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Eru



Ilúvatar (del Quenya ilúvë, ‘todo’ y atar, ‘padre’) es un personaje que aparece mencionado en el legendarium de J. R. R. Tolkien como el creador y Dios único y absoluto del Universo (). Es llamado Eru (‘el único’), por los elfos.

En la Ainulindalë, primera parte de El Silmarillion, se narra la creación por parte de Eru de la raza "angélica"[1]​ de los Ainur (‘los sagrados’ en quenya) y de cómo ellos hicieron una Gran Música a partir de la cual Ilúvatar creó el mundo físico.

Tolkien no consideraba a este personaje como una divinidad inventada, sino como una representación mítica, pero no alegórica, del Dios cristiano.[2][3][4][5]

En el comienzo de los tiempos, Ilúvatar creó a los Ainur, seres espirituales originados a partir de Su pensamiento. Los instruyó en música y luego les pidió que cantaran una gran canción; esta fue la Ainulindalë o Música de los Ainur. Al finalizar la Música de los Ainur, Ilúvatar les mostró a los Ainur una visión que Él produjo a partir de la música que ellos habían hecho. Los Ainur contemplaron tan maravillados esa visión, que, cuando se apagó, quisieron hacerla realidad. Por lo tanto, Eru le dio ser a las cosas que habían formado parte de la visión, y así creó , El Mundo que Es, por medio del poder de la Llama Imperecedera.

Los Ainur que así lo decidieron (quienes luego serían llamados Valar y Maiar), entraron en Eä, le dieron forma a sus vastas estancias, y luego crearon Arda. Según los designios de Ilúvatar, esta debía ser, en un tiempo futuro, la habitación de sus hijos: elfos y hombres, en cuya creación no intervino ninguno de los Ainur, sino solamente Él. De la misma forma aunque los enanos fueron creados materialmente por el Vala Aulë fue Eru el que les dio verdadera vida y los adoptó como sus hijos.

Aparte de la creación de Eä y el despertar de sus hijos, pocas fueron las intervenciones directas de Ilúvatar en el mundo, que más bien era administrado por los Valar, en particular por Manwë, quien podía mantener con Eru una comunicación directa.

Durante la Primera Edad del Sol, Ilúvatar intervino para permitirle a Beren regresar a la vida, así como para cambiar el destino élfico de Lúthien por el destino mortal de los hombres. En el Athrabeth Finrod ah Andreth, Finrod menciona a Andreth que solo Eru podría llevar a cabo el plan de salvación que algunos sabios hombres dicen que él tiene para sus hijos.

Durante la Segunda Edad del Sol, los Númenóreanos adoraban a Eru Ilúvatar en el monte Meneltarma en tres fechas importantes del año; esto fue antes de que la sombra de la desesperación a causa del Destino de los Hombres, la muerte, se apoderara de ellos, y cayeran bajo el engaño de Sauron, quien los convenció para adorar a Melkor y a la oscuridad. En la Akallabêth, Ilúvatar interviene en favor de los Valar para destruir la flota del rey Ar-Pharazôn destinada a la conquista del Reino Bendecido, y para hundir la isla de Númenor y darle forma redonda Arda, sacando a las Tierras Imperecederas fuera de los círculos del mundo.

En algunos libros se menciona que, durante la Tercera edad del Sol, Ilúvatar se reencarna en el cuerpo de Tom Bombadil y por eso ayuda a Frodo, Sam, Merry y Pippin con los Tumularios.

Por lo que se sabe, el Fin del Mundo sobrevendrá tras la Última Batalla, la Dagor Dagorath, y del Día del Juicio, cuando Ilúvatar disponga que se lleve a cabo una nueva Gran Música, en la cual participarán no solo los Ainur, sino también los hombres. En esta música no habrá ninguna discordancia —como sí la hubo en la anterior a causa del Ainu malvado Melkor y de sus seguidores— y de esa forma llegará a ser sanada Arda, dejándola sin mácula alguna.

En versiones anteriores del legendarium, el nombre de Ilúvatar significaba "padre por siempre" (en El Libro de los Cuentos Perdidos); luego, pasó a significar "padre en el cielo" (Sky-father),[6]​ pero estas etimologías fueron abandonadas por Tolkien en las revisiones posteriores.




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