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Esta fue su hora más gloriosa



Esta fue su hora más gloriosa (en inglés: This was their finest hour) es un discurso pronunciado por el primer ministro británico Winston Churchill en la Cámara de los Comunes del Parlamento del Reino Unido, el 18 de junio de 1940.

El discurso fue pronunciado poco más de un mes después de asumir el cargo de Primer Ministro y fue el tercero de tres discursos que pronunció durante el período de la Batalla de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, siendo los otros: el discurso Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, del 13 de mayo, y el discurso Lucharemos en las playas del 4 de junio, ambos del mismo año.

En ese momento se había producido la ocupación de París por parte de Wehrmacht, la arrancada de la batalla de Inglaterra era inminente y los Estados Unidos, que serían su gran aliado, todavía no habían entrado en guerra.

En su discurso, Churchill justificó el bajo nivel de apoyo que se le pudo haber brindado a Francia desde Dunkerque, e informó sobre la evacuación exitosa de la mayoría de las fuerzas de apoyo. Revisó las fuerzas disponibles para prevenir o rechazar cualquier intento de invasión, informó mensajes de apoyo de los Dominios y justificó la confianza en la victoria, incluso si todavía no estaba claro cómo se podría lograr.[1]

La exhortación, incluso en un momento de gran peligro aparente para la supervivencia nacional británica, habla no solo de supervivencia nacional e interés nacional, sino de causas nobles (libertad, civilización cristiana, los derechos de las naciones pequeñas) por las cuales el Reino Unido estaba luchando y por lo que Churchill pensó que Estados Unidos debería luchar.[2]

Cabe destacar que en este discurso, ante unas circunstancias tan adversas e inciertas, Churchill ensalzó a la población británica a que resistieran heroicamente, de la misma forma que lo habían hecho los ciudadanos de Barcelona durante los bombardeos aéreos de la ciudad, llevados a cabo por el bando franquista, durante la Guerra civil española, declarando que: [3][4]

Por otro lado, a raíz de haberlas pronunciado, años más tarde, el 15 de diciembre de 2012, el Ayuntamiento de Barcelona inauguró un espacio público, un parque urbano, que lleva el nombre de Churchill en su honor, los Jardines de Winston Churchill, en el barrio de Las Tres Torres, además, se instaló una escultura, obra de Pep Codó, en su memoria. En el acto de ese día, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, destacaría dichas palabras como uno de los principales elementos que le hacían merecedor del reconocimiento público de la ciudad.[5]



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