloden, Enrique Estuardo regresó a Italia.

El 30 de junio de 1747 el Papa Benedicto XIV le confirió personalmente la tonsura en la Capilla Sixtina y lo creó Cardenal diácono de Santa Maria in Portico Campitelli en un consistorio especial celebrado el 3 de julio de 1747, recibiendo la birreta cardenalicia el 8 de julio siguiente. El 31 de julio recibió la diaconía de Santa María in Portico Campitelli, así como la dispensa papal para ser cardenal sin haber sido ordenado ni siquiera con el sub-diaconado. El 27 de agosto de 1747 recibió los cuatro órdenes menores de manos del Papa. Recibió el sub-diaconado el 18 de agosto de 1748 y el diaconado el 25 de agosto de 1748. Fue ordenado sacerdote el 1 de septiembre de 1748 en la Basílica de los Santos Apóstoles. Fue promovido al orden de cardenal presbítero en 1748, si bien manteniendo el título de Santa Maria in Portico, aunque pro ista vice. Arcipreste de la Basílica de San Pedro y prefecto de la Sacra Congregación de la Venerada Fábrica de San Pedro, se convirtió protector del orden cartujana el 8 de noviembre de 1751. El 18 de diciembre de 1752 fue transferido al titulus de los Santi XII Apostoli, manteniendo in commendam el de Santa Maria in Portico Campitelli. Nombrado Camarlengo del Sacro Colegio Cardenalicio el 13 de marzo de 1758, mantuvo el cargo hasta el 28 de enero de 1760. Participó en el cónclave de 1758, que eligió a Clemente XIII.

Fue nombrado Arzobispo titular de Corinto el 2 de octubre de 1758, siendo consagrado obispo el 19 de noviembre de ese año en la basílica de los Santos XII Apóstoles por el nuevo Papa Clemente XII, asistido por los cardenales Giovanni Antonio Guadagni, obispo de Oporto y Santa Rufina, Francesco Borghese, obispo de Albano. Enrique optó por el título de Santa María in Trastevere, manteniendo in commendam el título de los Santos XII Apóstoles el 12 de febrero de 1759. El 13 de julio de 1759 fue nombrado cardenal obispo de Frascati. Vicecanciller de la Santa Iglesia Romana desde el 24 de enero de 1763, ocupó el cargo hasta su muerte. Recibió in commendam el título de San Lorenzo in Damaso como vicecanciller el día de su nombramiento, y participó en el cónclave de 1769 que eligió como sumo pontífice a Clemente XIV. También participó en el cónclave de 1774-1775 que eligió a Pío VI.

En 1788, al morir su hermano, los jacobitas lo proclamaron Enrique IX, rey de iure de Gran Bretaña, Francia e Irlanda. «Sus ingresos por los diversos cargos eclesiásticos que goza son enormes. Sus ingresos de abadías y otras pluralidades en Flandes, España, Nápoles y Francia suman 40.000 libras en moneda británica de la época. También ocupó beneficios sinecura que producían ingresos en América española. Poseía territorios en México, que contribuyeron en gran medida a sus ingresos.

Durante la Revolución Francesa perdió sus beneficios reales en Francia. Nombrado protector de la orden de los Frailes Menores Capuchinos el 9 de julio de 1793, durante la invasión de Roma por parte de las tropas bonapartistas, contribuyó decisivamente a evitar que la ciudad fuera saqueada pagando de su propio bolsillo un rescate por Roma. Este hecho, conjuntamente con la confiscación de sus bienes en Frascati por los franceses, le hizo caer en la pobreza. El ministro británico en Venecia arregló que Enrique recibiera una renta anual de £ 4,000 del rey Jorge III del Reino Unido. Aunque para el gobierno británico esto representaba un acto de caridad, para Enrique y los jacobitas se consideraba como la primera entrega del dinero que legalmente le pertenecía (durante años el gobierno británico prometió devolver el ajuar inglés de su abuela, María de Módena, lo que nunca hizo).

Estuvo presente en el cónclave de 1799-1800 que eligió a Pío VII. Enrique regresó a Frascati en 1803. El 26 de septiembre de 1803 se convirtió en Decano del Colegio Cardenalicio y, por lo tanto, en Cardenal Obispo de Ostia y Velletri. Vivió y trabajó en Frascati durante muchos años, yendo todas las tardes en su carruaje hasta Roma, donde ocupaba el Palazzo della Cancelleria por su posición como vicecanciller.

Murió en el palacio episcopal de Frascati, el 13 de julio de 1807, a los 82 años. Las gentes de su época le recuerdan como un hombre muy generoso, munífico y pródigo.

Falleció sin sucesión y fue sepultado en las grutas vaticanas (San Pedro del Vaticano), extinguiéndose con él la línea directa de sucesión de los Estuardo. La regalía de los Estuardo le fue transferida al príncipe regente[2][3]​ y los derechos dinásticos no fueron reclamados por ninguno de sus sucesores.

Algunos historiadores afirman que Enrique pudiera ser homosexual. Se basan en los escritos de Hester Lynch Thrale (1741-1821), y del diplomado y escritor Giuseppe Gorani (1740 a 1819). Gorani reconoció haber reunido pruebas suficientes para confirmar sus sospechas de cualquier manera, pero le llamó la atención los clérigos de buena presencia que residían en el palacio de Enrique. El historiador Andrew Lang aludió al comentario de Jacobo sobre que su hijo más joven nunca se casaría aunque se habían planeado para él matrimonios varios.

El historiador Gaetano Moroni proporciona el relato más extenso sobre el afecto de Enrique por Monseñor John Lercari (1722-1802), su mayordomo, de quien se decía había sido «querido sin medida» por Enrique. Esta proximidad condujo a tensiones graves entre el cardenal y su padre, que en 1752 trató que Lercaro fuera alejado del servicio en Roma. Enrique reaccionó intentando separar sus finanzas particulares de las de su padre, y él mismo se negó a volver a Roma desde Bolonia sin Lercari a su lado. El escándalo público se evitó por muy poco después de la intervención personal del papa Benedicto XIV, que actuó como pacificador. Se acordó que Lercari abandonaría el servio en Roma para, gracias a la intervención de Enrique, ser nombrado arzobispo de Génova.

Las cosas se pusieron más fáciles después de la muerte de su padre, Jacobo, en 1766. De 1769 adelante, Henry se mantuvo cerca de Monseñor Angelo Cesarini, un noble de Perugia, que gracias a la protección de Enrique, ganó varios honores, canónigo de la catedral de Frascati y, finalmente, en 1801 nombrado obispo de Milevum (Mila, Argelia).[4]​ Cuando Enrique muere, Cesarini está a su lado, como lo había estado durante 32 años. Cesarini fue después enterrado en la iglesia de Santa Maria in Vallicella.

Hay que ser cautos respecto a la asunción de cualquier relación del cardenal, porque aunque hubiera habido una historia con toque románticos, el duque de York era muy contrario hacia toda incorrección.

Bajo su testamento, que firmó como «Henry R.», fue sucedido en todos sus derechos británicos reclamados por su pariente de sangre y amigo más cercano, Carlos Manuel IV de Cerdeña. Carlos ni afirmó ni renunció a sus pretensiones jacobitas, como sus sucesores. Carlos Manuel y los siguientes reyes de Cerdeña tenían otros intereses vitales en su entorno italiano para los cuales defender una causa desesperada en Gran Bretaña habría sido perjudicial.

Contrariamente a la creencia popular, no dejó las Joyas de la Corona al Príncipe de Gales, luego Jorge IV del Reino Unido. Todos sus bienes fueron confiados a Monseñor Angelo Cesarini, para su distribución. Cesarini le envió al Príncipe de Gales varias joyas de la colección privada de Enrique. Estos incluían un «George Menor» (que Charles I usó durante su ejecución, y ahora en el Castillo de Windsor) y una Cruz de San Andrés (ahora en el Castillo de Edimburgo), que son insignias de las órdenes de la Liga y el Cardo, y también un anillo de rubíes. Aun así, el acto de enviarlos al Príncipe de Gales de Hannover no debe interpretarse como una renuncia a las pretensiones jacobitas.

Enrique Benedicto, su hermano, su padre y su madre están enterrados en la cripta de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Hay un monumento a los Estuardo en una de las columnas de la basílica propiamente dicha, diseñado por Antonio Canova. El monumento fue encargado originalmente por Monseñor Angelo Cesarini, albacea de la herencia de Enrique Benedicto. Entre los suscriptores, curiosamente, estaba el rey Jorge IV, que se convirtió en un admirador de la leyenda de Estuardo. El monumento fue restaurado a expensas de la difunta Reina Isabel, la Reina Madre.




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