Los modelos de equilibrio general dinámico estocástico (abreviado EGDE por sus siglas - DSGE o SDGE en inglés) son una sub-clase de modelos económicos de equilibrio general aplicado. Los modelos EGDE originalmente intentan explicar fenómenos económicos agregados como el crecimiento económico (como en los trabajos pioneros de Robert M. Solow, Frank P. Ramsey o David Cass entre otros) o los ciclos económicos (ver en particular los trabajos de Edward C. Prescott y Finn Kydland), así como la evaluación de los efectos macroeconómicos de la política monetaria y la política fiscal. Una de las principales ventajas de los modelos EGDE es que evitan los problemas señalados por la Crítica de Lucas (Woodford, 2003, p. 12)
Quizás la característica diferencial de los modelos EGDE es que son dinámicos, es decir, el valor de las variables económicas presentes están ligadas a su valor en el futuro. Por ejemplo, el capital agregado de la economía mañana depende del capital que la economía posea en el momento actual y la cantidad que los individuos decidan ahorrar. Además, los modelos EGDE son estocásticos o aleatorios porque en su formulación se incluye una fuente de incertidumbre que puede ser de índole diversa: variaciones en la productividad total de los factores o en la relación de intercambio entre las exportaciones e importaciones de un país o, quizás, errores en la toma de decisiones de política económica que no son anticipados. Esto es lo que les diferencia de los modelos de equilibrio general walrasiano o los modelos de equilibrio general computable. Los modelos EGDE ofrecen una alternativa frente a los modelos econométricos de predicción macroeconómica, utilizados por los bancos centrales durante los años setenta (siguen siendo utilizados) para estimar las correlaciones dinámicas entre variables económicas de interés para la elaboración de la política monetaria. Frente a dichos modelos que, a veces, incluían miles de variables en sus ecuaciones, los modelos EGDE son simples dado que incluyen decenas o centenares de variables a lo sumo ya que son más difíciles de resolver. Lo que los modelos EGDE sacrifican en ambición lo ganan en consistencia lógica pues dichos modelos definen de forma muy precisa qué es una economía, quiénes participan en la misma y cómo establecen las relaciones de intercambio entre sí. En general, todo modelo EGDE define tres grupos de variables:
Al definir las preferencias (lo que los agentes quieren), la tecnología (lo que los agentes pueden producir) y las instituciones (cómo interactúan los agentes entre sí) es posible, en teoría, aunque a veces en la práctica se afrontan dificultades técnicas considerables, resolver cualquier modelo EGDE para elaborar predicciones sobre las variables económicas que se hayan definido. Además pueden realizarse contrafactuales sobre cuál sería el efecto de un cambio de instituciones, lo que es teóricamente imposible en modelos de forma reducida como los modelos econométricos de predicción. Dada la dificultad de elaborar modelos EGDE precisos, los bancos centrales recurren con frecuencia a los modelos econométricos para realizar predicciones a corto plazo. Sin embargo, es cada vez más frecuente que para analizar un cambio de política económica se utilicen modelos EGDE porque como definen de forma precisa las preferencias de los agentes económicos es posible plantearse si el cambio de política mejora o empeora la situación inicial de los agentes, es decir, si las políticas económicas son óptimas de Pareto o cualquier otro criterio de bienestar social que se utilice.
En la actualidad hay dos escuelas de pensamiento económico enfrentadas que utilizan ésta metodología:
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