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Epístola a los laodicenses



La epístola a la iglesia de Laodicea es una carta que se encuentra en algunas ediciones de la Vulgata.

Existe una creencia de que es una falsificación obtenida de epístolas paulinas auténticas.[1]

Adolf von Harnack dice que fue escrita por Marción o uno de sus seguidores, pero a pesar de un examen literario, su sugerencia no puede ser demostrada o negada. De todos modos, esta pequeña obra no contiene narraciones, doctrina o enseñanza que no se encuentren en otros lugares del canon de la Biblia.

Sin embargo, la claridad con la que exhorta a la comunidad en cuanto a su aberrantes prácticas que inventaron y no fueron ordenadas por Jesucristo ni los apóstoles, concuerda con la carta a los Colosenses. El estilo es indudablemente el mismo del apóstol Pablo en todas sus cartas y al analizar su contenido es fácil entender por qué se ha descartado del canon oficial católico y protestante, ya que las prácticas de estas sectas quedan expuestas frente a esta carta como apostasía y doctrinas de hombres. A su vez hace mucho sentido al compararse con la carta a laodocea que se encuentra en apocalipsis.

Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo, a los hermanos que están en Laodicea:

Gracias a ti y paz de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.

Doy gracias a Cristo en todas mis oraciones porque permaneces en él y perseveras en sus obras, esperando la promesa del día del juicio.

No os dejéis engañar por la vana predicación de algunos, para que no os apartéis de la verdad del Evangelio que proclamé yo.

Que Dios permita ahora que aquellos que han sido enviados por mí a profesar la verdad del Evangelio les sirvan y hagan buenas obras para alcanzar la vida eterna.

En este momento, mis cadenas son evidentes - yo que sufro en Cristo - por lo cual soy feliz y feliz.

Esto me sirve para la salvación eterna que se efectúa con sus oraciones y con la ayuda del Espíritu Santo, ya sea en la vida o en la muerte;

Porque mi vida está en Cristo y morir es alegría.

Esto es lo que Su misericordia quiere hacer por ti: que tengas el mismo amor y permanezcas unido.

Por tanto, amados, lo que oyeron durante mi estadía entre ustedes, así que guárdenlo y actúen en el temor de Dios, y tendrán vida en ustedes para siempre;

Porque es Dios quien obra en ti,y haz sin dudarlo lo que debes hacer.

Además, amados, regocíjense en Cristo y tengan cuidado con los que buscan ganancias sórdidas.

Que todas tus peticiones lleguen a Dios y sean firmes en el sentimiento de Cristo.

Y haz lo que es puro, verdadero, correcto, justo y amoroso.

Guarda en tu corazón lo que has oído y recibido y tendrás paz contigo.

Saludad a todos los hermanos con el beso santo.

Los hermanos en la fe os saludan.

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con tu espíritu.

Asegúrese de que esta Epístola se le lea a los Colosenses y que se le lea a usted, de los Colosenses.[2]



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